Agustín López Canino

* 1955

  • “Un día… quizás del año 1994 o 1995… si quieres fechas que se acerquen con más exactitud, tienes que venir otro día… salgo para la calle y digo: ‘Esto se acabó.’ Ya entonces conocía a través de Radio Martí que existían aquí adentro partidos y movimientos contrarrevolucionarios. Salgo a buscar. Busco por el libro que habían editado, donde salen los nombres de estas personas. Salgo primero para (la calle) Guinera, pero el hombre ya no existía, no vivía allí. Y en eso me encuentro a un muchacho de aquí, del barrio Esperanza, que hablamos y me dice: ‘Agustín, te voy a llevar a una biblioteca independiente, ya que tú tienes estas ideas. – ‘¡Ay compadre que bueno sería eso! ¡Fantástico!’ Y me lleva a la biblioteca de Omaida (Padrón Azcuy) situada en la calle 12 creo… era Vedado, entre Línea y Malecón. Fantástico, fantástico, mi hermano… Allí comencé a realizarme, a resucitar de nuevo. Me incluí en la biblioteca, hicimos activismo, yo la enseño que escribo y me dice ella: ‘Te voy a mandar donde hay una persona… te voy a dar teléfono y te puede atender porque tú perteneces a esta categoría.’ Me dio el teléfono de Reinaldo Escobar y Yoani Sánchez. Ya yo conocía algo de Yoani Sánchez a través de Radio Martí y siempre decía: ‘¿Quién es esta…? ¿Es hombre o mujer? ¿Quién es?’ Yo quisiera contactar con ella… Mi hermano… de aquí, del Globo voy allí donde estaba el teléfono público y llamo a Reinaldo Escobar. Me coge el teléfono… ‘Usted no me conoce, el teléfono me lo dio Omaida… pero yo quiero conocerle personalmente. – ‘Bueno ya, ven para acá…’ Cuando regresé a la casa, tenía una sensación dentro de mi indescriptible. Iba a conocer a Yoani Sánchez y Reinaldo Escobar… Yo siempre me… no es baja autoestima. Nunca me tuve baja autoestima, pero me tuvo muy insignificante, comprendiendo que había otros más adelantados que yo quería seguir. Considero que era una novatada y falta de experiencia no haberme presentado antes con más vigor. Bueno, voy a casa de Yoani. Me presento: ‘Lo único que le puedo decir es que yo soy un hombre que escribe, piensa, critica… hace análisis sociales. Pero no soy escritor, ni poeta, ni periodista, nada. Soy un hombre que escribe lo que piensa. Reinaldo me da la mano y me dice: ‘Tú eres el amigo que yo estaba buscando y no había encontrado.’ Me presenta a Yoani. Estas horas que estuve allí llenaron mi espíritu. Cuando salía les digo que tengo como treinta discos grabados con mi forma de pensar. Anteriormente yo pensaba que si no iba a encontrar esta vía, haría acciones fuertes dentro de Cuba, diría que no muy pacíficas, no muy pacíficas porque se iban a convertir en acciones violentas. La fuerza represiva del gobierno las iba a convertir en acciones violentas. Les dije: ‘Miren yo grabé esto en el monte con un amigo mío que yo le había indicado cómo navegar hacia los Estados Unidos… ‘Mira, cuando usted tiene esta estrella a sus espaldas, va a los Estados Unidos. Si la tienes a tu frente, estás navegando para atrás. Mántenla siempre a tus espaldas.’ Él vino, sabía que me gustaba todo eso, la afición por la fotografía que comenzó… bueno.. casi innata. A veces doy para atrás y para adelante, pero son cosas que pertenecen a mi historia. Me deja una cámara parecida a la que tú tienes, pero para discos. Allí yo comencé a grabar todo lo que tenía escrito, las críticas que había hecho a Fidel Castro, por si me ocurría algo y me desaparecían, para que quedaran testimonios de lo que yo estaba haciendo. Reinaldo (Escobar) vio una parte de los discos y el otro día estaba aquí. Conversamos… dice: ‘Agustín, te podemos instruir un poco en todo esto.’ A los varios días me trajo un laptop… Yo no sabía lo que era una laptop, mi hermano… Me dice: ‘Mira, eso es una laptop.’ – Ponla allí, después veo que hago con ella!’ Y se marcha. Abrí la laptop y qué iba a hacer… no sabía nada, no sabía que era un mouse. Jamás en mi vida había tocado aquello. Les dije a unos jóvenes en la esquina: ‘Saben qué es una laptop?’ – ‘Sí.’ Entonces me enseñaron qué era un mouse y que con esto se trabajaba así más o menos… Y bueno, hay una relación y me dice él: ‘¿Tú quieres que te abra un blog?’ – ‘Un blog… explícame qué es un blog…’ – ‘Es un espacio en internet…’ – ‘¿Internet?’ Le hago una pregunta: ‘¿Allí sale con mi fotografía y bajo mi identidad lo que yo pienso?’ Me dice: ‘Sí.’ – ‘Bueno, hazme un blog.’ Me hizo un blog y fue donde primero empecé a escribir y a desarrollar lo que no quería desarrollar el Consejo del Estado. ¿Qué te parece?”

  • “A los diecisiete años… casi dieciocho, cuando terminé la secundaria, yo creía en Fidel Castro y en la Revolución. ¿Y cómo comenzó esa etapa de mi vida? Sigo en la secundaria, el aula del décimo grado y tres oficiales de la Marina de Guerra Revolucionaria y hacen un pedido. Primero a la juventud, a los jóvenes comunistas: ‘Necesitamos que los jóvenes, principalmente los jóvenes comunistas den un paso al frente, que la Revolución necesita jóvenes para ingresar a la Marina de Guerra Revolucionaria a través del curso de cuatro años de la Academia, porque se necesita a jóvenes que defiendan a nuestras mares.’ El único que se levantó en aquel momento: Yo. Fui yo, quien no sabía lo que era el mar, que no había ido a la playa. Yo no había probado el agua salada, pero yo sentía… sí, sentía por la Revolución. Claro, no conocía a la Revolución. Un joven ingenuo, prácticamente inculto, la única cultura que tenía era la secundaria, una vida de campesinos pobres, nunca hubo televisión, un pequeño radiocito así de pequeño que teníamos nada más para las noticias. Sí, iba al cine…// Seguimos en eso… Me levanté y ellos salieron con una lista… o sea, una lista no, era yo solo, pero te voy a decir, lo hice porque lo sentía. No fue emoción. Yo me sentía que el proceso revolucionario era bueno. Se decía: ‘Escuela para todos, mejor vida para todos…’ y todas estas cosas. Después vino lo duro que ya en estos momentos yo lo llevaba en mi cabeza, pero no lo entendía, porque nunca fue la revolución del pueblo. Se hizo con el pueblo, como aquella famosa frase: ‘Es la revolución de los humildes y para los humildes.’ Sí, se hizo con los humildes, pero nunca ha sido para los humildes.”

  • “Yo sentía dolor… por ejemplo sentía mucho dolor cuando… mi abuelo tenía un par de vaquitas para leche. Eso fue ya en la década de los 60. Teníamos estas vaquitas. Mi abuelo las ordeñaba todos los días y hubo leche para la casa. Y nace un ternerito blanco como la nieve. A ese ternerito me subía hacia su lomo. Se hizo añojo, después se hizo ya más grande, pero yo seguía muy hermanado a ese animalito. Seguía montando el lomo de Palomo le pusimos. Y un día vino la Revolución y nos dijo: ‘Nos tenemos que llevar a Palomo. Si fuera pintor, ahora mismo hubiese dibujado los ojos de ese animalito o lo que yo vi en los ojos de ese animalito. Como de aquí le salía una lágrima. Todavía yo era prácticamente un niño, pero eso fue lo que yo vi en ese animal que pertenecía en la familia. Pero estaba gordo y fuerte y la Revolución tenía que llevarlo. Sentí dolor y no entendí por qué. Es como una mascota que tú crías. Yo no sabía realmente lo que era una mascota. Después supe lo que son las mascotas y te digo que Paloma era una mascota para mí. Yo lo abrazaba, lo abrazaba del cuello. Lo besaba. Así desapareció Palomo… en nombre de la Revolución. Estoy contando cosas que parecen sencillas, pero marcan un hombre. No le marcan un rostro con una herida, te marcan el alma y esa cicatriz que queda en tu alma como si nunca se cerrara. Fíjate, tengo 68 años hoy. La vida me ha endurecido de cierta forma porque he tenido que hacer cosas y sufrir cosas, pero cuando yo recuerdo a Palomo, se me hace nudo en la garganta…”

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    Cuba, 01.01.2024

    (audio)
    duration: 04:17:52
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Siempre he sido indisciplinado en todo, menos la consciencia.

Agustín López Canino, 2024
Agustín López Canino, 2024
photo: Post Bellum

Agustín Valentín López Canino nació en 1955 en Santo Domingo, Villa Clara. Sus padres eran campesinos que vivían en la misma localidad, pero no se casaron y vivían separados. Además de Agustín tuvieron también a su hermana, opositora cubana Ada María López Canino. Los dos crecieron en un bohío simple y muy rústico con su madre, su tío y su abuelo proveniente de las Islas Canarias. Agustín fue un niño solitario a quien le gustaba pasar tiempo libre en la naturaleza, corriendo detrás de los pájaros en los montes. Los juegos con los demás niños no le atraían tanto como subir a un árbol y fantasear sobre las historias creadas en su cabeza. Tampoco las clases en la secundaria le despertaban mucho interés. Sin embargo, fue un muchacho inteligente y al final comprendió que había que estudiar, porque su madre se esforzaba para que él pudiera progresar en la vida. Durante las primeras décadas después del triunfo de la Revolución Cubana, Agustín observaba la paulatina desaparición del mundo que había conocido. Las nacionalizaciones quitaron los carritos de helado de las calles de su ciudad y los oficiales del gobierno se llevaron su ternerito favorito. A pesar de ello, el joven Agustín creía en los ideales revolucionarios que le parecían justos. Por eso empezó a estudiar en la Academia Naval en Mariel, una de las escuelas más rígidas en Cuba. Acabados los estudios trabajó en la Empresa de la Navegación Caribe. Los problemas con las autoridades y la desilusión del proceso revolucionario desembocaron en su radicalización. Después de varios intentos de revolucionar a la revolución comprendió que no era posible y empezó a trabajar junto con algunos de los opositores cubanos más influyentes. Hoy en día es un bloguero y periodista independiente centrado sobre todo en la defensa de los DD. HH. en Cuba. Su hermana, también opositora, murió en medio de circunstancias no aclaradas durante su hospitalización en 2017.