“No, yo creo que el castrismo no me ha quitado nada. Al contrario, me hizo más fuerte. Me hizo más fuerte, porque es la lucha con un convencimiento hacia unas idas, de mantener esos criterios, a pasar de las dificultades. Me quita la libertad, pero yo siempre estando preso estaba libre, porque no permitía cosas, luchaba por las cosas que entendía, estando preso. Mi cuerpo estaba preso, mi mente no, mi creencia no. Y te repito todo lo que me ayudó a mí fue el proceso de esa vida, esa etapa que tuve de vivencia”.
“En los 80 [1980´s] viene Mariel, el problema de la Embajada de Perú, todo el mundo lo llama Mariel, pero fue una circunstancia que hubo en Cuba con la Embajada de Perú, con lo aquello de abril con que deciden los cubanos y la Embajada de Perú, para buscar una salida, para irse del país. El Gobierno aprovecha situaciones que el manejaba políticamente, no sé cómo fue pero bueno, aprovecha la situación y crea en entorno social crean grupos para sacárselo, óseace [ósea] la olla, como tenía tanta presión, empieza a ver cómo se le va esta presión. Se crean grupos de personas que siguen desafecto social como desafecto del Gobierno, y lo ponen como a su distinta fase. Los otros se lo ponen como el problema de las actividades religiosos, como los Testigos de Jehová y a nosotros nos vinculan como los presos políticos y nos dan una facilidad de abandonar el país”.
“El rigor [Los rigores] de las investigaciones en los cuerpos de esto de la Seguridad del Estado son bastante duros, porque es presión psicológica. Presión es psicológica porque la pila del baño nunca cierra te la dejan gotear, presiones de que te levanten los mismos a las 3 a las 4, incomoda. Careo, luces, las luces no te las apagan, el guardia viene y te da vuelta de todo cada 10 o 15 minutos. Si estás en celda que tiene puerta de hierro, te dejan caer la puerta: ´PUM´, los objetazos [las acciones de los guardias de hacer ruido] se hacen psicológicamente. Aparte que siempre te tiene un hombre metido entre de los 3 o 4 que tienen en cada celda, mirándote, observándote”.
“Me llaman al servicio militar obligatorio. Benito, ya con sus ideas que tiene, toda esta serie de cosas fue al servicio. Cayó en una unidad, en la cual me encontré factores en los cuales Benito ya de la calle tenía también esas ideas, ideas de seguir trabajando para derrocar el Gobierno. Me vinculo a ellos, nosotros nos vinculamos una idea, de tratar de llevar, de provocar en el país una insurrección popular. Tomar la unidad, no sé, una serie de planes que iba a conllevarlo, que queríamos que podían a conllevar a ese proceso. Si tomábamos la unidad y podíamos tener las armas, podíamos tomar el pueblo, podíamos hacer una fase de llevar. Y de algunos medios en el pueblo, producto de estos vinculantes que vivían en estos pueblos, podíamos tener un apoyo para efectuar esa situación. Entre los planes estaba en aquel momento, porque estábamos cerca de una prisión que se llamaba Huica o que hoy en día está, donde solamente en aquel momento, había solamente los presos políticos”.
“Yo siempre estando preso estaba libre. Mi cuerpo estaba preso, mi mente no, mis creencias no”.
José Benito Menéndez nació en abril en 1947 en la Habana, República de Cuba. Desde su juventud ha estado en contra del régimen comunista en Cuba y decidió derrocar al Gobierno. Su primer intento, en el 1969, le llevó a cuatro años de prisión y su segundo atentado fallido, en 1994, le mereció 16 años de prisión. Los hijos y la esposa de José viven en los Estados Unidos de América, a donde lograron emigrar en el 1981 por el puerto de Mariel, desde donde salían los barcos hacia Miami con cientos de cubanos en los años 1980 – 1981. Hoy día, José no puede salir de país y reunirse con su familia, pero a pesar de todas las amenazas e intimidaciones del sistema comunista sigue como su opositor. Apoya a la juventud cubana con los movimientos pacíficos, los cuales tienen como objetivo mejorar conciencia y educación de la sociedad cubana.