The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.
If you have objections or additions to the text, please contact the chief editor of the Memory of Nations. (michal.smid@ustrcr.cz)
“Querían que dijera en la tele que el imperialismo me había comido el cerebro. Pero a mí nadie me roba el cerebro.”
nació el 4 de febrero 1945 en la finca Petan Paro en el municipio Trinidad, Cuba
en 1959 junto con su hermano Tomás San Gil empezaron el lanzamiento contra el régimen castrista en la zona de Sierra de Escambray, el cual era el más significativo en Cuba
desde 1959 hasta su detención en 1963 era encargada del suministro de la guerrilla
desde 1963 hasta 1979 estuvo encarcelada en varias prisiones
durante su detención estuvo muchas veces humillada, maltratada e interrogada incesantemente
en 1981 logró emigrar vía marítima a Florida
reside en Miami, es viuda y tiene cuatro hijos
participa en eventos anticastristas y difunde las ideas de libre Cuba y su historia por medios de comunicación
Česká verze textu následuje po španělské verzi:
“No dejes que te coman el cerebro, como a mí nunca nadie me ha robado mi cerebro”, dice con convicción Andrea Concepción San Gil Díaz alias Conchita y sigue firme en sus opiniones y hechos, ya desde el 1959 cuando junto con su familia se sublevó al régimen castrista.
Hay que querer a tu patria
Andrea, llamada por todos Conchita, viene de una familia trabajadora y bien posicionada. Sus padres llegaron a Cuba desde las Islas Canarias. Conchita creció en la finca de sus padres, hasta el momento cuando se la quitaron en nombre de reforma agraria de Fidel Castro en el año 1959. En la finca tenían un busto de San Martí[1], dónde ponían flores cada semana. Conchita comenta que sus padres siempre decían: “Mis hijos, ustedes estén a la alerta, ustedes en la vida sean hombres, no importa si ricos o pobres, pero sí con mucha dignidad y con concepto de patriotismo.” Conchita añade que su mamá siempre decía: “Hay que querer a tu patria como me quieres a mí.” Cuando vio con sus propios ojos como les expropiaban la finca y maltrataban el pueblo cubano, le dolió mucho.
La guerrilla de Escambray
Enseguida después de la confiscación de la finca se unió con su hermano en la lucha contra el régimen comunista. En marzo 1959 empezaron juntos el lanzamiento de Escambray.[2] Conchita describe la situación con tristeza: “Realmente fue muy duro porque no se tenía esta preparación militar ni tampoco fluidez económica y de armas, sobre todo.” La guerrilla era dividida en grupos de entre 10 hasta 15 hombres para facilitar el suministro. De esto se encargaba Conchita y un “guía”, como llamaban a la persona que proporcionaba la comunicación entre ella y los alzados. En el año 1960 empezó la limpia de Escambray, iniciada por Fidel Castro con el objetivo de eliminar el movimiento guerillero en las montañas y evitar su potencial unión con los Estados Unidos. Limpieza era conocida también como “la lucha contra los bandidos” y significó pérdida de la mayoría de los hombres de la guerrilla. Los que no murieron en la batalla, cayeron presos, incluso mujeres. “Ella estuvo ocho veces presa, mi mamá, se llamaba Benilde Díaz Brito,” comenta Conchita con adoración a su mamá. “La pelea en Escambray era muy difícil, estaban cayendo hombres uno por uno, pero con valor y con mucho corazón y deseo que nuestra patria sea libre un día,” cuenta Conchita. A los guerrilleros detenidos los torturaban física y mentalmente. Les ponían piedra amarrada en el cuello y los soltaban a una piscina, o si gritaban “libre Cuba” u otro lema contrarrevolucionario, los soldados comunistas los mataron enseguida. Durante la guerra Conchita perdió a sus dos hermanos. A Tomás San Gil lo mataron en un tiroteo, a su hermano adoptado lo mataron sacándole toda la sangre para los soldados castristas. “Hasta dejarlo hecho un papelito, era horrible,” se acuerda Conchita tristemente.
A mí nadie me roba el cerebro
En el año 1963 le pidieron a Conchita que escondiera en su casa a un simpatizante descubierto por el régimen, para llevarlo después a alguna embajada o sacarlo al exilio. Pero Conchita ya se negó, ya que tenía muchos problemas en este tiempo y era muy riesgoso. “A mí también me querían mandar a una embajada o a la lancha, yo no quería,” comenta Conchita. Aunque Conchita insistió en no traer a esta persona descubierta a su casa, los guerrilleros hicieron exactamente lo opuesto. Pronto llegaron a su domicilio muchos jeeps de policía. Conchita estaba justo escondiendo tres armas y una jaba china debajo de su bata de maternidad, donde escondía armas, porque era muy delgada y así no se veía ninguna sospecha. Conchita intentó escapar. “En la calle ya no había dónde irse y aparte se me cayó la jaba,” recuerda Conchita aquel momento de desesperación antes de ser capturada. La llevaron a la comandancia, dónde la tenían una semana interrogando, sin que su familia supiera algo de ella. “Estuve acompañada solo de ratas,” comenta Conchita. Durante las interrogaciones la metían a las neveras industriales, la sacaban y volvían a meter. Conchita se acuerda claramente: “Era para torturarme y darme 20 cualquieras preguntas para responder rápido.” Después la pasaron a la cárcel de hombres de Santa Clara, dónde seguían las interrogaciones, durante las cuales la querían confundir. Eran enfrentamientos muy duros. “Les decía tranquilamente, yo no tengo porque estar oyendo estas palabras,” añade Conchita. Otros le hablaban amablemente, diciendo que la iban a liberar si dice en la televisión que era el imperialismo que le había comido el cerebro, de lo que les Conchita vigorosamente respondía: “A mí nadie me roba el cerebro.” Los interrogatorios duraron desde agosto a octubre 1963, sin juicio, sin noticias algunas por parte de su familia.
Te quieres parecer al Dr. Castro
Finalmente dejaron ir Conchita al juicio. Conchita rechazó a un abogado del partido que le ofrecieron a su madre, uno muy bien preparado. Jovencita Conchita quería defenderse sola. Le dijo al abogado que sabía qué tenía que decir – la verdad, agregándole valientemente: “Entonces se puede largar de aquí el señor, porque no tengo nada que hablar con él.” Como se quería defender sola en el juicio, le preguntaron: “Tú eres distinta y diferente, es que te quieres parecer al doctor Castro?”[3] Conchita comenta que les respondió rápido: “No, primero muerta, ¡nada que ver!”. Al juzgado fue su familia, y a su asombro también unos alzados que conocía. Un alzado declaró en contra de Conchita y describió una historia, cuando él mismo sacó unos archivos de Escambray de la casa de Conchita en lata. Conchita se defendió, se mantenía firme. Una semana después del juzgado la condenaron: “Mujer, te vas a la cárcel, pero a la de los hombres, porque no tenemos para mujeres”. Entonces la mandaron a Guanajay. Conchita con enojo recuerda que era terrible, era un salón mediano y había 80 mujeres. No tenía colchón, la mayoría del tiempo se la pasaba recostada en la pared. “Porque si no, uno se embarraba en los excrementos, ya no quiero ni acordarme,” comenta Conchita. Las visitas eran supuestamente una vez al mes, pero Conchita no había visto a su mamá dos años y medio. Entre los años 1969 y 1979 cumplía parte de su pena, cual representaron los trabajos forzados, los cuales describe con mucho disgusto. Los trabajos los cumplía en varias ciudades por toda Cuba. Enfrentó a mucha gente malvada, maltratándola. Trabajaba en una granja cosechando cerezas y fresas, en una granja de tabaco, en una cocina carcelera donde casi se murió, en una textilera en las máquinas pesando algodón.
Barbara Walters en Cuba
A Conchita le llegó la carta de liberación en el año 1979. Todo empezó cuando llegó a Cuba la periodista americana Barbara Walters, para hacer una entrevista a Fidel Castro. Durante la entrevista en la televisión le preguntó a Castro, por qué había tanta juventud en las cárceles. Castro se hizo pasar por sorprendido y respondió: “Si suena así, se pueden llevar a todos los que quieran de aquí.” Como lo anunció en la televisión, su enunciado tuvo un impacto enseguida.[4] En la lista de presos para ser liberados y llevados a la Embajada de los Estados Unidos venía también nombre de Conchita. Sin embargo, antes de poder irse al exilio pasaron dos años, durante los cuales la vigilaban constantemente y tenía la obligación de reportarse semanalmente en la policía. Aunque Conchita tenía las visas de Martinica, Brasil, Venezuela, Argentina y los Estados Unidos, no la dejaron salir del aeropuerto de la Habana. Le pedían varias veces dinero para sobornos. Gracias a un conocido bien posicionado en Nueva York, cuyo nombre Conchita no quiere revelar, logró juntar el dinero que le pedían para dejarla salir.
Camaronero
En una noche, en el año 1979, llegaron a su casa, cinco minutos para la medianoche y la avisaron que tenía que irse rápido de la casa con su maleta hecha para la salida del país. Conchita preguntó gritando si tenían un helicóptero, porque era imposible llegar al otro lado de la isla a tiempo, ya que el barco salía del puerto ubicado por la Habana. Al final llegó y logró subir a un camaronero llamado “Two Brothers”. Conchita recuerda: “El capitán del barco era un borracho, con ojos rojos, cuando acababa una botella se tomaba otra, y se drogaba también.” Después de 12 horas en la mar llegaron a Florida, de donde los movieron a la base militar “Fort Jackson”, donde había como seis mil personas esperando a sus otros familiares para poder continuar el viaje. Conchita se quedó en la base tres meses. Se acuerda muy tristemente de que había mucho crimen, mucha violencia, y muchos infiltrados que mandó Castro a Estados Unidos. Conchita menciona: “Ni en cárcel viví tanta violencia como aquí en la base.”
Mucho corazón que nuestra patria se va a salvar
Hoy día Conchita vive una vida de gente de tercera edad cómoda en Miami. Tiene cuatro hijos: tres hijas y un hijo. Su esposo se murió después de 12 años casados. Conchita participa activamente en las marchas contra los comunistas y difunde su testimonio y la historia de la guerrilla de Escambray en medios de comunicación. Desde el lanzamiento en Escambray pasaron ya seis décadas, pero ya desde aquel entonces, Conchita cree que un día los cubanos serán libres y que la justicia está en su lado. “Nosotros [luchamos] con mucho corazón y con deseo que nuestra patria se salvará,” comenta Conchita la lucha contra el régimen comunista. Conchita espera que sus compañeros no hayan muerto en vano, que el pueblo siga progresando y adelante, por sus hijos y nietos. Está segura de que algún día van a triunfar.
[1] José Julián Martí Pérez era escritor y político cubano. Es conocido como organizador de la guerra de Independencia de Cuba. Más información aquí: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/marti.htm
[2] Más información aquí: https://www.elnuevoherald.com/ultimas-noticias/article2008184.html
[3] Fidel Castro se defendió solo en el juzgado en el año 1953. Durante el juzgado proclamó la famosa sentencia “La historia me absolverá.“ Más información: http://bureau.comandantina.com/archivos/La%20Historia%20me%20absolvera.pdf
[4] Cuba abre el puerto de Mariel cerca de la Habana y cientos miles de los cubanos aprovechan para salir de Cuba, se llama éxodo de Mariel. Más información por ejemplo aquí: https://www.unabrevehistoria.com/2007/11/exodo-desde-mariel.htm
Česká verze:
“Nenech si nikým vymývat mozek. Já jsem nikdy nenechala, aby mi ho vymyli.“ říká s odhodláním Andrea Concepción San Gil Díaz neboli Conchita a už od roku 1959, kdy se spolu se svou rodinou postavila proti režimu Fidela Castra, si pevně stojí za svými názory a postoji.
Měj rád svou vlast
Andrea, všemi nazývaná zdrobnělinou svého druhého křestního jména Concepción neboli „Conchita,“ pochází z dobře zabezpečené rodiny. Její rodiče pocházeli z Kanárských ostrovů. Conchita vyrůstala na jejich statku Petan Paro až do jeho znárodnění v rámci zemědělské reformy Fidela Castra v roce 1959. Conchita si svůj smysl pro vlastenectví začala uvědomovat už v mládí, když na statku chodili každý týden pokládat květiny k bustě José Martího[1]. Conchita vzpomíná, jak její rodiče vždy zmiňovali: „Děti moje, buďte v pozoru, vždy se chovejte lidsky, není důležité, zda budete bohatí nebo chudí, ale vždy buďte důstojní a uchovávejte lásku k vaší vlasti.“ Přidává, že maminka jí často říkávala: „Měj ráda svou vlast tak, jako máš ráda mě.“ Když Conchita viděla na vlastní oči, jak zabavují jejich statek a jak zacházejí s kubánským lidem, zabolelo ji u srdce.
Povstalci z Escambray
Okamžitě po znárodnění statku se Conchita přidává se svým bratrem k protirežimnímu povstání. V březnu roku 1959 zakládají guerillové hnutí v pohoří Escambray. Conchita smutně popisuje: „Opravdu to bylo velice těžké, neexistovala vojenská příprava pro povstalce ani ekonomické zázemí, hlavně nám chyběly zbraně.” Pro snazší zásobování se povstalci rozdělili do skupin po 10 až 15 mužích. Zásobování měla na starosti Conchita a „guía” [průvodce], jak byla označována osoba zprostředkující komunikaci mezi Conchitou a povstalci. Když v roce 1960 začala tzv. „čistka pohoří Escambray“, nazývaná také jako „válka s bandity”, iniciovaná Fidelem Castrem s cílem potlačit guerillové hnutí v oblasti a vyhnout se možnému spojení povstalců s USA, přišlo povstání o většinu svých mužů. Ti, kteří nepadli v boji, byli zajati, i mnohé ženy. „Moje maminka, jmenovala se Benilde Díaz Brito, byla vězněna dokonce osmkrát,” vzpomíná Conchita s obdivem na svou matku. „Boje v Escambray byly obtížné, muži padali jeden za druhým, ale s odvahou, s láskou a s touhou, že jednoho dne bude naše vlast svobodná”, vypráví Conchita. Zajaté vojáky mučili psychicky i fyzicky. Kolem krku jim vázali provaz s kamenem a házeli je do nádrže. Pokud zajatí povstalci vykřikli například “svobodu Kubě” nebo některé z protirevolučních hesel, komunističtí vojáci je zabili na místě. Během bojů přišla Conchita o své dva bratry, Tomáse San Gila zavraždili při přestřelce. Jejímu adoptivnímu bratrovi pak infuzí vysáli všechnu krev z těla a použili ji pro Castrovy vojáky. „Nakonec byl průsvitný jako papír, bylo to strašné,” vzpomíná se smutkem Conchita.
Můj mozek mi nikdo nevymyje
V roce 1963 požádali Conchitu, aby u sebe doma ukryla režimem odhaleného sympatizanta s guerillou s tím, že by ho později přemístili na některou z ambasád nebo by ho poslali do exilu. Conchita ale nechtěla, v té době už měla hodně problémů s režimem a bylo to příliš nebezpečné. „Mě také chtěli poslat na ambasádu nebo lodí pryč z Kuby, ale já jsem nechtěla,” zmiňuje Conchita. Nakonec ale i přes Conchity nesouhlas přivedli povstalci tuto osobu k ní domů. Policie na sebe nenechala dlouho čekat a před domem Conchity se rychle objevilo několik policejních džípů. Conchita zrovna pod těhotenským kabátem ukrývala čtyři pušky. Kabát používala hlavně k přenášení zbraní, protože byla štíhlá a zbraně tak nebyly vůbec vidět. Pokusila se uniknout. „Na ulici už nebylo kam utéct, a navíc mi vypadla zbraň z kabátu,” vybavuje si Conchita okamžik těsně před jejím zatčením. Odvezli ji na policejní vyšetřovnu, kde byla celý týden vyslýchána. Rodina o ní neměla žádné zprávy. „Společnost mi dělaly jen krysy,” vzpomíná Conchita. Během výslechů jí zavírali do průmyslových mrazáků, po nějaké době ji vyndali a zase strčili zpět, a tak pořád dokola. Conchita si jasně vybavuje: „Bylo to proto, abych trpěla a rychle jim odpověděla na 20 všelijakých nesmyslných otázek.” Poté ji přemístili do mužské věznice Santa Clara, kde výslechy pokračovaly. Bylo to drsné. „Já jsem jim v klidu odpovídala, že nemám žádný důvod poslouchat jejich řeči,” dodává Conchita. Jiní s ní naopak mluvili mile. Nabízeli ji, že když v televizi veřejně prohlásí, že jí imperialismus vymyl mozek, bude propuštěna. Na což jim Conchita bez zaváhání odpověděla: „Mně ale mozek nikdo nevymývá!” Zadržení Conchity bez řádného soudu trvalo od srpna do října 1963. Během této doby o ní nikdo z blízkých přátel ani rodiny neměl žádné zprávy.
Ty se chceš podobat dr. Castrovi
Na podzim roku 1963 mohla jít Conchita konečně k soudu. Odmítla obhájce přiděleného komunistickou stranou, i když byl uznávaným advokátem a byl navíc velmi dobře připraven. Mladá Conchita se ale chtěla obhajovat sama. Sdělila advokátovi, že přece ví, co má říct – pravdu, a statečně dodala: „Takže pane, Vy odtud můžete vypadnout, protože s Vámi nemám o čem mluvit.” Protože se chtěla obhajovat u soudu sama, ptali se jí: „Ty se chceš podobat dr. Castrovi, že?”[2] Na což jim Conchita rychle odvětila: „Ne, to raději umřu, v žádném případě!” K soudu přišla Conchity rodina a k jejímu překvapení i několik povstalců, které znala. Jeden z nich svědčil proti Conchitě. Popisoval situaci, jak z jejího domu vynesl v plechovce dokumenty týkající se povstání v pohoří Escambray. Conchita se hájila, pevně si stála za svou výpovědí, a týden nato byla odsouzena k odnětí svobody. Conchita vzpomíná, jak ji sdělili: „Ženská, ty půjdeš do vězení, ale do toho pro chlapy, protože pro ženský nemáme.” Poslali ji do vězení v Guanajay. Conchita s nechutí vzpomíná na středně velkou místnost s 80 ženami, kde neměla matraci a většinu času trávila opřená o zeď. „Kdybych nebyla pořád opřená, umazala bych se od výkalů všude na zemi, už si to radši ani nechci pamatovat“, vypráví Conchita. Na návštěvy měla teoreticky nárok jednou měsíčně, ale Conchita svou matku neviděla dva a půl roku. Mezi lety 1969 a 1979 vykonávala Conchita nucené práce na různých místech na Kubě, které popisuje s odporem. Setkala se zde se závistivými, sobeckými a krutými lidmi. Conchita vykonávala sběračskou práci na jahodové či třešňové farmě, na tabákové plantáži, ve vězeňské kuchyni, či v továrně na textil, kde pracovala s ohromnými váhami na vážení bavlny.
Barbara Walters na Kubě
Propouštěcí dopis obdržela Conchita v roce 1979. Popisuje, jak ze Spojených států amerických [dále jen USA] na Kubu přijela novinářka Barbara Walters, aby udělala rozhovor s Fidelem Castrem. Během přímého vysílání v televizi se zeptala Fidela Castra, proč se nachází tolik mládeže ve vězení. Castro byl zaskočen a odpověděl: „Pokud to tak vypadá, můžete si odsud odvézt, koho chcete.” Jelikož prohlášení proběhlo v televizi, události se daly do pohybu téměř okamžitě.[3] Na seznamu osob k propuštění pro ambasádu USA se nacházelo i jméno Conchity. Avšak než mohla Conchita emigrovat, uběhly dva roky, během kterých byla stále sledována a každý týden se musela hlásit na policejní stanici. I když Conchita obdržela bez problémů víza Martiniku, Brazílie, Argentiny, Venezuely a USA, nikdy ji nenechali z Havany odletět. Opakovaně po ní kubánští úředníci vyžadovali peníze na úplatky. Naštěstí se Conchitě peníze potřebné k vycestování podařilo sehnat díky dobře zajištěnému známému v New Yorku, jehož jméno si ale nepřeje zmiňovat.
Loď s krevetami
Na odjezd z Kuby vzpomíná Conchita velmi živě. Stalo se to v roce 1979, kdy během jedné noci někdo začal bušit na dveře. Když Conchita otevřela dveře, oznámili ji, že pokud chce vycestovat ze země, musí být se všemi věcmi okamžitě v přístavu. Conchita to vůbec nečekala a zoufale se ptala a křičela, zda mají vrtulník, protože dostat se na druhou stranu ostrova do přístavu, ze kterého měla Conchita odjet, bylo nemožné. Nakonec se však na loď s krevetami jménem „Two Brothers” dostala včas. „Kapitán lodi byl opilec, s červenýma očima, jakmile dopil jednu lahev whiskey, bral si do ruky druhou, také bral drogy,” vzpomíná Conchita na cestu z Kuby. Po 12 hodinách na moři dorazili ke břehům Floridy, odkud byli převezeni na vojenskou základnu „Fort Jackson“, kde se nacházelo kolem šesti tisíc osob. Mnozí z nich zde čekali na své příbuzné a známé, aby mohli společně pokračovat v cestě. Conchita strávila na základně celkem tři měsíce. Se smutkem si vybavuje, jak zde vládla kriminalita, násilí a spousta infiltrovaných osob, vyslaných do USA Fidelem Castrem. Conchita dodává: „Ani ve vězení jsem nezažila tolik násilí jako tady na základně.”
Hodně lásky a naše vlast se zachrání
V současnosti si Conchita užívá pohodlného života v Miami. Má čtyři děti, tři dcery a jednoho syna. Manžel zemřel po 12 letech společného života. Conchita aktivně šíří historii guerillového povstání a svůj příběh v médiích a na různých protikomunistických akcích. Od povstání v Escambray již uběhlo šest desetiletí, ale už v té době Conchita věřila, že Kubánci se jeden den stanou svobodní a že spravedlnost je na jejich straně. „[Bojujeme] srdcem a s touhou, že naše vlast se jednoho dne zachrání,” komentuje Conchita boj proti komunistickému režimu. Conchita doufá, že její přátelé v boji nezemřeli nadarmo a že kubánský lid bude kvůli svým dětem a vnoučatům dále směřovat kupředu. Je si jista, že přijde den, kdy zvítězí.
[1] San Julián Martí Pérez byl kubánský politik a spisovatel. Je známý jako organizátor války za nezávislost Kuby. Více informací: https://cs.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Mart%C3%AD
[2] Fidel Castro se u soudu v roce 1953 obhajoval sám. Během soudu pronesl slavnou větu „Dějiny mi dají za pravdu.“ Více informací zde: https://www.tyden.cz/rubriky/zahranici/amerika/fidel-castro-dejiny-mi-daji-za-pravdu_44934.html
[3] Kuba otevřela přístav Mariel poblíž Havany. Tisíce Kubánců využily příležitost a opouštějí Kubu. Událost je také nazývaná jako Exodus z přístavu Mariel. Více informací zde: https://www.irozhlas.cz/zpravy-svet/kubanci-si-pripominaji-30-vyroci-exodu-do-usa_201004011048_zwaltero
© Všechna práva vycházejí z práv projektu: Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation
Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Iva Fričová)