The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.

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Francisco Herodes Díaz Echemendía (* 1956)

Es mucho más rápido tumbar el comunismo mediante la lucha armada, aunque es un método sangriento. Pero hay muchos que piensan morir por la patria

  • nacido el 16 de septiembre en 1956 en Santiago de Cuba

  • tiene dos hermanos, ambos son militantes comunistas, se crio con ellos hasta el 1982

  • en su juventud fue rebelde, le gustaba vestir a la moda estadounidense, más tarde se volvió hippie

  • en 1972 se fue a La Habana a estudiar la galvanotecnia

  • desde joven tuvo gusto por las armas, estaba dispuesto a ir a la Guerra de Angola

  • después de haberle sido inyectado pentobarbital sódico, sufrió una crisis en la que se puso violento y fue metido en un calabozo

  • quiso apuntarse a un curso en Checoslovaquia, pero su hermano le rompió la invitación, y a partir de ahí está marcado el desacuerdo de Francisco con el régimen

  • hasta 1978 estudiaba Facultad de Física por las noches, en la que se graduó

  • empezó a dar clases en una escuela especial en Santiago de Cuba, donde se ganó el amor de sus alumnos

  • en 1982 estuvo preso por haber intentado comprarles a sus hijos unos zapatos con divisa extranjera, cumplió aproximadamente con 13 meses de privación de libertad, conociendo a varios presos políticos

  • por el año 1984 ya tenía fuertes inquietudes políticas, las cuales externaba difundiendo libros prohibidos en las calles de Cuba

  • se casó con una trabajadora de la Embajada de la Unión Soviética, tenía relaciones con el personal diplomático soviético

  • en 1990 fundar una Célula y decidió recaudar armas para derrotar la dictadura cubana con acciones armadas, por lo cual fue sancionado a 20 años de privación de libertad

  • 1990 – 2010 estuvo preso en las prisiones de Boniato y Guantánamo, de los cuales 7 años consecutivos no le fue permitida ni una visita

  • vivió numerosas golpizas y una violencia extrema por parte de los guardias, sobre todo en el departamento de la prisión llamada “Boniatico”

  • es un testigo viviente de algunos de los mayores presos políticos cubanos, noc los cuales compartió celdas y patios de las cárceles cubanas

  • su padre murió en 2004, mientras Francisco estaba preso

  • fue puesto en libertad el 15 de febrero de 2010, después de 20 años y 10 días preso

  • siempre mantuvo su convicción anticomunista

  • nunca más volvió a ver su mujer soviética, ni su esposa anterior, ni a sus hijos, de los cuales sabe sólo que la hija es músico jazz y reside en los Países Bajos

  • sigue viviendo en Santiago de Cuba

Českojazyčná verze textu následuje po španělské verzi:

“Yo soy Echemendía, aquí estoy, no lograron asesinarme”, le dijo en la calle, cuando por casualidad se encontraron, a uno de sus exguardias prisioneros después de 20 años de privación de libertad Francisco Herodes Díaz Echemendía. Y en efecto, aquí sigue, dando su testimonio. Porque dar el testimonio de lo sucedido y vivido en las prisiones más duras de Cuba, es un hilo que va continuamente guiando por las siete horas de entrevista que se le realizó en marzo de 2020.

Francisco Herodes Díaz Echemendía nació el 16 de septiembre de 1956 en Santiago de Tunas. Su padre Francisco Enrique era soldado constitucional de la República que participó en el asalto al Cuartel Moncada con el fin de derrocar a Fulgencio Batista. Su madre Magdalena que tenía familiares en Las Tunas, decidió mudar a toda la familia ahí, para “evitar los problemas con los terroristas del movimiento M-26”, refiriéndose ella a la organización militar creada en 1953 por un grupo liderado por Fidel Castro con la finalidad de derrocar a Fulgencio Batista. La madre de Francisco solía ser maestra antes de la Revolución, Francisco la recuerda como una persona muy inteligente, ecuánime y culta, que “le hablaba de humanidades cuando todavía no se hablaba de derechos humanos”. Con base en esto, es bastante sorprendente que tanto el hermano como la hermana de Francisco resultaron siendo militantes comunistas, mientras que Francisco ya a la edad de 13 años tenía dudas sobre el régimen de Fidel Castro. “Increíble lo que hace la dictadura para separar familias”, comenta Francisco.

No antirrevolucionario. Anticomunista.

Después del triunfo de la Revolución Cubana de 1959, según las palabras de Francisco, todos los militares empezaron a trabajar para el castrismo. Sin embargo, su padre nunca fue comunista. “Siempre me enseñó los errores que han hecho los comunistas en España, los rusos, los chinos… Por eso yo nunca fui comunista”, explica Francisco, que fungía de “paño de lágrimas” de su padre, que después de la Revolución tuvo que buscar un nuevo camino profesional, terminando siendo herrero. “Muchas personas me dicen: tú eres un antirrevolucionario. Yo les digo: no, yo soy anticomunista”, especifica su postura vital Francisco. Recuerda de su infancia como su padre, por aquel entonces ya trabajando de herrero, fue acusado de estar fabricando una bomba contra el gobierno – una acusación basada en los barriles de acetileno que necesitaba para fabricar unas rejas para un teniente militar.

Ser como el Che

En su infancia más temprana, Francisco recuerda que “el sistema educacional seguía siendo el mismo” que antes de la Revolución, y las clases se enseñaban “a la antigua”, refiriéndose a mucha calidad. “Los profesores estaban ahí para enseñar, y no para cumplir ningún plan”, comenta Francisco los hechos dentro del ámbito educativo, que estaban por cambiar drásticamente. “Ser como el Che” pronto empezó a ser uno de los temas principales en las escuelas, refiriéndose a Ernesto Che Guevara, uno de los ideólogos y comandantes de la Revolución Cubana. “Empezaron a torcer la historia. Ya no era la historia de Cuba. Ya era la historia del nuevo sistema comunista, lo que imperaba”, recuerda Francisco. “Nos enseñaban a odiar el imperialismo, al pueblo de los Estados Unidos”, narra sobre el sistema educativo de su infancia postrevolucionaria. Y naturalmente, Francisco sentía un conflicto interno entre lo que le decía su padre en la casa, y la versión oficial de la escuela, según rememora.

De beige a verde olivo

Cuando triunfó la Revolución, Francisco recuerda que: “Todo siguió igual, todo era particular, había grandes empresas extranjeras. Lo único que se cambió era el traje militar – del beige a verde olivo. Todo eso pasó sin que la gente se diera cuenta. […] Luego empezó a venir la crisis. Ya nada era privado, todo era de la Revolución”, narra Francisco. “Hasta tener una caja como para limpiar zapatos era una actividad hostil”, agrega. Justo cuando “la gente vendía cosas calladita, de casa en casa”, fueron los inicios del mercado negro cubano.

Para negros, pobres y humildes

“La propaganda comunista nos decía que esta revolución se había para los negros, pobres y para los humildes. Nosotros éramos pobres, humildes y negros. La Revolución se suponía que era para nosotros”, narra Francisco. Sin embargo, no fue así. La mitad de una pequeña finca que poseía su familia, fue tomada para montar una lechería del Estado. “Perdimos casi todo. […] Eso es lo que hace la dictadura con las cosas – destruirlas, cuenta Francisco.

La zafra de los 10 millones

Por su edad, Francisco recuerda la crisis de los misiles en 1962, cuando la URSS puso sus misiles y se amenazaba con un conflicto bélico internacional. Recuerda la zafra de los 10 millones en 1970, cuando Cuba dedicó todos sus recursos para conseguir la producción de 10 millones de toneladas de azúcar. “Aquí con todos los planes, con la cortadura de caña, no se lograron los 10 millones. Ese fue un revés económico, político y de todo lo tipo para la dictadura. […] Decían: ‘Convertiremos el revés en victoria’. Yo no sé en qué victoria, porque no hubo ninguna victoria. No teníamos ni azúcar, ni nada. El daño económico fue inmenso. El país cayó en monocultivo. Hasta la madera la importaban desde Rusia, […] porque acabaron con todos los bosques de Cuba, para sembrar la caña”, narra Francisco.

El mundo a nuestros pies

En su juventud, Francisco era “semirebelde”, como él mismo la describe. Fue marcada por pantalón estrecho y en general, vestir a la moda, y música inglesa – todo eso por aquel entonces siendo considerado como una “desviación ideológica”. Y para el colmo, Francisco era cristiano, y “todo cristiano era considerado como un posible contrarrevolucionario”. Pero como bien agrega, “éramos jóvenes y pensábamos que teníamos el mundo a nuestros pies”.

Unidad Militarizada de Ayuda en Producción

Más tarde, cuando en 1972 se fue a la Habana a estudiar la galvanotecnia, conoció a un libanés que se hizo su amigo, y con el cual “empezó a andar con los hippies”. Su amigo libanés Pasha era mucho mayor que Francisco – mientras él tenía 16 años, Pasha habrá tenido unos 37. Lo acompañaba a distintas actividades culturales, incluyendo la Casa de la Cultura Checoslovaca. Pasha había estado en una UMAP – Unidad Militarizada de Ayuda en Producción. “El UMAP fueron unas unidades de producción, un tipo de campo de trabajos forzados copiado de las gulags rusas. Ahí mandaban a los lumpes y antisociales, como decían ellos, a los homosexuales, a toda esa gente la mandaban para ahí para hacer trabajos forzados, sin haber cometido ningún delito”, describe Francisco. El descubrimiento de las UMAP por parte de Pasha fue una de las cosas medulares que fue formando las ideas de Francisco en contra del régimen de los Castro.

Servicio Militar

Cuando volvió de La Habana de vuelta a Santiago de Cuba, empezó su Servicio Militar. “Me gustaba aquello militar y todas las armas”, describe Francisco. Sin embargo, después de apenas 7 meses de Servicio fue expulsado, a pesar de que quería voluntariamente ingresar a la Guerra de Angola[1] que estaba justo iniciando. “Yo quería entrar a una guerra, increíble, era una paradoja - yo estaba ahí, no siendo comunista, pero me gustaba ir porque tenía un arma en las manos”, narra sobre una de las mayores paradojas de su vida.

Abajo Fidel

A finales del 1975 marca pautas su “otra etapa de disidencia contra el Gobierno” que tuvo que ver con haber sido aceptado a un curso educativo en Checoslovaquia, cuya invitación le rompió a Francisco su hermano, y en vez de él se fue a un curso en Alemania. Francisco pintó en una pared “Abajo Fidel”, lo cual lo describe como “una locura para aquella época”. Y la pintó bien – en pintura de aceite para que no se borrara. Aquella vez no lo capturaron.

Carácter partidista de las clases

En 1978 se graduó de la Facultad de Física que estudiaba en un curso nocturno, y empezó a trabajar en una escuela especial. “Ahí, yo no hablaba de política. Mis clases eran excelentes, pero yo tenía que declarar el carácter partidista de las clases, y me negaba a ello. Yo siempre decía que iba allí a enseñar y no a enseñarles política a los alumnos”, recuerda Francisco la presión incesante por inculcar asuntos políticos en la educación. Por aquellos tiempos, había encima unas cuotas establecidas por el Partido Comunista, de la cantidad de estudiantes aprobados, y que conste que era una cuota extremadamente elevada – el 96 por ciento de alumnos tenían que aprobar forzosamente para cumplir con la cuota. “Mientras más apruebes, más te pagan. Pero eso es deshonesto, así que fui en contracorriente”, añade Francisco. Con su actitud, Francisco se ganó el amor de sus alumnos y se nota que recuerda aquellos tiempos con cariño. Sin embargo, en medio de aquellos momentos que parecían casi idílicos, Francisco cayó preso. La razón fue que en 1982 se acercó al hotel Habana Libre para conseguir dólares para poderles comprar unos zapatos a sus hijos, y fue sorprendido con la divisa en la mano – en concreto fueron cinco dólares. “Incluso había extranjeros presos por venderles dólares a los cubanos. Es que antes el Gobierno le tenía un odio feroz a los dólares, con tanto que aman a los dólares ahora”, menciona la ironía Francisco.

Primera vez en prisión

Sirvió 13 o 14 meses en la Cabaña y en el Combinado del Este, donde conoció a muchos presos condenados por el tráfico de drogas, pero también con los presos políticos, entre ellos a Mario Chanes de Armas. En horas infinitas de charlas, Mario le describió incluso a Fidel Castro, con el cual personalmente había estado preso. Se lo describió “como hombre arrogante, testarudo, suspicaz, inteligente para el mal. Si es que la maldad es inteligencia. Más o menos”, recuerda Francisco, cómo sus ideas sobre la realidad cubana se estaban formando con más detalle. “La prisión fue como una escuela. Salí pensando que aquí hay que hacer algo con la dictadura. Algo fuerte”, se muestra decidido Francisco. Salió de la cárcel a principios del año 1984, y volvió a trabajar en aquella escuela especial en el barrio de Vista Alegre en Santiago de Cuba, donde fungía de electricista. Según su narración, los años 80 eran “una de las mejores etapas de Cuba”, porque la crisis llegó hasta en los años 1990 con el Periodo Especial[2]. “Todo era paz y felicidad, todo era relativamente barato. […] Nadie hablaba de oposición en las calles. Yo cuando hablaba de lo vivido [en la prisión], me miraban como algo raro”, recuerda Francisco.

Glasnost y perestroika

Entre tanto, gracias a unos colegas de su trabajo, conoció a unas chicas. Sus colegas le decían: “Compadre, por aquí pasan unas mujeres bellísimas, no sabemos si son polacas o rusas”. Eran, de hecho, rusas, y trabajaban en la Embajada soviética. Francisco, gracias a saber inglés, se puso a hablar con ellas y estableció un noviazgo con una de ellas, “una mujer extremadamente bella”, llamada Olga Leonidosna Kushnesovoy. Olga, dentro de poco, se convirtió en su mujer, y Francisco gracias a ella mantenía unos lazos estrechos con el personal diplomático de la Embajada. Y justo gracias a estos lazos, Francisco se daba cuenta detallada de los movimientos de glasnost y perestroika[3], sobre los que la prensa cubana mantenía un silencio estoico. “Fíjese usted que no es problema de Cuba, el comunismo internacional los obliga a ser hipócritas, a tener dos caras, hasta a ellos también”, se refiere en sus recuerdos a aquellos diplomáticos soviéticos. Y también fue gracias a estos lazos, que a las manos de Francisco de repente le llegaban libros prohibidos en Cuba, y Francisco decidió empezar a difundirlos por las calles de Santiago de Cuba. “Yo los cogía a paqueticos y empezaba a distribuirlos sobre las calles, para que los cubanos se dieran cuenta de glasnost y perestroika. […] Los ponía en los bancos, atados con una cuerda, fingía estar apurado para coger una guagua [autobús] y dejaba los libros en los bancos para que otros se los llevaran. […] Cogían esos libros y se los llevaban para sus casas. Y esas personas que leían estos libros, empezaban a cuestionarse cosas que decían, ay, que Fidel Castro decía una cosa y era otra cosa”, narra Francisco.

Doble vida

Pero a pesar de que en su trabajo en la escuela se negaba a hablar de política, en su vida privada hacía justo lo opuesto y llevaba una vida “contestataria”, como la describe. Empezó con la difusión de la literatura prohibida, pero poco a poco, quedó convencido de que la lucha armada era la opción adecuada como para derrumbar a la dictadura, y empezó a formar una célula armada. “Es mucho más rápido tumbar el comunismo mediante la lucha armada: Pero es un proceso sangriento. Pero hay muchos que piensan morir por la patria”, resume Francisco sus opiniones. La primera investigación de la policía de sus actividades ilícitas llegó alrededor del año 1988 o 1989, pero todavía seguía en libertad. Sin embargo, cuando cayó la Unión Soviética, en 1990, empezó a recaudar armas para atacar la dictadura con su célula. Recaudaron fusiles Winchester, escopetas, pistolas, municiones, explosivos y armas blancas y empezaron a derrumbar edificios, torres de Guantánamo, terminales de petróleo etc. Hay que subrayar que Francisco no considera estos hechos como actos terroristas. “Íbamos a morir”, cuenta a secas. Todos sus compañeros cayeron presos, “por relacionarse conmigo, por estas acciones”. Uno de ellos, Fermín Álvarez Álvarez, resultó ser traidor. Una vez, su compañero Fermín, visitó a Francisco en su casa a las cinco de la mañana, diciéndole que la policía lo había soltado. “Yo ya supe que él me había entregado”. A los 20 minutos, su casa estaba atrincherada y él sólo estaba intentando deshacerse rápidamente de las armas. “Toda la cuadra rodeada. Y me sacan esposado”. Lo llevaron a investigación a una celda especial. ’¿Si sabías que ya estábamos detrás de ti, por qué seguiste?’, le preguntaron los oficiales. “Porque había que seguir. Porque la dictadura hay que derrocarla. Y hay que morir por la patria”, les respondió Francisco. Pasó varios días de tortura en una celda inhóspita, casi a cero grados centígrados. Después lo trasladaron a la prisión Mar Verde, y de ahí a Boniato. “Esta prisión mía ya tiene otro carácter, ya había voces lejanas de oposición. Leves, tenues…”, narra Francisco, cómo por julio o agosto de 1990 empezó el periodo de dos décadas prisioneras.

En la prisión de Boniato

En Boniato, recibían conferencias por parte de la Policía Política. Un mayor los reunió en el comedor: “Yo me paro delante de todo el mundo y empiezo a incriminarlo. A decirle lo abusadores que eran, lo dictadores, lo malos, lo opresores que eran. Y le dije que todo lo que decía era mentira”, recuerda Francisco sobre su “entrada” a la prisión. Los tocaba vigilancia armada continua. Tortura por parte de los guardias. Falta de comida, de medicamentos y de atención médica. Frío constante por las noches. Y de todo eso narra Francisco detalladamente. Recuerda a un capitán de Boniato, al cual se le decía Jesús el Manco, porque una explosión le destrozó tres dedos, y que se hizo famoso “por lo sádico y horrendo que era, torturador de presos, un criminal, todo un asesino”. Recuerda a un preso llamado Luis Mario que era de Santiago de Cuba, que fue matado a golpes, pero el médico certificó que su muerte se debió a sobredosis de psicofármacos. “Esto estoy diciendo hoy, que, si alguna vez la familia de Luis Mario lo ve, que sepan que esto fue cierto”, narra conmovido Francisco. “Asesinaron a Luis Mario y diagnosticaron que fue por sobredosis de pastilla. Es increíble tanto cinismo”, cierra el pensamiento.

20 años de rebeldía

Francisco se mantuvo firmemente anticomunista durante las dos décadas enteras en la prisión. Una vez, cuando vino una delegación de la provincia a visitar el establecimiento prisionero, “Yo los veo por una ventana y empiezo a gritar con todas mis fuerzas: Abajo Fidel y abajo a la dictadura. Y todo aquel oficial que había venido empezaron a mirar para la celda desde dónde estaba gritando”, rememora Francisco. Por su actitud contestataria, lo privaban de visitas, no tenía más visitas que dos al año, y, de hecho, durante siete años consecutivos le fueron negadas completamente. “Yo tenía una actitud de rebeldía total. Estuve 20 años de rebeldía. Jamás me paré firme delante de un oficial ni delante de nadie. Nunca caminé con la mano por detrás porque decía que no era una manera natural de caminar”.

Hijos

Cabe mencionar que, durante su presidio, su propia familia enfrentaba unas complicaciones económicas. Una vez tuvo que irse su madre desde la prisión de Boniato a la casa caminando, lo cual eran 20 kilómetros. “Estuvo más de seis horas caminando por no tener 20 centavos para coger una guagua [autobús], nunca se me ha olvidado esto”. Ni su esposa con la cual se casó justo antes de caer preso por primera vez, Ana Cecilia Martínez, tuvo posibilidad de visitarlo. “No sé ni cómo expresarlo, se hizo aliada incondicional de la dictadura, le podían asesinar a los hijos en plena cara y diría que estaba bien hecho”, todavía no se la puede creer Francisco. Con Ana Cecilia tuvo dos hijos, un varón y una hembra, y su mamá, la esposa de Francisco, no les decía dónde estaba su papá ni por qué. “Los crían en eso del comunismo, y eso y lo otro”, cuenta Francisco. Ana Cecilia, más tarde, se volvió a casar con un mayor retirado del ejército, pero Francisco les seguía escribiendo a sus hijos. Las cartas nunca fueron entregadas.

Presos políticos

Posteriormente, a Francisco, lo trasladaron a la prisión de Guantánamo, así que en su narración resume lo vivido en las dos de las peores prisiones cubanas. En el transporte: “Y grito: ¿Hay algún preso político aquí? Y ahí venía Antúnez. ‘Yo soy preso político’”, le respondió José Luis García Pérez “Antúnez”, agregándose a la lista de los presos políticos de cuyas charlas e ideas se nutría Francisco ya desde su primer presidio. Néstor Rodríguez Lobaina, José Antonio Frandín, Martha Beatriz Roque Cabello, Osvaldo Medina, estos son al menos algunos de los co-presos de Francisco de los tiempos de Boniato y de Guantánamo, donde se pasó dos años para ser de nuevo vuelto a trasladarse a Boniato.

En Boniato, esta vez terminó en su departamento especial llamado “Boniatico”. “Boniatico es en sí una prisión dentro de otra prisión. Un régimen de castigo especial, famoso por los crímenes que se han cometido ahí, los asesinatos, la brutalidad policial que hay ahí. Los guardias que han entrado ahí son guardias especiales. Aquí llevan guardias que tienen psicosis criminales, que no miran para atrás si tienen que matar a alguien”, describe Francisco.

Hambre del Periodo Especial

A Cuba, y por lo tanto naturalmente también a sus prisiones, les llegó el Periodo Especial. En Cuba había escasez de alimentos tremenda, lo cual en las prisiones se extrapolaba todavía a unas alturas inimaginables. Francisco, midiendo 1.72 metros, por aquel entonces pesaba 114 libras (unos 52 kilógramos). “El hambre era tal que vi esto en la prisión en Boniato: presos tomar un jarro de aluminio, coger una cuchilla y cortarse la vena de aquí a aquí y poner el jarro de aluminio para gotear la sangre. Y cuando el jarro estaba por aquí de sangre ya, cogían agua con sal y le echaban la sangre de ellos mismos. Y la ponían en unas fogatas que hacían allí con poliespuma. Y hacían morcilla con su propia sangre y se la comían. Eso hacían presos en la cárcel de Boniato”, recuerda Francisco. “Ahí [en Boniato], los presos se inyectaban sangre de SIDosos [personas padeciendo del SIDA], se cortaban las venas, se sacaban los intestinos, se pinchaban los ojos para quedarse ciegos, y todo eso para que los llevaran al hospital del penal para comer un poquito”, narra Francisco y de repente se conmueve de tantos recuerdos que se le amontonan a la hora de la narración. Recuerda a un chavo flaco que se inyectó orines en su rodilla izquierda para que le infectara. Tuvieron que cortarle la pierna al chico, porque cogió gangrena. “Él sólo quería una cosa simple. Él no pedía comida, no pedía libertad ni nada. Él sólo pedía que por favor lo llevaran en una caravana de presos a La Habana, porque él era de La Habana y su familia no podía venir a verlo a Boniato. […] Tuvo que cortarse una pierna completa para que lo llevaran a La Habana. Esas son cosas del comunismo de Cuba”, resume Francisco.

Tortura en Boniatico

Lo que más destaca entre sus recuerdos de Boniato, es la tortura. “Cuando yo llego ahí [a Boniatico], hay como un buró hecho de concreto, más o menos tenía unos 40 de alto por 2 metros y medio de largo, y de ancho como unos 50 centímetros. […En él había una madera en la que] estaban clavados como unos 20 o 25 clavos. […]De cada clavo cuelga un dispositivo para hacer sufrir a los presos. Por ejemplo, allí colgando, había un black jack, como le decían aquí, en otro había un cable torcido de electricidad, en otro había un rabo de buey, en otro había un lomo de buey curtido, un machete sin filo, cosas enrolladas en tape, palos de guayaba, porras de goma, bastones eléctricos […] Había unos bastones que eran recién llegados de la Unión Soviética, que el mango era un dispositivo y estaba el bastón que tenía un orificio que le disparaba a los presos gas pimienta. Y cuando el preso empezaba a ahogarse, le daban en la cabeza. Un bastón eléctrico tenía como resistencia en la punta y tocaban a los presos con eso y les daban una descarga eléctrica, y luego con el bastón les daban golpes. Cada bastón de estos, y cada dispositivo de estos, tenía un nombre en un cartelito. Estaba el bastón aquí, los dispositivos aquí, y decía aquí un tape que decía aspirina, dipirona, amitriptilina, gotas, así cosas. Con nombres de medicamentos. Cuando un preso llamaba a un guardia y le decía: ‚Guardia, me duele la cabeza, me duele el estómago, me duele un pie, necesito que me den una medicina o que me lleven al médico’, decía el guardia: ‘Ah, yo te doy medicina, ¿qué te hace falta? Para ir a buscarlo en el hospital’. Le decía: ‘Dame dos aspirinas, o medicamento para el estómago’. Le decía el guardia: ‘¿Cuántos quieres? ¿Uno? ¿Dos?’ ‘Pues dos, o cuántos puede.’ Y van para allí, para el lugar ese. Por ejemplo, si era amitriptilina porque el preso no podía dormir, iban por el bastón o por el cable que era la amitriptilina y lo esposaban ahí en la celda. ‘¿Así que tú querías dos de amitriptilina? Y con el bastón le metían dos palazos por la cabeza, dejándolo desmayado ahí. […] Esa la medicina del preso - golpes y más golpes. Eso lo hacían en Cuba”, concluye narrando sobre la tortura prisionera Francisco.

En 2004, el padre de Francisco fallece. “Él hablaba de mí con mucho orgullo”, recuerda Francisco. Sin embargo, en vez de las dos horas estandardizada que se les suele otorgar a los presos para poder despedirse de sus difuntos en las funerarias, a Francisco le dieron meramente ocho minutos. En estos ocho minutos, vio por última vez a algunos de sus miembros de la familia, como por ejemplo a sus hijos. “Crecieron con una idea errónea de quién yo era”, resume Francisco. Hoy no sabe el paradero de sus hijos, sólo sabe que su hija es músico jazz y vive en los Países Bajos. “La dictadura me quitó toda mi familia. Son las cosas que uno tiene que sufrir cuando abraza una idea”, aclara Francisco.

Nunca me dejaron caer

Francisco Herodes Díaz Echemendía fue puesto en libertad el 15 de febrero de 2020, después de haber servido 20 años y 10 días de privación de libertad. “Yo soy negro, humilde, pobre, honrado, cristiano, cubano y anticomunista. Siempre lo he dicho”, resume su vida en pocas palabras. “Estuve 20 años y 10 días plantado, allí nunca me pudieron claudicar. Yo siempre digo que si yo, un simple mortal, lo pude hacer, las otras personas también lo pueden hacer. ¿Qué me ayudó? Primero, ayuda de Dios, esto es innegable. Segundo, mi amor por la libertad de Cuba. Mi sentimiento patriótico, mi convicción, mi honra, mi decoro. Nunca me dejaron caer”, cierra la entrevista Francisco.

 

[1] La Guerra de Angola fue un conflicto bélico con la finalidad de la independencia de Angola. Inició en 1975 y terminó en 1990, y Cuba participó activamente con sus tropas en el territorio angolano.

[2] El Periodo Especial de los años 1990, fue marcado por la caída de la Unión Soviética y por lo tanto el fin de los incentivos económicos soviéticos.

[3] Glasnost o glásnost, del ruso apertura, se refiere a la política llevada a cabo a la par de la perestroika en la Unión Soviética por el presidente Mijaíl Gorbachov entre 1985-1991. Mientras que la perestroika se enfocaba en la reestructuración económica de la URSS, la glásnost se centraba en la liberalización del sistema político.

 

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„Jsem Echemendía, pořád jsem tady, nepodařilo se vám mě zlikvidovat,“ řekl na ulici Francisco Herodes Díaz Echemendía při náhodném setkání jednomu z jeho bývalých vězeňských dozorců po 20 letech odnětí svobody. Echemendíovo svědectví o tom, jak se žilo v nejtvrdších vězeních na Kubě je niť, která se táhne celým sedmihodinovým rozhovorem poskytnutým Paměti národa v březnu 2020.

Francisco Herodes Díaz Echemendía se narodil 16. září 1956 v Santiago de Cuba. Jeho otec Francisco Enrique byl voják z povolání, který se účastnil útoku na kasárna Moncada 26. července 1953. Právě ten dal vzniknout a současně i pojmenoval Hnutí 26. července, které pod velením Fidela Castra mělo za cíl svrhnout kubánského diktátora Fulgencia Batistu a nastolit na Kubě ideály Kubánské revoluce. Franciscova matka Magdalena s těmito ideály však příliš nesouzněla a rozhodla se před „problémy s teroristy z Hnutí 26. července“ raději odstěhovat k příbuzným do Las Tunas západně do kubánského vnitrozemí.

Franciscova matka byla před vítězstvím Castrovy Kubánské revoluce roku 1959 učitelkou a Francisco na ní vzpomíná jako na velmi inteligentní, klidnou a kultivovanou osobu, která s ním mluvila o humanitních záležitostech ještě dávno předtím, než se začalo veřejně hovořit o lidských právech. Na základě toho je vcelku překvapivé, že jak Franciscův bratr, tak jeho sestra se stali militantními komunisty, zatímco Francisco už ve 13 letech o režimu Fidela Castra pochyboval. „Neuvěřitelné, co dělá diktatura, aby rozdělila rodiny,“ hodnotí Francisco.

Ne kontrarevolucionář, ale antikomunista

Francisco vzpomíná, jak po vítězství Kubánské revoluce v roce 1959 prakticky celá kubánská armáda začala pracovat pro castrismus. Jeho otec však nikdy komunista nebyl: „Vždy mě poučoval o chybách, které napáchali komunisté ve Španělsku, a také Rusové a Čínané, proto jsem se nikdy nestal komunistou,“ vysvětluje Francisco, který byl pro otce oporou, když musel kvůli svému politickému přesvědčení vojenskou dráhu opustit a stát se kovářem. „Hodně lidí mi říká, že jsem kontrarevolucionář,“ vypráví Francisco s odkazem na nálepku o svém osobním nesouladu s ideály Kubánské revoluce. „Já jim ale říkám že ne, já jsem totiž antikomunista,“ upřesňuje své životní stanovisko.

Být jako Che

Ze svého nejranějšího dětství si Francisco pamatuje, že vzdělávací systém byl ještě stále stejný jako před Revolucí, a ve třídách se vyučovalo „postaru“, rozumějte „kvalitně“. „Učitelé tam byli proto, aby učili, ne aby plnili nějaký plán,“ vzpomíná Francisco. To se však brzy mělo drasticky změnit a „být jako Che“ se brzo stalo jedním z nosných témat na školách, odkazující na Ernesta Che Guevaru, jednoho z ideologů a velitelů Kubánské revoluce. „Začali překrucovat historii. Už to nebyly dějiny Kuby. Byly to dějiny nově nastoleného komunistického systému,“ vzpomíná Francisco. „Učili nás nenávidět imperialismus, lid Spojených států amerických,“ vypráví o vzdělávacím systému svého porevolučního dětství. Francisco se, stejně jako řada dalších kubánských dětí oné doby, nacházel mezi mlecími kameny verzí, kterou slýchával doma, a tou, kterou diktovaly školní kánony.

Od béžové k olivově zelené

„Vše zůstalo při starém, existovalo osobní vlastnictví, na Kubě stále ještě působily velké zahraniční firmy. Jediné, co se změnilo, byla vojenská uniforma – z béžové na olivově zelenou. To vše se stalo, aniž by si toho lidé všimli,“ popisuje Francisco první měsíce po vítězství Kubánské revoluce. „Poté přišla krize. Nic už nebylo soukromé, všechno patřilo Revoluci,“ popisuje, jak rychle se poměry na ostrově změnily oficiálním příklonem k marxismu-leninismu pouhé dva roky poté, co Fidel Castro vítězně vstoupil do Havany a ujal se vlády na Kubě. „Za nepřátelskou činnost bylo tehdy označované i pouhé pouliční čištění bot. Lidi začali obchodovat potichoučku dům od domu,“ dodává. Právě tehdy se zaselo semínko kubánského černého trhu, který ostatně funguje až dodnes.

Pro černé, chudé a prosté

„Komunistická propaganda nám tvrdila, že Kubánská revoluce je pro černé, chudé a prosté. My jsme byli černí, chudí a prostí. Revoluce měla být pro nás,“ krčí Francisco rameny. Není asi třeba připomínat, že realita byla diametrálně odlišná. Polovinu rodinné farmy jim režim odebral k založení státní mlékarny. „Přišli jsme prakticky o všechno. Přesně tohle totiž dělá diktatura – umí všechno zničit,“ hodnotí Francisco.

Desetimilionová sklizeň

Ve stejném duchu vzpomíná i na takzvanou desetimilionovou sklizeň, ve které si Fidel Castro vytyčil (i podle tehdejších světových odborníků nedosažitelný) cíl během roku 1970 sklidit celých 10 milionů tun cukrové třtiny. Všichni Kubánci, co měli ruce a nohy, byli ze svých pracovních míst odvoláni na sklizeň, k jejímuž úspěchu Kuba podřídila naprosto všechno. Namísto obřího úspěchu byla celá cukrová akce kolosální propadák: „Byla to pro diktaturu ekonomická i politická zpátečka,“ popisuje Francisco. „Říkali: ‚Proměníme neúspěch ve vítězství.“ Nemám tušení, o jakém vítězství mluvili, protože žádné vítězství nebylo. Neměli jsme ani cukr, ani nic jiného. Ekonomické škody byly obrovské. Zemědělství upadlo do monokultivu. Dokonce i dřevo se dováželo z Ruska, protože na Kubě vykácely všechny lesy, aby mohli pěstovat cukrovou třtinu,“ vzpomíná Francisco na jeden z největších propadáků režimu Fidela Castra.

Svět u našich nohou

Francisco byl dle svých slov v mládí „polorebel“. Nosíval úzké kalhoty a jiné módní výstřelky a poslouchal anglickou hudbu – vyznával vše, co bylo považováno a ideologickou odchylku. Navíc byl křesťan a každý věřící byl v očích režimu možným kontrarevolucionářem. „Byli jsme mladí a mysleli si, že nám svět leží u nohou,“ vzpomíná Francisco. Když roku 1972 odešel do Havany, aby získal specializaci v galvanickém pokovování, poznal Libanonce jménem Pasha. I přes velký věkový rozdíl (zatímco Franciscovi bylo 16 let, Pashovi kolem 37) spolu obráželi rozličné kulturní aktivity po městě, včetně návštěv Československého kulturního domu. Pasha mu vyprávěl o nuceném pobytu v táborech UMAC – Unidades Militarizadas de Ayuda a la Producción, tedy „Vojenských jednotek výrobní pomoci“, jak se mezi lety 1965-1968 nazývaly kubánské tábory nucených prací. „UMAP byly výrobní jednotky, typ tábora nucených prací okopírovaný od ruských gulagů. Tam posílaly lumpy a asociály, jak oni říkali, ale i homosexuály, všechny tyhle lidi tam posílali na nucené práce, aniž by spáchali nějaký zločin,“ popisuje Francisco. Objevení existence táborů UMAP Pashovým vyprávěním znamenalo pro Francisca jeden z klíčových momentů konečného rozuzlení Franciscových proticastrovských a protikomunistických myšlenek.

Životní paradoxy

Když přišla chvíle nástupu na povinnou vojenskou službu, cítil se jako ryba ve vodě – odjakživa ho přitahovalo vše spojené se zbraněmi. Dokonce se přihlásil jako dobrovolník do války v Angole, která tehdy začínala a kubánské jednotky v ní stály po boku levicových Lidových ozbrojených sil angolského osvobození. „Zní to až neuvěřitelně, že jsem chtěl vstoupit do války – nebyl jsem komunista, ale chtěl jsem narukovat, abych mohl mít v ruce zbraň, vzpomíná na jeden z nejparadoxnějších momentů ve svém životě. O to paradoxnějším, že po pouhých sedmi měsících byl z vojenské služby vyloučen a přidal si tak další pomyslný hřebíček do ideologické rakve.

Další hřebíček přišel, když se Francisco přihlásil roku 1975 na vzdělávací kurz v Československu. Vypadalo to, že jeho cestě nic nebrání, ale onu pozvánku z Československa roztrhal Franciscův prorežimně smýšlející bratr, aby se sám mohl zúčastnit namísto něj kurzu v Německu. Franciscova trpělivost přetekla a na zeď v sousedství napsal barvou „Pryč s Fidelem“: „Na tehdejší dobu to byla nepředstavitelná drzost,“ popisuje a se smíchem dodává, že se vážně vynasnažil – onen nápis vyobrazil pěkně olejovou barvou, aby nešel přetřít. Tehdy ho ještě nezatkli.

Stranická povaha výuky

Roku 1978 dokončil večerní studium Fyzikální fakulty a stal se učitelem ve svém oboru. „Ve svých hodinách jsem politice nemluvil. Studenti to kvitovali, ale já měl povinnost prokázat stranický obsah své výuky, ale tomu jsem se postavil. Vždycky jsem říkal, že jsem tam, abych učil své studenty fyziku a ne politiku,“ vzpomíná Francisco, jaké byly (a dodnes jsou) kladeny režimní nároky na Kubě. Současně měl Francisco stejně jako jiní pedagogové povinnost nechat projít svým předmětem celých 96 procent žáků, aby splnil předepsané kvóty. „Čím víc jich necháš prospět, tím víc ti zaplatí. To ale přece není čestné, musel jsem jít proti proudu,“ dodává Francisco. Svým přístupem si vysloužil náklonnost studentů a je na něm znát, že na své působení ve vzdělávání rád sám vzpomíná. Roku 1982 se ale v jeho životě měla začít psát úplně jiná kapitola vztahu s režimem. Právě tehdy ho totiž před hotelem Habana Libre překvapil agent Státní bezpečnosti s pěti dolary v ruce, jejichž směnou chtěl zajistit boty pro své děti. „Dokonce i cizinci se mohli dostat do vězení za prodej dolarů Kubáncům. To proto, že dřív vláda dolary nenáviděla do stejné míry, jakou je teď zbožňuje,“ zmiňuje Francisco tuto ironii.

Udělat něco velkého

Za držení oněch pěti dolarů si Francisco odseděl 13 měsíců odnětí svobody ve věznicích La Cabaña a Combinado del Este, během kterých se setkal s řadou politických vězňů včetně Maria Chanese de Armas. Právě Mario Chanes de Armas, někdejší souputník Fidela Castra z útoku na kasárna Moncada a rovněž Fidelův spoluvězeň z dob diktátora Batisty, byl brzy po vítězství Castrovy Kubánské revoluce označen za zrádce a odsouzen na tři desítky let odnětí svobody, čímž se z něj stal nejdéle sloužící politický vězeň kubánského komunistického režimu.

Během nekonečných rozhovorů Mario popsal Franciscovi i Fidela Castra: „Arogantní, tvrdohlavý, podezřívavý a s inteligencí v rovině zla. Pokud je tedy zlo vůbec inteligencí. Asi takhle, víceméně,“ vzpomíná Francisco na vyprávění svého spoluvězně. „Vězení bylo pro mě jako škola. Odcházel jsem s myšlenkou, že proti diktatuře je potřeba něco udělat. Něco velkého,“ rozhodl se roku 1984 po svém prvním odnětí svobody Francisco. Na místo vyučujícího ho ve škole ve čtvrti Vista Alegre v Santiagu de Cuba už nepřijali, dali mu ale místo elektrikáře. Kuba mezitím zažívala období relativní pohody: „Osmdesátá léta byla jedna z nejlepších v kubánských dějinách. Všechno plynulo v míru a pohodě, bylo relativně levno. Nikdo po ulicích nemluvil o opozici,“ vzpomíná Francisco. „Když jsem začal vyprávět o tom, co jsem zažil ve vězení, všichni se na mě dívali jako na podivína,“ dodává.

Glasnosť a perestrojka

Mezitím se díky svým kolegům z práce seznámil s několika dívkami: „Kámo, tudy chodívají strašně krásné ženy, snad Polky nebo Rusky,“ říkali mu. Nakonec to byly Rusky a pracovaly na sovětské ambasádě. Francisco se dal do řeči s jednou z nich, Olgou Leonidosnou Kushnesovoy, a navázal s ní vztah. Brzy se vzali a díky Olze udržoval úzké styky s diplomatickým personálem sovětského velvyslanectví. A právě díky těmto vazbám se Francisco dozvěděl o glasnosti a perestrojce, o nichž kubánský tisk mlčel. „Všimněte si, že to není pouze kubánský problém, komunismus v mezinárodním měřítku nutil k pokrytectví dokonce i sovětské diplomaty,“ porovnává Francisco. Buď jak buď, tehdy se Franciscovi dostaly do rukou knihy, které byly na Kubě zakázané, a Francisco se rozhodl je začít šířit ulicemi Santiaga de Cuba: „Zabalil jsem je do balíčků převázaných provázkem a pak jsem předstíral, že spěchám na autobus a nechal je ležet na lavičce tak, aby si je lidé vzali a odnesli domů a dozvěděli se o glasnosti a perestrojce. Ti lidé, kteří si ty knihy přečetli, začali zpochybňovat, co [režim] říká. Že Fidel Castro tvrdí něco a přitom je to jinak,” vypráví Francisco.

Dvojí život

V práci plnil svědomitě své povinnosti, ale v soukromí žil, jak říká, „buřičský“ život. Věnoval se šíření zakázané literatury, ale brzy nabyl přesvědčení, že to z jeho pohledu není ten nejefektivnější způsob boje proti režimu: „Je mnohem rychlejší svrhnout komunismus ozbrojeným bojem, i když se při tom prolije krev. Ale je mezi námi řada těch, kteří jsou ochotni za vlast zemřít,“ shrnuje Francisco. První policejní vyšetřování na sebe nenechalo dlouho čekat, začalo někdy kolem roku 1988. Francisco už si nevzpomíná přesně, přeci jen mu v celé té nekonečné řadě začaly postupně splývat. I přes zájem Státní bezpečnosti ještě nějakou dobu zůstával na svobodě.

Jakmile zanikl Sovětský svaz, pustil se s vervou do práce a se svou protirežimní skupinou začal schraňovat zbraně, aby mohli zaútočit na diktaturu. Pušky Winchestrovky, brokovnice, pistole, munice, výbušniny, nože… To všechno se začalo rychle hromadit a přišly první útoky na strategické cíle kubánského režimu – budovy, věže, těžařské plošiny. Pod tlakem výbušnin Franciscovy ozbrojené skupiny padla pěkná řádka kubánských cihel, avšak nic z toho sám Francisco nepovažuje za teroristické činy. „Šli jsme na smrt,“ shrnuje suše. Všichni jeho pobočníci skončili ve vězení, ať už za protirežimní aktivity jako takové či za pouhý fakt, že se s Franciscem stýkali. Jeden z nich, Fermín Álvarez Álvarez, se však ukázal jako zrádce.

Hned jsem věděl, že mě udal

Jednou za rozbřesku, kolem páté ranní, Fermín Álvarez navštívil Francisca u něj doma, prý že ho policie pustila. „Hned jsem věděl, že mě udal,“ měl Francisco okamžitě jasno. A skutečně, během 20 minut byl obklíčen celý blok kolem jeho domu a Francisco se jen horečně snažil zničit anebo poschovávat alespoň část zbraní. Za pár okamžiků ho spoutaného převezli k výslechu: „Pokud jsi věděl, že po tobě jdeme, tak proč jsi pokračoval?“ ptali se ho vyšetřovatelé. „Protože jsem prostě musel. Protože diktaturu je zapotřebí svrhnout. A protože za vlast se musí zemřít,“ odpověděl jednoduše Francisco. V nehostinné cele ho při teplotách kolem nuly mučili několik dlouhých dní. Ztratil přesný přehled. Pak ho převezli do vězení Mar Verde a odtud do Boniata: „Tohle vězení už bylo jiné, daly se v něm slyšet hlasy opozice, i když ještě pořád jen tichoučce, vzdáleně…“ vypráví Francisco, jak v létě 1990, kdy Evropa slavila konec komunistických totalit, začala jeho životní noční můra dvou desetiletí ve vězení.

Dvacet let rebelie

Svůj pobyt v kubánských vězeňských zařízeních odstartovala přednáška od politické policie. Francisco v jídelně vysvětlil pěkně od plic majorovi, co si o násilném, diktátorském a utiskovatelském režimu na ostrově myslí. Dostal okamžitě nepřetržitý ozbrojený dohled. Pravidelné mučení dozorci. Nedostatečné příděly jídla. Neexistující lékařskou péči. Nesnesitelnou zimu v noci.

Francisco vzpomíná na jednoho z dozorců, říkali mu Jesús el Manco, „Bezprstý Jesús“, protože mu výbuch utrhl tři prsty: „Proslavil se svým sadismem a hrůzostrašností. Mučil vězně, byl to kriminálník, učiněný vrah,“ popisuje a pokračuje vyprávěním o spoluvězních ubitých k smrti, zatímco jejich úmrtní listy vykazovaly záhadné infarkty či předávkování léky.

Francisco zůstal po dobu dvou desetiletí ve vězení neochvějným antikomunistou. Jednou přijela do vězeňského zařízení na návštěvu provinční delegace: „Viděl jsem je oknem a ze všech sil jsem začal křičet: ‚Pryč s Fidelem a diktaturou!‘“ Kvůli svému opozičnímu postoji byl zbaven možnosti návštěv, neměl více než dvě návštěvy ročně a ve skutečnosti mu byly sedm po sobě jdoucích let zcela odepřeny. „Měl jsem absolutně rebelantský postoj. Byl jsem vzpurný po celých 20 let. Nikdy jsem vzpřímeně nestál před důstojníkem ani nikým jiným. Nikdy jsem nechodil s rukama za zády, protože jsem si řekl, že to není přirozený způsob chůze,“ popisuje.

Děti

Během jeho věznění se jeho vlastní rodina potýkala s ekonomickými problémy. Jednou musela jeho matka jít z vězení Boniato domů pěšky celých 20 kilometrů: „Šla pěšky více než šest hodin, protože neměla 20 centů na to, aby si chytila autobus, na to jsem nikdy nezapomněl,“ říká. Ani jeho druhá manželka, kterou si vzal těsně před svým prvním nástupem do vězení, Ana Cecilia Martínez, neměla možnost ho navštívit a snad vlastně ani nechtěla: „Ani nevím, jak to vyjádřit, stala se bezpodmínečným spojencem diktatury. Mohli by jí bývali zavraždit její děti přímo na očích a řekla by, že to bylo správné,“ stále nemůže uvěřit Francisco. S Anou Cecilií měl dvě děti, syna a dceru, kteří se však od své matky nikdy skutečně nedozvěděli, kdo je jejich otec a kde a proč skončil. „Jsou vychovávání v komunismu,“ krčí rameny Francisco. Ana Cecilia se později znovu provdala za armádního majora ve výslužbě, ale Francisco nadále psal svým dětem. Dopisy nebyly nikdy doručeny.

Političtí vězni

Později byl Francisco převezen do věznice v Guantánamu, a tak ve svém vyprávění shrnuje, co zažil ve dvou nejhorších kubánských věznicích. Už během transportu se projevil. „Zakřičel jsem: Je tady nějaký politický vězeň? ‚Já jsem politický vězeň,‘“ odpověděl mu José Luis García Pérez, přezdívaný „Antúnez“, čímž se přidal na seznam politických spoluvězňů, z jejichž rozhovorů a myšlenek Francisco dodnes čerpá. Néstor Rodríguez Lobaina, José Antonio Frandín, Martha Beatriz Roque Cabello, Osvaldo Medina, to jsou jen někteří Franciscovi spoluvězni z dob Boniata a Guantánama, kde strávil dva roky, aby byl znovu převezen do Boniata.

V Boniatu však tentokrát skončil na speciálním oddělení zvaném „Boniatico“, paradoxní zdrobnělinkou pro jedno z nejtvrdších kubánských vězení. „Boniatico je samo o sobě vězením uvnitř vězení. Režim speciálních trestů, proslulý zločiny, které tam byly spáchány, vraždami, policejní brutalitou, která tu panuje. Bachaři, kteří tam pracují, jsou speciálně vybíraní. Jsou tam stráže s různými druhy psychóz. Takoví, co se dvakrát nerozmýšlí, když mají někoho zabít,“ popisuje Francisco.

Hladomor v době Zvláštního období

Po pádu Sovětského svazu se přerušil tok finanční pomoci na Kubu a nastalo takzvané Zvláštní období. Na Kubě byl obrovský nedostatek potravin, který se do věznic přenášel v nepředstavitelně velké míře. Francisco měřící 1,72 metru tehdy vážil pouhých 52 kilogramů. „„Hlad byl tak obrovský, že jsem ve vězení Boniato viděl tohle: vězni vzali hliníkovou nádobu a žiletku, a tou žiletkou si řízli do žíly a krev pak nechali kapat do té hliníkové nádoby. A když byla plná asi takhle, vzali slanou vodu a do ní tu vlastní krev nalili. Pak to dali na ohníček, který si dělávali z montážní pěny. A udělali si prostě prejt z vlastní krve a ten pak jedli. Tak tohle vězni ve vězení v Boniatu dělali,“ popisuje Francisco.

Touha dostat se z vězení alespoň na okamžik mimo mříže byla mezi vězni obrovská: „V Boniatu si vězni vstřikovali krev nakažených AIDS, podřezávali žíly, sami sobě vyndavali střeva z dutiny břišní, vypichovali oči, aby oslepli, a to všechno proto, aby je převezli do vězeňské nemocnice, aby se trošičku najedli,“ vypráví Francisco a je náhle dojat tolika vzpomínkami, které se během vyprávění hromadí. Vzpomíná si na hubeného chlapíka, který si vpíchl vlastní moč do levého kolena, aby dostal infekci. Museli mu nohu uříznout, protože do ní dostal gangrénu. „Chtěl jen jednu prostou věc. Nežádal jídlo, ani svobodu nebo tak něco. Pouze s prosíkem žádal, aby ho odvezli vězeňským transportem do Havany, protože byl původem z Havany a jeho rodina ho nemohla za ním do Boniata nemohla přijet. Musel si nechat uříznout celou nohu, aby ho převezli do Havany. Takhle to chodí v kubánském komunismu,“ shrnuje Francisco.

Mučení v Boniatico

Mezi jeho vzpomínkami z Boniato nejvíce vyčnívá ta na mučení. „Když jsem se dostal do Boniatica, byla tam taková betonová police, byla víceméně vysoká asi 40 centimetrů, dlouhá asi 2,5 metru a široká asi 50 centimetrů. Jednou když mě poslali do kanceláře politické policie na výslech, jsem to viděl. Bylo tam dřevo asi téhle tloušťky a na něm 25 nebo 25 hřebíků. Dejme tomu, že moje paže je to dřevo, tak ty hřeby tam byly takhle zatlučené. A na každém hřebíku viselo určité zařízení k týrání vězňů. Byl tam black jack, jak mu říkali, zakroucený elektrický kabel, sušený kravský ocas, tupá mačeta, kvajávové dřevěné obušky, gumové obušky, elektrické obušky… Byly tam i obušky, novinka ze Sovětského svazu, které v sobě měly otvor, kterým se na vězně stříkal pepřový sprej. A když už se vězeň začal dusit, tím obuškem ho zmydlili. Elektrický obušek měl na špičce zařízení, kterým vězňům způsobovali elektrický šok a pak je tím obuškem dorazili,“ popisuje do každičkého detailu.

Tím ale bohužel popis mučení v Boniaticu, onom speciálním oddělení vězení Boniato, rozhodně nekončí: „Každý z těch obušků a z těch zařízení mělo vedle cedulku. Papírovou pásku, na které stálo: aspirin, dipyron, amitriptylin, kapky a tak dále. S názvy léčivých přípravků. Když vězeň zavolal bachaře a řekl mu: ‚Strážný, bolí mě hlava, bolí mě žaludek, bolí mě noha, potřebuji dostat lék nebo abyste mě vzali k lékaři,‘ řekl strážný: ‚Jasně, dám vám léky, co potřebujete? Abych to šel vyzvednout do nemocnice.‘ Vězeň mu řekl třeba: ‚Dva aspiriny nebo léky na žaludek.‘ Strážný na to: ‚A kolik jich chcete? Jeden? Dva?‘ ‚No, dva, anebo kolik zvládnete přinést.‘ A strážný šel tam, do té místnosti. A pokud měl přinést amitriptylin, protože vězeň nemohl spát, sáhl po obušku nebo kabelu, který symbolizoval amitriptylin a připoutal vězně v cele: ‚Takže jsi chtěl dva amitriptyliny?‘ A obuškem mu dal dvakrát po hlavě, až omdlel. Nebo třeba: ‚Potřebuju dipyron na bolest zubů.‘ A strážný s daným zařízením nebo mačetou, která symbolizovala dypiron, zmlátil vězně. To byla vězeňská medicína – rány a nic než rány. Takhle to dělali na Kubě.“

Když jsem to zvládl já, dokážou to i jiní

Nejen fyzická bolest však provázela Franciscova dvě desetiletí v kubánských věznicích. V roce 2004 zemřel Franciscův otec. „Mluvil o mě s velkou hrdostí,“ vzpomíná. Avšak místo standardních dvou hodin, které vězni obvykle dostávají na rozloučenou se svými zesnulými v pohřebních ústavech, dostal Francisco pouhých osm minut. Během těchto osmi minut viděl naposledy některé členy své rodiny, například své děti. „Vyrostli s chybnou představou o tom, kdo jsem,“ shrnuje Francisco. Dnes neví, kde jeho děti jsou. Ví jen, že jeho dcera je jazzová hudebnice a žije v Nizozemsku. „Diktatura mi vzala celou moji rodinu. To jsou věci, které musí člověk přetrpět, když přijme za svou nějakou myšlenku,“ vysvětluje Francisco.

Francisco Herodes Díaz Echemendía byl propuštěn na svobodu 15. února 2020. „Jsem černý, prostý, chudý, čestný, křesťan, Kubánec a antikomunista. Takový, jaký jsem byl odjakživa,“ shrnuje svůj život několika slovy. „Seděl jsem 20 let a 10 dní, ale nikdy jsem se nevzdal. Vždycky říkám, že když jsem to zvládl já, obyčejný smrtelník, tak to dokážou i jiní. Co mi pomohlo? Hlavně víra a pomoc od Boha, to je nepopiratelné. Zadruhé, moje láska ke svobodě Kuby. Moje vlastenecké cítění, moje přesvědčení, moje čest a moje zásady. Ty mě nikdy nezklamaly.“

© Všechna práva vycházejí z práv projektu: Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation

  • Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)