Carlos Aguilera

* 1970

  • “Creo que es algo que venía de atrás y creo que es algo que la Revolución no sólo lo acentuó, sino que lo convirtió en un síntoma del Estado. Es decir, al no ofrecerle la posibilidad a nadie de tener un futuro, porque el único futuro significa el sacrificio y continuidad de lo que ya está, pues la gente perdió todo el interés, toda motivación para hacer algo. La gente no vive en tiempo, la gente vive en el desgaste del tiempo. Es decir, vive en un tiempo totalmente negado. Yo recuerdo una vez hablando con alguien… yo estando en Cuba y alguien quien vivía fuera me decía: ‘Aquí en Cuba ustedes tienen tiempo para escribir etc. En Cuba todo el mundo tiene tiempo aparentemente’. Y yo le decía: ‘No, no… el problema es que una cosa es el tiempo pensado y construido como elaboración de algo y otra cosa es el tiempo de ocio, pero no de ocio para crear algo, sino de ocio porque ya no sabes qué hacer con ese tiempo’”.

  • “Me impactó mucho una vez en Bonn que yo estaba regresando a mi casa… creo que estaba en casa de un amigo en Bonn tomando y hablando con él, y a las tres de la mañana veo a dos personas en una calle absolutamente abandonada y vacía con un semáforo que estaba en rojo y estaban esperando que cambiara la luz. Yo me quedé impresionado, porque en Cuba ni siquiera a las doce del día… tú sencillamente cruzas la calle por donde puedes. Allí tomé consciencia de que había una mentalidad de orden que yo no conocía y que había que aprender”.

  • “Es muy complicado porque estás cambiando de ciudad todo el tiempo. En cada ciudad tienes que comenzar del cero y el propio hecho de cambiar de ciudad… te somete en un espacio de fragilidad. Hay momentos en los que estás muy frágil. Sientes que no tienes donde agarrarte, te cuesta trabajo agarrarte. En cada ciudad tienes que recomenzar de alguna manera, tienes que empezar a conocer una ciudad constantemente. Eso te somete a cierta fragilidad, incluso a cierto miedo. Y así estuve por las cuatro o cinco ciudades por donde pasé. Creo que hizo un poco difícil el exilio más allá de que quejarse por esto casi es una barbaridad. Pero sí, estar recomenzando constantemente a veces fue muy difícil, porque tú no sabías bien dónde estabas todo el tiempo. Siempre sabías que tu estancia en ese lugar tenía una fecha fija”.

  • “El exilio fue difícil en mi caso. El primer año yo fui a Alemania, pero yo no sabía absolutamente nada de Alemania. No conocía el idioma, todo era muy diferente… el modo de vida. Bonn, esa primera ciudad, la recuerdo como una cierta depresión. El invierno era muy fuerte, yo no hablaba alemán, en fin, era complicado. Más allá de todo el esfuerzo que hicieron las personas que estuvieron cerca de mí en Bonn para que nosotros estuviéramos lo mejor posible, no obstante, uno pasa por un túnel de depresión donde de pronto te cuesta trabajo funcionar, te cuesta trabajo hacer cosas porque te sientes fuera del todo, del idioma, de tus amigos, de tu vida en general. Aunque haya sido difícil en Cuba, era una vida a que tu estabas acostumbrado. De pronto te cortan absolutamente nada, no tienes amigos, no tienes tu idioma, la cultura y el modo de hablar, el modo de tocar las personas incluso es diferente, es otra cosa. Entonces fue un proceso para poder entrar. Está bien que así sea, no es una queja. Sólo tienes que acostumbrarte”.

  • [Después de un control de equipaje largo y excesivamente confuso e innecesario en La Habana.] Fue agónico hasta el final. Hasta el final estuvieron amenazándome que no me fuera de Cuba. Es decir, de que me iba a quedar, de que iba a haber un castigo mayor, una humillación mayor, porque al final es un país donde siempre te están sometiendo a niveles de humillación diferentes. Recuerdo que cuando logramos… porque éramos tres… cuando logramos subir al avión… que todo el mundo estaba sentado y esperando solo por nosotros… que yo llego al avión, que me siento y que el avión despega… Y para mí fue como… uf, no regreso más nunca acá. Logré salir de aquí y hasta que no desaparezca esto, no regreso. Y no he regresado nunca. Salí de Cuba en 2002 y yo he regresado nunca. Para mí fue un alivio, pero también una señal de que no vuelvo a pasar por esta humillación no solo en el aeropuerto, pero en la vida en general. No paso por esta humillación nunca más.

  • “Donde sí empiezo a entender qué está pasando y empiezo a ir contra la Revolución cubana y empiezo a ir contra el marxismo como ideología es gracias a la literatura y gracias a los libros. En la medida que yo empiezo a leer y a entender y a conversar con muchos amigos, allí empiezo a ver cuáles son los espacios perversos de la relación ideología-sociedad. Empiezo a darme cuenta de qué está pasando. Eso tiene que haber sido mucho después, es decir, cuando tenía como quince, dieciséis años. Recuerdo que había un profesor del marxismo que es una de las asignaturas en la secundaria y en el pre. El profesor estaba dando la clase de marxismo… era noveno grado o décimo. Estamos en una clase de marxismo y él explicando eso de ‘todos los medios de producción pertenecen al pueblo’ y allí empezamos a decirle cosas al profesor y el profesor dice: ‘a ver, cualquier relación con la realidad de lo que yo estoy diciendo no existe, entonces no se hagan preguntas, no se pregunten, no hay ninguna relación’. Esa frase yo me la recuerdo y eso que han pasado cuarenta años”.

  • “El primer gran conflicto que por supuesto yo no supe resolver en ese momento porque tenía nueve años es el Mariel en 1980. De pronto, yo tengo nueve años, estoy en cuarto o quinto grado y recuerdo que hay un día… y hacía como una semana que un amigo mío no iba a las aulas, no viene a la escuela… y yo pienso que está enfermo o algo así. Un día por la mañana la profesora dice que había que ir a su casa a gritar cosas, a tiras cosas. Y yo me quedo muy confundido, porque era amigo mío. Sus padres habían decidido irse por el Mariel. Habían pedido la salida y estaban esperando en su casa para poder salir e irse. Entonces para mí era muy raro. Es decir, por primera vez yo entendí que allí pasaba algo”.

  • Full recordings
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    Praha, 28.05.2020

    (audio)
    duration: 02:05:48
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El comunismo destruye toda posibilidad de ilusión y eso es muy jodido

Carlos Aguilera v roce 2020
Carlos Aguilera v roce 2020
photo: Post Bellum

Carlos A. Aguilera nació en 1970 en La Habana. Creció con su madre en el barrio céntrico del Cerro. Era un chico común de una familia que no difería mucho en su comportamiento social y político del resto del país. Iba al Pionero y su mamá trabajaba como una contable. La vida de ellos en los años 70 fue marcada por una escasez que sofocaba a casi todos los cubanos. Los apagones constantes y la falta de dinero son cosas que recuerda de este período. Más tarde, cuando tenía unos 12 años, empezó a descubrir el mundo de la literatura. Desde entonces, su vida ha sido estrechamente vinculada a los libros. Sabía que iba a ser escritor. Con este deseo siempre presente en la mente paulatinamente llegó a participar en talleres literarios y conoció a personas con las que compartía su afición. Participaba en lecturas en las casas de escritores y junto con un par de amigos formó un grupo literario que después se convirtió en una de las voces de la literatura cubana más importantes, el Diáspora(s). El grupo publicaba una revista en la que reflexionaba sobre la relación de un intelectual y el Estado, sobre la política y la literatura. El carácter específico del grupo despertó la atención de las autoridades cubanas. A pesar de ello, Carlos logró publicar algunos libros con bastante éxito. En 2001 le fue ofrecida una beca artística por el PEN Club alemán. Sin embargo, al principio todo indicaba que debido a sus convicciones el Estado no le dejaría salir. Eso cambió después de la presión de la alcaldesa de la ciudad de Bonn que pretendía acogerle. También el propio PEN Club amenazaba con la difusión de la información sobre las prácticas del Estado en relación con los artistas. Así, Carlos pudo salir de Cuba. Desde entonces nunca regresó. Como autor ha tenido éxito, lo que le ayudó a obtener otras becas en varias ciudades de la Europa Central. Pasó Por Bonn, Gratz, Dresde, Frankfurt, Hannover. Finalmente llegó a Praga donde conoció a su actual esposa. Sus libros han sido traducidos a varios idiomas. Trabaja también en el proyecto InCubadora que apoya a una red de bibliotecas independientes en Cuba.