“Toda mi juventud, mi juventud prácticamente la tuve a preso, tuve que ver con la causa de Escambray, tuve que ver con la Isla de Pinos. Pero lo que he hecho, no me pesa. Sabes por qué no me pesa? Porque todos intentaron en ese tiempo, conocí gente muy valiosa y muy brava y con mucha ética y con mucha dignidad. Y la vida me hizo dependerme a mí mismo. Aprender a dependerme yo solo. Yo era un pitonquito cuando caí preso en la Isla de Pinos, no sabía lavar un par de media, no sabía lavar nada y la vida me enseñó a dependerme por mí mismo. Me sirvió la experiencia, porque yo me defiendo como quiera y me alimento como quiera, me tomo un poco de agua con azúcar como quiera, pero vivo”.
“A mí me niegan la entrada a los Estados Unidos, porque dicen que yo soy terrorista. En definitiva, mi causa no es terrorismo, mi causa dice rebelión y otros actos contra la Seguridad del Estado. Una muchacha que la que me entrevista, me dice a mí: ´Mira señor, Usted no puede viajar a mi país, porque Usted es terrorista´. Mira te voy a decir una cosa muchacha, tú eres músico del oído, a ti te tiene aquí no sé porque, pero tú no sabes ni dónde estás parado, tu país no son Estados Unidos, tú eres la Andina. De tu país me mandar a mí aquí hacer atendados”.
“Allí, en el hospital militar nosotros lo visitamos, cinco de nosotros, […] Clara Franc, lo visitamos, y el bajito del oído me daba instrucciones que nadie conoció nunca, nadie supo nada lo que él me decía. Antes de morir, sabiendo que se iba meter de la última huelga de hambre, tuve la suerte de hablar con él bajito del oído y me dijo: ´Me voy a inmoral pero tengo el valor para hacerlo, pero estos comunistas no van a jugar más conmigo. Sé que voy a una muerte segura en esta huelga´. Yo le dije: ´Pedro Luis ten cuidado, es necesario que tú te preserves para el futuro´. Me dijo: ´Yo sé que estoy haciendo, pero yo no tengo miedo´. Y mi historia, está escrita allá exactamente. La historia de él está escrita. Murió como un hombre en la huelga del hambre, como lo que siempre fue”.
“Los alzados de Escambray establecieron la lucha más en ese momento con las armas en la mano. Para mí fructificaron, para mí sí hicieron sentir. Que después posteriormente el comunismo los asesinó a muchos de ellos. Fusiló a muchos de ellos, se murieron con dignidad gritando ´Viva Cuba Libre´, ´Viva Cristo Rey´. Pero sí hicieron sentir. Claro, hay una cosa que es cierta. Si habla CIA de los Estados Unidos, es bien cierto, que la CIA ayudaba a los grupos contrarrevolucionarios en la Habana, Alberto Aguirre Rivas, Joel García Rubió, todos ellos que eran de la CIA, pero bueno, era la forma del Gobierno de EUA para tumbar el comunismo. Y yo veo esa lucha bien hecha. En su momento estuvo bien hecha. En su momento murieron muchos hombres de valor. En su momento la lucha pasará a historia que había fructificado”.
Tomás Ramos Rodríguez nació el 10 de octubre 1943 en una familia humilde de Villa Clara, República de Cuba. Sus padres apoyaron a la Revolución Cubana de 1959, sin embargo, el padre de Tomás se alejó de las ideas revolucionarias por el acercamiento de nuevo líder de Cuba Fidel Castro al comunismo. En 1959 Tomás entró al “Movimiento de Recuperación Revolucionaria” y abasteció a los alzados contrarrevolucionarios en la Sierra de Escambray, por lo que lo sancionaron a nueve años de prisión militar. En 1980 emigró por el puerto Mariel a los Estados Unidos de América, pero el mero mismo año regresó a Cuba infiltrado por la CIA. En Cuba lo condenaron a tres años de prisión con base en la ilegalidad de su entrada al país. La misma historia volvió a pasar en el año 1989, cuando lo sancionaron a 20 años de prisión. Tomás salió de la cárcel en 2008, cuando tenía 64 años. Reside con su esposa Marina en La Habana, los dos tienen graves problemas de la salud.