The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.

If you have objections or additions to the text, please contact the chief editor of the Memory of Nations. (michal.smid@ustrcr.cz)

Bernardo Rogelio Arévalo Padrón (* 1965)

No me voy de Cuba para ser testigo y protagonista de la caída de la dictadura

  • Nació el 5 de enero de 1965 en Colón, Matanzas.

  • Mientras que su padre venía de una familia latifundista que luchaba contra la Revolución Cubana, la familia materna fue afín al Movimiento 26 de Julio.

  • Creció junto con su madre y abuelo en unas condiciones precarias.

  • Debido a la falta de recursos económicos no pudo terminar la Escuela de Maestros.

  • Durante tres años (1987-1990) colaboraba con la Seguridad del Estado.

  • En 1990 se opuso al acoso de las autoridades e hizo unas denuncias por Radio Martí.

  • Pasó seis años en la prisión por el desacato a Fidel Castro.

  • Está activo en las redes sociales denunciando los crímenes de la dictadura castrista.

***česká verze uvedena po španělském originálu***

“Estoy contando todo esto, porque mi padre ya falleció y no le pueden hacer absolutamente nada. Si la Seguridad del Estado quiere meterle preso, pueden ir al cementerio de Vertientes y sacarlo,” dice con un cierto sarcasmo Bernardo Rogelio Arévalo Padrón, nacido el 5 de enero de 1965 en el hospital del municipio Colón en la provincia de Matanzas.

El miedo de las represalias

Su padre era un militar del Ejército de Fulgencio Batista nacido en la ciudad de Guisa en la entonces provincia de Oriente en una familia de latifundistas afines al gobierno de Fulgencio Batista. Se integró en las filas del ejército en 1958, cuando tenía unos 16 años. “Estuvo en varios combates en contra de Fidel Castro,” destaca Bernardo. Después del triunfo de la Revolución Cubana, el abuelo de Bernardo les recomendó a todos sus hijos que se fueran de Oriente con el objetivo de evitar posibles represalias debido a sus opiniones sobre la vida política en Cuba. Para asegurarles una vida más tranquila, buscó la ayuda de un abogado y consiguió cambiar el nombre de sus hijos. El padre de Bernardo, con su identidad nueva, se dirigió al municipio de Vertientes en la provincia de Camagüey y no volvió a su lugar de origen hasta el año 1990. Al contrario, por parte de su madre, la familia ha sido integrada fuertemente en el Movimiento 26 de Julio[1]. El padre de Bernardo, quien estaba intentando evitar el hostigamiento por parte de las autoridades revolucionarias debido a su pasado, conoció a la madre de Bernardo y se casó con ella. No fue solamente por el amor, sino también para poder disfrutar de una cobertura y no tener que sufrir de las represalias del castrismo. Todo eso gracias al origen de la mujer.

La caída en la pobreza y el desinterés por la política

Hasta más o menos cinco o seis años de edad, los padres de Bernardo vivían juntos y él mismo describe este período como una infancia feliz. Sin embargo, en el año 1971 vino un cambio abrupto. En aquel entonces, su madre estaba embarazada con su hermano menor, quien posteriormente murió a los 16 años de edad. Infelizmente, su padre empezó a salir con una mujer que había conocido antes, dejó a su esposa y se mudó a Vertientes, en la provincia de Camagüey. “A partir de allí, mi infancia era bastante dura. Mi mamá nos crio sola con la ayuda de mi abuelo. Nunca tuve televisor ni refrigerador en mi casa. La única opción que tenía era hacer ejercicio, porque mi mamá no me dejaba salir mucho de nuestra casa y jugar con los demás muchachos del barrio. Resulta que precisamente por eso soy una persona bastante tímida,” narra cómo era la vida después de la separación de sus padres. No obstante, la falta de televisor en el hogar tuvo un efecto positivo. El joven Bernardo desarrolló una fuerte afición a la lectura que se mantiene hasta el día de hoy. Mientras tanto, la familia vivía sobre todo de la jubilación del abuelo que antiguamente era combatiente del Movimiento de 26 de Julio. Acabadas las clases en la escuela, Bernardo se unía a él y los dos ganaban algo de dinero limpiando zapatos en la plaza por las tardes.

El éxodo por el puerto de Mariel, cuando más de 100.000 cubanos salieron por vía marítima hacia Estados Unidos y los acontecimientos en la Embajada del Perú, a donde se dirigieron unas 10.000 personas para pedir el asilo y refugio, sucedieron cuando Bernardo todavía estaba en la secundaria (1980). Recuerda que un día los maestros anunciaron que no iba a haber clases y en vez de ello se iba a hacer actos de repudio. “Lo llamaron de Marcha del Pueblo Combatiente,” detalla. A pesar de que entre la población se discutía bastante de lo que estaba pasando, él mismo no estaba interesado para nada por el tema. “A mí me gustaba leer… Y aparte de ello, tenía unos quince años de edad. No estaba en eso, era apático y no me llamaba ninguna atención,” explica y destaca que durante su juventud nunca formó parte de la militancia comunista. “Entonces le entregaron un cartucho de huevos a cada estudiante. Al frente iban los militantes del Partido Comunista… por ejemplo Julio Ortega que todavía está vivo. Hoy lo veo en la cola de los huevos pasando hambre. Era él quién llevaba la lista de las casas que había que tirar los huevos,” dice aludiendo a una evidente ironía del destino y destaca que la participación en la marcha fue declarada como una condición para poder recibir una beca para estudiar. “Me desvié en la esquina y me fui a casa con el cartucho de diecinueve huevos. Tiré uno. Cuando me convocaron por la noche, dije que tenía un hermanito enfermo. Eso duró varios meses. Es el karma que tiene el pueblo cubano. Tiraron huevos y ahora tienen hambre,” reflexiona.   

Tras haber terminado la escuela secundaria, Bernardo se fue a estudiar a la Escuela Formadora de Maestros en Cienfuegos. Sin embargo, pasado tan solo un año, tuvo que abandonar los estudios por una escasez de recursos insoportable. “No tenía ni ropa para ponerme. No me quedó otra opción que empezar a trabajar,” explica.  

La imposibilidad de escapar de la política en Cuba

Durante los años 80, Bernardo trabajaba como obrero en los ferrocarriles. Su abuelo materno hizo unas gestiones para que pudiera evitar el servicio militar. No obstante, resultado de ello, la Seguridad del Estado empezó a interesarse por él y en 1987 lo presionó para empezar a colaborar. Entre sus tareas figuraba por ejemplo la infiltración en la Iglesia Católica. “Me dijeron que si yo no aceptara, iba a perder mi trabajo. Entonces acepté y estuve colaborando con la Seguridad del Estado del enero 1987 hasta el mayo 1990, cuando rompí con ello definitivamente. No me sentía comunista y me sentía mal. Nunca buscaba la política. Es que la política me buscó a mí. Si la Seguridad del Estado no me hubiera citado, yo estaría trabajando tranquilo en los ferrocarriles,” sostiene. La historia se repitió y lo que antes le pasó a su padre ocurrió también al mismo Bernardo. Su madre insistía a que su hijo se fuera a vivir a otro lugar para evitar problemas con las autoridades. Durante dos años estaba radicado en el municipio de Vertientes, donde conoció a una vecina de su padre y tuvo un hijo con ella. Sin embargo, la relación dejó de funcionar rápidamente y Bernardo regresó a Aguada de Pasajeros. Allí, en la Iglesia Católica, conoció a su mujer actual, hija de presos políticos.

La vida en Aguada de Pasajeros transcurría más o menos tranquilamente hasta el año 1995, con la excepción de la presión de la parte de la Seguridad del Estado para que Bernardo no se casara con la muchacha de una familia “gusana”. Más o menos en este período, la policía encarceló a varios presos políticos de este municipio. “Un oficial empezó a acosarme tan solo porque le daba gusto. Me decía que cinco años atrás traicioné al régimen, me montaron y me llevaron preso a Cienfuegos,” describe la escalada de la presión. Allí estaba preso aproximadamente una semana. “Voy a decir algo con toda la sinceridad, con una honestidad absoluta… me apendejé. Por puro gusto me metieron en una celda tapiada llena de mosquitos, me decían que me iban a echar 30 años. A final de los siete días me levantaron todas estas advertencias. Todo eso fue porque mi suegro, como preso político, había aplicado a un programa para los perseguidos. Me dejaron salir cuando firmé un formulario diciendo que no me iba a involucrar en ninguna actividad contrarrevolucionaria etc. … Se lo firmé, estaba apendejado,” admite. Todo eso ocurrió cuando Bernardo todavía no estaba involucrado de ninguna manera en las actividades de la oposición cubana. “La razón era que mi suegro escuchaba Radio Martí[2] en voz alta.”

Las consecuencias de ser el primer periodista independiente en Aguada de Pasajeros

El acoso continuaba durante un tiempo hasta que Bernardo llegó a la conclusión de ya llegó demasiado lejos. “Ni yo mismo me esperaba esta reacción, no sabía que tenía esta potencia dentro de mí. Fui al ferrocarril y le dije a mi jefe que no iba a trabajar más,” narra. Posteriormente se dirigió a un amigo suyo que tenía el número de la Radio Martí. Basados en sus denuncias salieron varios reportajes. “De repente me convertí en el primer periodista independiente de Aguada de Pasajeros,” dice con orgullo. Sus actividades resultaron en una considerable cantidad de arrestos a lo largo del año 1997. “Hasta el año 1997 me llevaron en 21 ocasiones.“

Los arrestos de Bernardo se caracterizaban por un frecuente uso de la tortura sicológica. Por ejemplo las celdas en esta época disponían tan solo de una bandeja de hierro sin colchón. Al mismo tiempo Bernardo destaca que con una excepción nunca fue golpeado por los oficiales. Al mismo tiempo destaca que la situación en las prisiones hoy en día se mejoró en ciertos aspectos gracias a la presión por parte de las organizaciones de Derechos Humanos, pero esto no significa que las celdas se convirtieran en un espacio agradable. “Ahora puede que haya un colchón de espuma, pero lleno de chinches y peste. Las ventanas no están clausuradas y a través de las rejas se puede ver cuando es de día y cuando es de noche,” explica.

A Bernardo le abrieron un proceso por el desacato a Fidel Castro Ruz con una condena de casi seis años. Durante todo el tiempo en la cárcel sufría una malnutrición debido a que recibía menos comida que los demás presos. Los oficiales le ofrecieron en varias ocasiones un mejoramiento de las condiciones en prisión en cambio por su colaboración. Sin embargo, Bernardo siempre rechazó. Mientras tanto, varios países extranjeros solicitaron la liberación de Bernardo, quien fue considerado prisionero de consciencia. “Siempre me ponían una condición: para poder salir del país, tienes que firmar un juramento de que si la Revolución te necesita en otro país, tú vas a trabajar con nosotros.” Eso tampoco le gustaba a Bernardo. Después de haber sido golpeado pasó más de un año en una celda tapiada. Eso fue precisamente desde el 11 de abril de 1998 hasta el 15 de mayo de 1999. Bernardo pasó en prisión la totalidad de los seis años, durante los cuales su madre solo fue a visitarlo en dos ocasiones. “Hasta el último momento era afín al comunismo,” admite. Durante todo el tiempo le reiteraban que no iba a poder salir del país ni cuando cumpliera su condena. A pesar de ello, Bernardo aplicó al programa para refugiados políticos para irse. Le dieron la fecha de vuelo para el 25 de agosto de 2004. “Un mes antes, la sección de intereses me envió una carta diciendo que yo había perseguido a una persona y otras mil mentiras. Y aquí estoy. La Seguridad del Estado nunca me dejó salir del país,” continúa narrando.

La voluntad de quedarse hasta el final

Hoy en día a Bernardo ya no le interesa la posibilidad de salir de Cuba. “Ahora quiero ser testigo y protagonista de la caída de la dictadura,” dice. Además, tiene certeza de que no va a caer preso otra vez. Eso gracias a sus contactos en los Estados Unidos, con los cuales se comunicó para informarles sobre la presencia de unos agentes de la contrainteligencia cubana que trabajan en este país. “Me quitaron el teléfono el 30 de agosto de 2023 pensando que había comunicación, pero es por otro equipo que traigo y me comunico con ellos. Me dicen: ‘Automáticamente cuando tú caigas sancionado, vamos a meter presos a todos estos chivatos que tenemos aquí. Entonces no me pueden meter preso,” sostiene. Recientemente, Bernardo se esfuerza para difundir el testimonio sobre lo que está pasando en Cuba por las redes sociales y considera que la actitud del régimen hacia él es más bien defensiva. Hasta le fue ofrecido el puesto de trabajo en los ferrocarriles en cambio por su retirada de las redes sociales. “Están comprando mi silencio. Inmediatamente lo publiqué.”

Bernardo sostiene que la población cubana de hoy en día es muy marcada por el miedo que causaron las represalias que se produjeron después de las manifestaciones masivas antigubernamentales del 11 de julio de 2021. “Las personas lo que buscan es escapar de Cuba.” A pesar de eso está seguro de que un día la dictadura va a caer. “Lo sabe hasta la propia dictadura castrista. Los hijos de Raúl Castro están sacando dinero del país,” explica. En lo que se refiere a la presión internacional, Bernardo opina que para el futuro de Cuba sería mejor la victoria de Donald Trump en las elecciones generales en los Estados Unidos. “Donald Trump le va a apretar más las tuercas a la dictadura.”

 

[1] El Movimiento 26 de Julio fue el nombre del grupo bajo el liderazgo de Fidel Castro que protagonizó la Revolución Cubana.

[2] Radio Martí es una fuente de información sobre Cuba que incluye últimas noticias, política, economía y reportes sobre las violaciones de los Derechos Humanos. Tiene su sede en Miami y está financiado por el gobierno de los Estados Unidos.

 

**********************************************************************

„Tohle všechno vyprávím jenom proto, že můj otec už je po smrti a tím pádem si na něm úřady už nic nevezmou. Kdyby ho náhodou Státní bezpečnost chtěla zavřít, můžou si ho jít vykopat na hřbitov ve Vertientes,“ říká s notnou dávkou sarkasmu Bernardo Rogelio Arévalo Padrón, narozen 5. ledna 1965 v nemocnici ve měste Colón v provincii Matanzas.

Strach z pronásledování

Bernardův otec se narodil do rodiny velkostatkářů ve městě Guisa ležící v tehdejší provincii Oriente na samém východním cípu Kuby a během svého života byl mimo jiné i vojákem působícím ve službách generála Fulgencia Batisty. Do armády vstoupil v roce 1958, když mu bylo pouhých šestnáct let. „Účastnil se několika bitev proti revolučním jednotkám Fidela Castra,“ zdůrazňuje Bernardo. Po vítězství Kubánské revoluce jemu a jeho sourozencům jejich otec, Bernardův dědeček, doporučil, aby se pokusili zmizet z provincie Oriente a vyhnuli se tak možnému pronásledování nově nastolenou vládou, zapříčiněnému jejich politickými názory a postoji. Ve snaze zajistit jim klidný život se obrátil na právníka, s jehož pomocí změnil Bernardovu otci přijímení. Ten se už s novou identitou vydal napříč ostrovem a usadil se ve městečku Vertientes v provincii Camagüey. Zpátky do míst, odkud pocházel, se nevrátil příštích třicet let. Rodina z matčiny strany naopak podporovala revoluční Hnutí 26. července vedené Fidelem Castrem. Bernardův otec, který se snažil vyhnout se možným problémům, se rozhodl vzít si mladou dívku nejen z lásky, ale také proto, aby se jako součást revolučně laděné rodiny dostal definitivně z hledáčku úřadů. To se mu díky sňatku podařilo.

Pád do chudoby a nezájem o politické dění

Přibližně do věku pěti nebo šesti let žili Bernardovi rodiče společně a on sám popisuje toto období jako šťastné. Nicméně, v roce 1971 se všechno změnilo. Bernardova matka byla v té době těhotná a čekala narození druhého syna, který bohužel zemřel ve věku 16-ti let. Jejich otec pracoval na sklizni cukrové třtiny, kde se opět setkal se svou minulou známostí, zamiloval se, od rodiny odešel a přestěhoval se do města Vertientes. „Od tehdy bylo mé dětství složité. Matka nás vychovávala sama, pouze s pomocí našeho dědečka. Nikdy jsme neměli televizi ani chladničku. Jediné, co mi zbývalo, bylo cvičení, protože matka mě nechtěla příliš pouštět ven s ostatními dětmi. Kvůli tomu ze mě vyrostl poměrně stydlivý člověk,“ vypráví, jak se jeho život otočil naruby po odchodu otce od rodiny. Třeba právě absence televizního přijímače měla ale také některé pozitivní dopady. Bernardo se stal velmi vášnivým čtenářem a tuto zálibu si uchoval až do současnosti. Rodina mezitím žila především z dědečkova důchodu, který býval svého času bojovníkem v řadách revoluční guerilly a Hnutí 26. července. Po skončení výuky se k němu Bernardo přidával na náměstí, kde se společně snažili vydělat nějaké peníze navíc pucováním bot.

Zběsilý úprk více než 100 000 Kubánců přes přístav Mariel do amerického exilu a události, které se odehrály na Velvyslanectví Peru, kam se, také v roce 1980, uchýlilo nějakých 10 000 lidí ve snaze získat azyl a ochranu, zastihly Bernarda ještě během studia na druhém stupni základní školy. Vzpomíná si, že jednoho dne učitelé ohlásili, že místo výuky se půjde ven a bude se provádět veřejný lynč odpůrců kubánského režimu v ulicích města. „Říkali tomu Pochod vzdorujícího lidu,“ upřesňuje. A přestože mezi lidmi se o těchto událostech mluvilo, samotného Bernarda tyto věci nikdy příliš nezajímaly. „Mě bavilo číst si knihy… A kromě toho mi v té době bylo takových patnáct let. Nebyl jsem obeznámen s kontextem, nezajímalo mě to a vůbec mi to nevadilo,“ vysvětluje a zároveň zdůrazňuje, že nikdy během svého dětství nebyl členem mládežnických komunistických organizací a spolků. „Vypadalo to tak, že každému rozdali jedno plato vajec. V čele pochodu kráčeli funkcionáři Komunistické strany. Mezi nimi například Julio Ortega, který je pořád naživu. Dnes ho potkávám, jak stojí o hladu ve frontě na vejce. To on měl v ruce seznam domů, na které se tehdy měla vejce házet,“ popisuje Bernardo zjevnou ironii osudu a zdůrazňuje, že účast na pochodu byla prezentována jako podmínka k nastoupení na střední školy. „Tak jsem se ztratil za rohem a domů jsem došel s celkem devatenácti vejci. Hodil jsem jediné. Když mě potom chtěli naverbovat do dalšího pochodu v noci, řekl jsem jim, že můj brat je nemocný. Celé to trvalo několik měsíců. Dobře na tom vidíte, jak funguje karma. Zatímco dříve házeli vejce po ostatních lidech, dnes vejce nejsou a oni mají hlad,“ přemýšlí.

Po dokončení základní školy se Bernardo přihlásil na Střední školu pedagogickou ve městě Cienfuegos. Jenže hned po prvním roce musel kvůli akutnímu nedostatku peněz studium přerušit. „Neměl jsem ani co na sebe. Nezbývalo mi nic jiného, než jít pracovat,“ vysvětluje.

Zůstat mimo politiku je na Kubě nemožné

Během osmdesátých let pracoval Bernardo na železnici, přičemž jeho dědeček z matčiny strany se díky svým kontaktům postaral, aby nemusel na povinnou vojenskou službu. Nicméně, možná i díky tomu se o něj začala zajímat Státní bezpečnost, jejíž agenti ho v roce 1987 donutili podepsat dokument o spolupráci. Mezi úkoly, které měl plnit, patřila například infiltrace do řad katolické církve. „Tehdy mi řekli, že když nepodepíšu, přijdu o práci. Takže jsem to podepsal a spolupracoval s nimi další tři roky. Přesně řečeno od ledna 1987 do května 1990. To jsem to definitivně zabalil. Nebyl jsem s tím vůbec ztotožněný, cítil jsem se kvůli tomu na nic. Já jsem přeci nikdy nestál o nějaké angažování se v politice. Našlo si mě to ale samo. Kdyby mě tenkrát nepozvali na schůzku do kanceláře Státní bezpečnosti, mohl jsem dál v klidu pracovat na železnici,“ říká. Historie se poté opakovala, když se Bernardovi stalo víceméně to samé, co předtím i jeho otci. Matka ho totiž požádala, aby se v rámci vyvarování se nějakého dalšího pronásledování ze strany úřadů radši přestěhoval někam pryč. Příštích pár let žil Bernardo ve městě Vertientes, kde se seznámil s místní dívkou a narodilo se jim dítě. Vztah ale dlouho nevydržel a Bernardo se opět vracel do Aguady de Pasajeros. Tam potkal v řadách katolické církve svou současnou ženu, dceru politických vězňů.

Pokud pomineme tlak ze strany agentů Státní bezpečnosti, kterým se nelíbilo, že by si měl Bernardo brát ženu z takového prostředí, byl život v Aguadě de Pasajeros byl celkem klidný až do roku 1995. V té době se v tomto město poměrně hojně zatýkalo a z několika lidí se stali političtí vězni. „Jeden úředník mě začal šikanovat. Prostě si řekl, že to bude zábava. Vyčítal mi, že jsem před pěti lety měl zradit StB. Potom mě zatknul a odvezl do Cienfuegos,“ popisuje Bernardo eskalaci útlaku. Ve vazbě strávil přibližně týden. „Víte, řeknu vám to naprosto otevřeně a upřímně… posral jsem se. Jen tak pro zábavu mě zavřeli na samotku, do cely plné moskytů a vyhrožovali mi, že vyfasuji třicet let. Po sedmi dnech mě pustili ven. To všechno jen kvůli tomu, že můj švagr se přihlásil do nějakého programu pro pronásledované režimem. Když jsem podepsal, že se nebudu zapojovat do žádných protirevolučních aktivit, pustili mě ven. Jak říkám… posral jsem se a podepsal jsem to,“ přiznává. To všechno se přitom dělo v období, kdy se Bernardo nijak aktivně proti režimu nevymezoval. „Když to zjednoduším, šlo prostě o to, že můj švagr poslouchal doma Radio Martí příliš nahlas.“

První nezávislý novinář v Aguadě de Pasajeros

Útlak a obtěžování se strany úřadů pokrčovalo až do chvíle, kdy Bernardovi došla trpělivost. „Sám jsem byl svou reakcí překvapený. Nečekal jsem, že bych něco takového dokázal. Jednoho dne jsem přišel do práce a rovnou jsem dal výpověď,“ vypráví. Hned poté se zastavil u svého známého, který mu dal číslo do redakce Radia Martí[1]. Na základě jím poskytnutých svědectví se odvysílalo několik reportáží. „V té chvíli se ze mě stal první nezávislý novinář v Aguadě de Pasajeros,“ říká s náležitou hrdostí. Jeho aktivity ovšem vyústily v nespočet zatčení. „Do roku 1997 mě odvedli celkem 21x.“

Postup policie proti Bernardovi se vyznačoval notnou dávkou psychologického týrání. Ten vzpomíná například na to, že místo postelí měl v cele jen železné desky bez jakékoliv matrace. Zároveň zdůrazňuje, že až na jednu výjimku ho nikdy nikdo nezmlátil a připomíná, že dnes už je situace v kubánských věznicích díky snaze lidskoprávních organizací možná sice o něco lepší, což ovšem neznamená, že by to bylo diametrálně odlišné. „Dnes už můžete narazit na cely, ve kterých jsou postele s pěnovou matrací. Samozřejmě je to ale plné štěnic a brouků a šíleně to zapáchá. A okna už nejsou zazděná, takže alespoň poznáte, že je den anebo noc,“ tvrdí.

Situace vygradovala ve chvíli, kdy Bernardovi přišili obvinění z hanobení Fidela Castra, za které následovalo šestileté vězení. Po celou dobu trestu dostával ještě o něco méně jídla, než ostatní vězni, což se bachaři snažili používat jako prostředek nátlaku na něj. Několikrát mu bylo nabídnuto, že když začne spolupracovat, bude dostávat stejně jídla, jako všichni ostatní. To ale Bernardo pokaždé odmítl. Mezitím se některé státy světa snažili podniknout kroky, které by mohly vést k jeho propuštění. Byl totiž považován za politického vězně. „Jenže vždycky to ztroskotalo na stejné věci. Nechali by mě odjet z Kuby jen tehdy, kdybych podepsal, že přísahám, že kdyby mé služby v zahraničí potřebovala využít kubánská vláda, budu připraven sloužit.“ Od 11. dubna 1998 do 15. května 1999 byl na samotce, kde skončil poté, co ho zbili bachaři. Bernardo strávil ve vězení celých šest let, během kterých ho jeho matka přišla navštívit pouze dvakrát. „Byla věrná režimu až do konce svých dnů,“ přiznává Bernardo, kterému bylo během věznění neustále opakováno, že z Kuby se nedostane ani tehdy, kdy ho pustí na svobodu. Bernardo se i přesto pokusil zažádat o exil, když se přihlásil do programu pro politické vězně. Bylo mu dokonce přiděleno i datum odletu: 25. srpna 2004. „Měsíc předtím mi ale odněkud shora přišel dopis, ve kterém mě obviňovali z toho, že jsem měl někoho pronásledovat a podobné pitomosti. Takže tady jsem. StB mě nikdy nenechala odejít,“ pokračuje ve svém vyprávění.

Odhodlání zůstat až do konce

Dnes už se Bernardo nesnaží o odchod do exilu. „Chci být svědkem a protagonistou toho, jak se komunistický režim zhroutí,“ říká. Kromě toho si je jistý tím, že už ve vězení nikdy neskončí. To především díky svým kontaktům ve Spojených státech amerických, které informoval o přítomnosti některých kubánských tajných agentů na jejich území. „Dne 30. srpna mi zabavili telefon. Mysleli si, že ho používám k hovorům s nimi. Jenže já ve skutečnosti používám jiný… Říkají mi, že kdybych měl náhodou skončit ve vězení, v USA by automaticky zavřeli lidi, o kterých díky mně vědí. Takže já nemůžu jít sedět,“ tvrdí. V poslední době se Bernardo soustředí především na šíření zpráv o zločinech kubánského režimu na sociálních sítích. Zároveň dodává, že přístup úřadů proti jeho osobě už není zdaleka tak tvrdý. Dokonce mu bylo nabídnuto, že by se mohl vrátit a pracovat na železnici výměnou za to, že už nebude zveřejňovat své příspěvky na sítích. „Chtěli si koupit moji mlčenlivost. Tak jsem o tom hned publikoval.“

Podle Bernarda žije kubánské obyvatelstvo v současnosti ve velkém strachu kvůli pronásledování, které následovalo po masivních lidových protestech ze dne 11. července 2021. „Lidem jde hlavně o to, aby se dostali pryč z Kuby.“ I přesto si je jistý, že diktatura jednoho dne padne. „Vědí to i samotné děti Raúla Castra, které se snaží vyvést peníze pryč ze země,“ vysvětluje. Pokud jde o mezinárodní tlak na kubánskou vládu, Bernardo si myslí, že lepší výsledek by pro Kubu přineslo vítězství Donalda Trumpa. „Dokázal by režim více přiškrtit.“ 

 

[1] Radio Martí je zpravodajská stanice informující o dění na Kubě, která sídlí v Miami a je přímo placená z fondů vlády Spojených států amerických. 

 

© Všechna práva vycházejí z práv projektu: Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation

  • Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)