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Como era católico, no le tenía mucho miedo a la muerte. A lo que sí tenía miedo era estar preso.
nació el 12 de abril de 1943 en Unión de Reyes en una familia pobre
desde edad muy temprana estaba involucrado en las actividades subversivas, primero en contra del régimen de Fulgencio Batista, luego de Fidel Castro
fue arrestado por la Seguridad del Estado por haber participado en la distribución de propaganda anticastrista y por sus vínculos a la Iglesia católica
después del interrogatorio logró escapar de los agentes castristas
pasó varios meses escondiéndose en La Habana y en Guanabo para luego conseguir asilo en la Embajada de Uruguay
pasado un año en la Embajada de Uruguay pudo exiliarse en Estados Unidos
fue muy activo en las organizaciones del exilio, ejerció la función del presidente de los Municipios de Cuba en Exilio
trabajó en la Radio Martí y recibió un premio por la poesía mística
Českojazyčná verze příběhu následuje po španělské verzi:
“Disfrutamos de lo que había. Nunca pasamos necesidades extremas, pero sí las restricciones de un pueblo pequeño, de un padre con poco trabajo, y este tipo de cosas,” explica Julio Armando Estorino Villalobos, nacido el 12 de abril de 1943 en Unión de Reyes. El poblado que hoy en día cuenta con aproximadamente 40 mil habitantes está situado en la parte central de Cuba en la provincia de Matanzas y en aquel entonces ofrecía un ambiente tranquilo donde una buena parte de la población se conocía en persona.
Su padre trabajaba de obrero azucarero. “El trabajo era escaso, se trabajaba tan solo durante unos meses. Los otros meses, el pobre viejo se los pasaba tratando de hacer algo, intentó dos o tres veces poner un negocio, pero siempre le faltaba capital,” cuenta. Su madre era ama de casa. Julio creció en dos casas que se comunicaban por un patio. Una de ellas pertenecía a uno de los muchos tíos de su papá quien tenía siete hijos. A eso hay que sumar los dos hermanos de Julio. Todos juntos, los nueve niños compartían el patio para juegos. Como todos eran bastante pobres, en la familia unos tenía que ayudar a los otros y al contrario. De esta manera se las arreglaban de una forma sustentable. En lo que se refiere a la educación, Julio empezó a ir a una escuela privada que cobraba un dólar y medio al mes. “Los primeros cuatro grados estábamos todos en la misma aula. Entonces yo iba oyendo lo que se enseñaba a los muchachos mayores y al final cuando acabábamos el primer grado ya lo habíamos oído todo. Sabía leer y escribir, algunos fundamentos de matemática...” detalla cómo eran las clases. Ya de esta época se datan sus primeros contactos con la poesía que posteriormente se convirtió en una de sus vocaciones más íntimas. Para poder continuar con los estudios después del octavo grado, había que ir todos los días a Matanzas. Sin embargo, la familia no se podía permitir tal costo. A Julio le ayudó una tía, que primero le pagó un curso de mecanografía, y después lo que se llamaba secretariado, que suponía por ejemplo la tipografía. “No me gustaba mucho, pero era lo que había,” comenta. En 1960, después del triunfo de la Revolución Cubana, pudo matricularse en la Escuela de Comercio en Matanzas. “Como era lo único que estaba al alcance, pues empecé allí, pero aquello duró nada más un año, porque ya las cosas se estaban poniendo muy malas con la revolución y tuve que dejarlo todo.”
A pesar de su temprana edad, Julio empezó a involucrarse en la lucha en contra de la dictadura del general Fulgencio Batista. A los catorce años ya estaba vendiendo los bonos del Movimiento 26 de Julio y salía a quemar los carteles electorales de Batista. Su involucración a este tipo de actividades tenía que ver con su relación con la Iglesia católica. “Allí adquirí más que esa devoción una gran consciencia social. Comprendía lo que era la justicia y la lucha por los derechos de los pobres. Eso se impregnó mucho en mí. Además era un niño muy contestatario,” continúa narrando. El triunfo de la Revolución cubana lo considera su primera gran experiencia política. Al principio lo llenaba de alegría. “Era la culminación de todos los deseos. O sea, se cae Batista y viene Fidel que va a acabar con todo, porque este es un hombre bueno... Sin embargo, gracias a Dios no perdí mi ojo crítico,” resalta. Lo primero que le llamó la atención eran los fusilamientos. Más tarde vinieron las sospechas de que los comunistas se estaban infiltrando en las filas de los revolucionarios. En lo que se refiere a la propia figura de Fidel Castro, dice: “Era un hombre absolutamente sin escrúpulos. Sin ningún tipo de consciencia moral. El sí creía que el fin justificaba los medios, y el fin era siempre su engrandecimiento personal.” Según Julio fue precisamente la capacidad para mentir que causó que tantos líderes mundiales seguían creyendo en Fidel Castro. Observando todo eso en conjunto con otros momentos importantes como era la visita de Anastás Mikoyán[1] a Cuba, ya en el año 1960, Julio se dio cuenta de que esto iba mal. Además, se sumaron algunas experiencias personales, como cuando fue interrogado debido a un comentario que dejó en el libro de los visitantes en una exposición artística que presentaba el arte soviético. “Ya para entonces habían empezado también los ataques en contra de la Iglesia,” dice. Para explicar la situación de la Iglesia, Julio retrocede en el tiempo. “La Iglesia había respaldado la lucha contra Batista. Algunos de sus miembros por ejemplo escondían a los miembros del Movimiento 26 de Julio. El Arzobispo del Santiago de Cuba había salvado la vida a Fidel Castro,” detalla. Sin embargo, la Iglesia católica empezó a darse cuenta rápidamente del carácter del nuevo régimen y sus miembros se organizaron para protestar. Un millón de personas se reunió en una de las plazas principales de La Habana para proclamar el lema: “La justicia sí, el comunismo no”. Debido a esa postura, desde el año 1960 comenzaron a verse los ataques contra la Iglesia. “Cuando entramos a las iglesias, siempre había un grupo de personas a la puerta que anotaban los nombres de las personas que entraban. Ponían actos con la música delante de las iglesias para ahogar las palabras del sacerdote. Empiezan las intimidaciones en las escuelas y en los centros del trabajo”, concretiza el inicio de las represalias. En este entonces, Julio empezó a buscar contactos en la ciudad de Matanzas para involucrarse en las actividades contra el régimen. Se trataba por ejemplo de la distribución de las revistas clandestinas. “No podíamos hacer mucho más en un pueblo pequeño,” dice al respecto. Su madre intentaba convencerle para que no demostrara tan claramente su opinión. “Siempre me decía: ‘no hables tanto’.”
Al principio del año 1961 se confiscaron las escuelas y se cerraron todos los institutos católicos. Júlio continuaba con sus actividades contrarrevolucionarias, lo que empezó a resultar en detenciones frecuentes. “Me arrestaban cada vez que batía el viento. Unas horas, dos días... Mi mamá y sobre todo mi papá, cuyos nervios nunca estaban muy fuertes, sufrían mucho. Era un hostigamiento constante. Una vez me prendieron con un paquete que era regalo para mi mamá. Era otra vez un interrogatorio, las mismas preguntas,” describe Julio. También cayó en una patraña armada por la Seguridad del Estado que organizó un supuesto encuentro de los opositores para identificarlos y encarcelarlos. Al mismo tiempo, la represión contra la Iglesia culminaba con la expulsión de los sacerdotes en el barco Covadonga[2]. La situación se volvía muy tensa y poco soportable. El 3 de marzo de 1962 llegó un carro de la Seguridad del Estado a su trabajo y le arrestaron. Júlio iba a cumplir tan solo 19 años. Se dio cuenta de que esto era serio. “En este mismo momento me decidí que iba a escapar.”
“Como era católico, no le tenía mucho miedo a la muerte. A lo que sí tenía miedo era estar preso,” explica. Durante el transporte no había manera de huir debido a la vigilancia. Le ficharon en la sede de la Seguridad del Estado. Gracias al Dios en esta época todavía no se han inventado el fax ni la computadora. Aquello me daba cierto momento antes de que mi ficha con la fotografía fuera distribuida a los demás lugares de la represión,” resalta. Le tenían detenido en una pequeña fortaleza. Julio seguía sin la posibilidad de escapar. Le sometieron en un interrogatorio donde no le preguntaban tanto sobre las actividades contrarrevolucionarias. El tema principal era la situación en la Iglesia católica. Cuando fue al baño, se dio cuanta de que había una puerta con la salida a un balconcito. “Brinqué un murrito y arranqué a correr como si fuera un campeón olímpico. Hubiera sido suficiente que uno solo de los cientos de personas que había allí hubiera mirado para allí y me hubiera visto corriendo. Era todo un descampado sin un árbol,” narra sonriendo. Cuando salió a una calle, justo estaba llegando una guagua que se dirigía en la dirección del domicilio de uno de sus compañeros en la conspiración. Se montó en la guagua y bajó allí. Se oían las sirenas de los carros patrulleros. Permaneció unas horas en la casa del amigo donde le dieron una ropa nueva y le montaron en una camioneta. “Fueron todos conmigo como si fuéramos una familia. El apuro mío era llegar a La Habana antes de que esa ficha mía llegara allí,” describe Julio. Así se convirtió rápidamente en un testigo de cuántos cubanos ayudaban a los opositores en aquellos tiempos crueles. Después de la llegada a La Habana se quedó en la casa de Abelardo Estorino, un gran dramaturgo cubano y pariente de Julio, quien simpatizaba con la revolución pero valoraba más el vínculo familiar. En los próximos días pasó por varias casas de los familiares y sus amigos. Sin embargo, se volvía cada vez menos seguro y acabó en Guanabo a unos 30 kilómetros de la capital cubana donde se quedó aproximadamente dos meses. “Mientras tanto mi familia trataba de buscar la manera para que yo pudiera entrar en una embajada latinoamericana para pedir asilo,” continúa narrando. Julio logró refugiarse el 13 de junio de 1962 en la Embajada de Uruguay a donde le llevó un carro diplomático de la Embajada de España.
“Había como 400 personas por allí. Hubo que poner tiendas de campaña. Mientras que unos se volvían locos por aburrimiento, yo abrí un grupo al que daba clases de catequismo, geografía etc.,” cuenta sobre los primeros días en la Embajada de Uruguay. Se vivieron también episodios muy tensos. “Había un asilado que estaba con nosotros, recuerdo que le decíamos Pepe. Salió de la embajada para regresar con su esposa. Un día cuando entra el camión que nos traía la comida, él entra por detrás en una moto. Y allí mismo lo ametrallaron. Son episodios que uno no puede olvidar más nunca.” Otro momento memorable que menciona es cuando se celebró en frente del edificio de la embajada una marcha a la que asistió Fidel Castro. Se bajó de su limusina, se plantó enfrente de los asilados en la embajada y se pone a gritar: “¡Maricones, hijos de puta...!” - “Nos tirábamos enfrente de la cerca y gritábamos: ‘¡Traidor!’ Decírselo cara a cara a Fidel Castro era uno de los momentos más felices de mi vida.” En septiembre de 1962 salieron 200 personas con un salvoconducto. Sin embargo, Julio no formaba parte de este grupo. Se quedó en total un año sin posibilidad de comunicarse personalmente con los familiares. Mantenía contacto a través de los funcionarios de la embajada que de vez en cuando le traían comida y recados de sus parientes. Entretanto se dedicaba mucho a la creación poética y recitaba sus poemas a los demás asilados. “De una manera me popularicé.” A mediados de 1963 Julio consiguió su salvoconducto con el beneficio extra de no tener que ir a Uruguay, sino que pudieron ir directamente a Estados Unidos. “Durante el viaje al aeropuerto en La Habana nos saludaba la gente, sabían quienes éramos nosotros. Para mí esto era notable, recuerden que eso era en 1963 y nosotros estábamos estigmatizados como contrarrevolucionarios.”
Después de la llegada a Miami se unió con unos familiares que habían emigrado antes. Su deseo era ingresar inmediatamente en el Ejército. “En Cuba sabíamos que había un plan de entrenamiento de cubanos para ir a pelear a Cuba,” explica. Esto le resultó muy complicado, ya que no cumplía con el peso mínimo para poder entrar en las filas del Ejército. Sin embargo, al final consiguió ingresar. El entrenamiento le ayudó mucho para aprender inglés, pero no era precisamente una persona con capacidades de pelear. “Creo que soy uno de los soldados peores que ha pasado nunca por las filas del Ejército estadounidense,” dice sonriendo y añade que era una experiencia que le alegra de haber pasado por ella. Acabado el entrenamiento empezó a buscar el trabajo. Con la ayuda de un señor que también venía de la Unión de Reyes consiguió un trabajo en un restaurante y más tarde trabajó como auxiliar en una familia italiana. Entretanto siempre intentaba involucrarse de alguna manera en la vida pública de los exiliados cubanos en Estados Unidos. Gracias a unos amigos se enteró de la existencia de los Municipios de Cuba en Exilio. Participando en las reuniones recitaba sus poesías y así empezó a involucrarse en la organización. Tenía siempre la política de que quien quiera que estuviera haciendo algo por Cuba, yo los ayudaba. Siempre estaba al tanto de las cosas,” dice al respecto. Desarrolló sus actividades también en la Ermita de la Caridad que según Julio tenía un rol importante en la vida pública de los exiliados sobre todo gracias al monseñor Agustín Román[3]. “El hecho de yo ser activo en los Municipios y al mismo tiempo participar también en otras organizaciones me dio popularidad y vínculo hasta que en 1978 comenzaron las gestiones para reunir a todas las organizaciones para crear un organismo coordinador que sería la Junta Patriótica Cubana.” Julio empezó junto con Santiago Blanco un movimiento para la reforma de los municipios y logró crear un organismo mucho más coordinado – La Junta Patriótica Cubana – en abril de 1980. Al mismo tiempo ganó la presidencia de los Municipios de Cuba en Exilio. No obstante, todavía mantenía dos trabajos de los cuales uno era de auxiliar en un restaurante por la noche. “A diferencia de hoy en día, entonces me alcanzaba el tiempo para todo eso.” Posteriormente, Julio trabajó en Radio Martí y en Radio República. Los medios de comunicación cubanos se refirieron a él en algunas ocasiones como el mercenario del CIA. “Es siempre una condecoración cuando el enemigo te tira una piedra.” Es uno de los grandes conocedores de la historia de la Iglesia católica de Cuba y su papel en la lucha en contra de los regímenes autoritarios y totalitarios. “El día que las cosas cambien, yo espero que no haya muchos casos de aquellos que puedan decir ‘Este cura me entregó a la Policía.’ Pero sí va a haber muchos que puedan decir: ‘Éste cura me ayudó a conseguir medicinas, éste me dio de comer, aquel me escondió unos días.” Tabién recibió un Premio por la Poesía Mística. Su deseo para Cuba futura es el establecimiento del Estado de Derecho, de respeto a los Derechos Humanos y de claro sentido para justicia. “Ojalá que lo podamos ver algún día,” concluye su narración.
[1]Anastás Mikoyán fue un bolchevique y estadista soviético durante los años de Iósif Stalin y Nikita Jruschov. Era hermano de Artiom Mikoyán, quien fue el cofundador y uno de los diseñadores de las aeronaves militares MIG.
[2] El Gobierno Cubano expulsó en 1961 a 131 sacerdotes en el barco Covadonga.
[3] Agustín Román fue un destacado sacerdote cubano exiliado en Miami y bispo de Miami.
Česká verze:
„Žili jsme velmi prostě, ale vždy se to nějak zvládlo. Nikdy jsme se neocitli v závažnější nouzi. Náš život se samozřejmě omezoval na to, co nabízelo malé město, které jsme obývali a na to, čím nás byl schopný zaopatřit náš otec,“ začíná vyprávět Julio Armando Estorino Villalobos, který se narodil 12. dubna 1943 ve městě Unión de Reyes.
Obec, která v současnosti čítá přibližně na 40 tisíc obyvatel se nachází v centrální části ostrova v provincii Matanzas a v době Juliova mládí se vyznačovala poměrně klidným prostředím, ve kterém se podstatná část lidí osobně znala. Juliův otec pracoval jako sezónní dělník na plantážích s cukrovou třtinou. „Práce nebylo mnoho, na polích se pracovalo jen několik měsíců v roce. Zbytek roku ten nebohý stařík vymýšlel, co by se dalo udělat. Dvakrát nebo třikrát se pokusil otevřít si obchod, ale nikdy na to neměl dostatečný kapitál,“ vypráví. Matka se starala o domácnost. Julio vyrůstal na dvorku mezi dvěma domy, z nichž jeden patřil jeho rodičům a druhý dalším příbuzným. Strýc měl celkem sedm dětí a ti všichni si hráli na dvorku společně s dalšími dvěma Juliovými sourozenci. Jelikož byli všichni poměrně nemajetní, v rodině bylo zvykem, že si všichni navzájem pomáhali. Tímto způsobem se vyhýbali větším ekonomickým nesnázím. Pokud jde o vzdělání, Julio nejprve chodil na soukromou školu, kde se měsíčně platil dolar a půl. „První čtyři roky jsme byli všichni žáci v jediné třídě, takže jsem mohl poslouchat výklad pro starší studenty. Když skončil první ročník, uměl jsem už číst a také jsem ovládal základy matematiky…“ popisuje, jak probíhala výuka. Už v takto raném věku se začal zajímat o poezii, která se postupem času stala jednou z jeho největších životních vášní. Když ukončil osmý ročník, bylo třeba začít dojíždět do provinčního střediska Matanzas. Nicméně rodina si takové náklady nemohla dovolit. Juliovi tehdy pomohla jedna z jeho tetiček, která mu zaplatila kurz psaní na stroji a dalších kancelářských dovedností. „Příliš mě to nebavilo, ale alespoň jsem mohl něco studovat,“ dodává. V roce 1960, současně s vítězstvím Kubánské revoluce, se přihlásil na Obchodní střední školu v Matanzas. „Byla to jediná možnost, která se mi nabízela, takže jsem tam začal chodit, ale vydržel jsem tak jen jeden rok, protože vývoj na Kubě se začínal ubírat neblahým směrem a musel jsem studia zanechat.“
Julio se začal zapojovat do různých podvratných aktivit už ve velmi mladém věku. Nejprve se angažoval v boji proti diktatuře generála Batisty. Ve čtrnácti letech pomáhal s propagací Hnutí 26. července[1] pod velením Fidela Castra. Účastnil se například spalování volebních letáků stoupenců Batisty[2]. To, že se tak brzy začal účastnit podobných aktivit, souviselo s jeho vztahem ke katolické církvi. „Prostřednictvím katolické církve jsem nabyl jistého citu pro společenské záležitosti. Vnímal jsem různé problémy, které souvisely s nedostatkem spravedlnosti ve společnosti a se špatným postavením nemajetných lidí. To všechno ovlivňovalo moje postoje a navíc jsem byl vždy zvídavé a vzpurné dítě,“ popisuje. Vítězství Kubánské revoluce považuje za svou první velkou zkušenost s děním na politické scéně. Zpočátku ho triumf revolucionářů naplňoval radostí. „Bylo to takové vyvrcholení mých dosavadních tužeb. Padl režim generála Batisty a nastoupil Fidel Castro. Myslel jsem si, že tím je spoustu špatných věcí vyřešených, že Fidel Castro je dobrý člověk. Nicméně naštěstí jsem úplně nepřišel o své kritické myšlení,“ zdůrazňuje. Jeho pozornost brzy upoutalo množství poprav, ke kterým se nový režim uchyloval. Postupem času ho začalo znepokojovat také to, že do řad katolické církve se infiltrovali komunisté. Co se týče samotné osoby Fidela Castra, říká: „Ten člověk se nezastavil absolutně před ničím. Neměl žádné morální zásady. On doopravdy věřil, že účel světí prostředky. A tím účelem bylo budovat kult osobnosti.“ Právě schopnost lhát bez mrknutí oka stála podle Julia za tím, že Castrovi dlouho věřili ostatní politici včetně zahraničních lídrů. Zatímco pečlivě pozoroval momenty, jako byla návštěva Anastáze Mikojana[3] v roce 1960, formoval se jeho názor na směřování Kuby. Bylo mu jasné, že věci se ubírají špatným směrem. K tomu se přidaly i některé osobní zkušenosti, jako například když byl podroben výslechu poté, co napsal kritický komentář do knihy návštěv na jedné výstavě sovětského umění. „V té době navíc začaly otevřené útoky proti církvi.“ Aby vysvětlil situaci, v jaké se nacházela katolická církev, vrací se v čase: „Církev podporovala boj proti generálu Batistovi. Někteří její členové pomáhali Hnutí 26. července. Arcibiskup z města Santiago de Cuba dokonce přímo zachránil život Fidelu Castrovi,“ vysvětluje. Nicméně, v církevní kruhy se brzy začaly stavět i proti Fidelu Castrovi a organizovaly se k protestům proti nové vládě. Na jednom havanském náměstí se sešel milion lidí, aby proklamoval heslo: „Spravedlnost ano, komunismus ne.“ Právě z těchto důvodů se v roce 1960 začaly objevovat útoky proti církvi. „Když jsme chodili do kostelů, u dveří stála vždycky skupinka lidí, kteří si poznamenávali jména účastníků mše. Před budovami kostelů dělali různé hlasité sešlosti, aby nebylo slyšet kázání. Nábožensky orientovaní lidé čelili pronásledování v zaměstnání nebo ve školách,“ popisuje způsob potlačování činnosti církve. Tehdy se začal Julio scházet s lidmi v Matanzas, kteří organizovali podvratné aktivity proti režimu. Šlo například o roznášení proticastrovské propagandy a časopisů. „Na malém městě jsme toho mnoho nezmohli.“ Jeho matka se ho současně snažila držet zpátky, protože se obávala nátlaku ze strany úřadů. „Vždycky mi opakovala: ‚Nepřeháněj to s tím.‘“
Začátkem roku 1961 už se znárodňovaly a rušily církevní školy. Julio pokračoval ve své protirežimní činnosti, což mělo za následek stále častější pohovory v kanceláři Státní bezpečnosti. „Stačilo, abych si prdnul, a už mě zatýkali. Někdy jsem tam strávil pár hodin, jindy to bylo i několik dní. Moje matka a především můj otec, který na tohle neměl nervy, se velmi báli. Úřady mi nedaly pokoj. Jednou mě zadrželi s balíčkem, který byl ve skutečnosti dárek pro mou matku. A znovu to samé – odvezli mě na výslech a ptali se dokola na ty stejné otázky,“ popisuje Julio. Kromě toho se zapletl do komplotu připraveného agenty Státní bezpečnosti, kteří na oko zorganizovali schůzi opozičníků za účelem jejich odhalení a zadržení. Tvrdý postup proti katolické církvi kulminoval vyhoštěním desítek kněží na lodi Covadonga[4]. Situace byla stále vypjatější. Dne 3. března 1962 si pro Julia do práce přijelo auto Státní bezpečnosti. Bylo mu tehdy pouhých 19 let. V tom okamžiku si uvědomil, že je to vážné. „V tu chvíli mi došlo, že se budu muset pokusit o útěk.“
„Jelikož jsem byl přesvědčený katolík, necítil jsem strach ze smrti. Mnohem víc mě děsilo to, že bych měl být zavřený ve vězení,” vysvětluje. Během převozu se ale žádná příležitost k útěku nenaskytla a za chvíli se tak ocitl v sídle agentů. „Díky bohu tehdy ještě neexistoval fax ani počítač. To mi dávalo určitý prostor před tím, než údaje o mě a mém zatčení doputují na další místa,” poznamenává. V malé pevnosti, kde ho drželi, se útěk nadále jevil jako neproveditelný. Podrobili ho výslechu, při kterém se neptali tolik na jeho aktivity, jako spíš na situaci uvnitř katolické církve. Když ho pustili na záchod, všiml si dveří vedoucích na malý balkonek. „Přeskočil jsem zídku a vystartoval jsem rychlostí olympijského běžce. Přitom úplně stačilo, aby se někdo z agentů kolem otočil a všimnul si mě. Byly jich tam stovky a já utíkal po pláni, kde nebyl jediný strom,“ vypráví pobaveně. Když doběhl na ulici, shodou okolností zrovna přijížděj autobus, který mířil do míst, kde bydlel jeden jeho známý, který se také podílel na protirežimních aktivitách. Naskočil do autobusu, a když vystoupil, kolem už zněly policejní sirény. Několik hodin se schovával v domě známého, kde dostal nové oblečení. Pak ho naložili do většího auta. „Celá jeho rodina nastoupila taky, abychom vypadali jako rodinka na výletě. Mým cílem bylo dorazit do Havany dříve, než informace o mém zatčení a útěku,“ vysvětluje. Po příjezdu do Havany se uchýlil do domu Abelarda Estorina, kubánského dramatika a zároveň jeho příbuzného, který přestože sympatizoval s revolucí, svolil k tomu, aby u něj Julio zůstal schovaný. V tomto smyslu pro něj bylo rodinné pouto důležitější. Během dalších dnů se pohyboval po obydlích dalších známých, příbuzných a kamarádů. Jelikož to ale začínalo být čím dál nebezpečnější, přesunul se do Guanaba, malého městečka vzdáleného asi 30 kilometrů od Havany. Tam strávil přibližně dva měsíce. „Moje rodina se mezitím snažila dostat mě na velvyslanectví nějaké latinskoamerické země,“ dodává. To se nakonec podařilo a 13. června 1962 získal azyl na uruguayském velvyslanectví.
“Na velvyslanectví bylo nějakých 400 lidí. Musely se tam postavit stany. Zatímco někteří se mohli unudit k smrti, já jsem si otevřel takové zájmové kroužky katecheze, zeměpisu a podobně,“ popisuje první dny na uruguayské ambasádě. Někdy se situace vyhrotila. „Pamatuji si, že tam s námi byl člověk, kterému jsme říkali Pepe. Jednoho dne odjel s tím, že se vrátí i s manželkou. Když vjížděla dodávka se zásobami jídla, pokoušel se za ní vjet na motorce. A přímo tam ho někdo zastřelil. To jsou okamžiky, na které nikdy nezapomenu.“ Vzpomíná také na to, když se před budovou velvyslanectví objevil samotný Fidel Castro. Vystoupil ze své limuzíny a začal křičet na azylanty: „Vy zas**ní buzeranti!“ Seřadili jsme se kolem plotu a křičeli jsme na něj: „Zrádce!“ To, že jsem mu mohl něco takového říci z očí do očí, mi udělalo velkou radost.“ V září roku 1962 opustilo velvyslanectví asi 200 azylantů. Julio mezi nimi ale nebyl. Nakonec tam zůstal téměř rok bez toho, že by mohl příliš komunikovat se svými příbuznými. Kontakt s nimi udržoval pouze prostřednictvím některých pracovníků ambasády, kteří mu od nich nosili vzkazy a jídlo. Po celou dobu se často věnoval poezii, kterou poté recitoval dalším azylantům a dá se říci, že dosáhnul určité popularity. V půli roku 1963 obdržel Julio povolení odcestovat do Spojených států amerických. „Během cesty na letiště na nás lidé pokřikovali, zdravili nás a věděli, kdo jsme. To na mě udělalo dojem. Uvažte, že byl rok 1963, a my jsme byli považování za kontrarevolucionáře.“
Po příletu do Miami se Julio sešel s příbuznými, kteří předtím emigrovali do USA. Jeho přáním bylo okamžitě narukovat do armády. „Na Kubě jsme měli informace o tom, že existoval plán na vycvičení Kubánců za účelem další invaze,“ vysvětluje. To pro něj ale nebylo jednoduché, protože nesplňoval předepsanou minimální váhu požadovanou pro vstup do armády. I když se mu to nakonec podařilo, největším přínosem výcviku pro něj bylo to, že se naučil anglicky. Nikdy totiž nebyl typem člověka, který by se hodil pro bojové operace. „Myslím si, že jsem byl ten nejhorší voják v dějinách americké armády,“ říká pobaveně a dodává, že i přesto to pro něj byla velká zkušenost. Po skončení výcviku si začal hledat práci. S pomocí člověka, který také pocházel z městečka Unión de Reyes, se mu podařilo získat práci v restauraci a také u jedné italské rodiny. Mezitím se snažil nějakým způsobem zapojit do veřejného života kubánských exulantů ve Spojených státech amerických. Díky svým známostem se dostal do kontaktu s organizací Kubánských obcí v exilu. Na schůzích recitoval své básně. „Já jsem se vždy snažil angažovat se a díky tomu jsem měl celkem přehled.“ Zapojil se do činnosti kaple Panny Marie v Miami, kde působil monsignor Agustín Román[5]. „To, že jsem byl aktivní v organizací kubánských exilových obcích a zároveň i v dalších organizacích vyústilo snahou o vytvoření zastřešující organizace – Vlastenecké kubánské junty.“ Ta vznikla v roce 1980. V té době stále pracoval po nocích v restauracích. „Na rozdíl od toho, jak je to dnes, jsem měl tehdy čas úplně na všechno.“ Později pracoval i v Radiu Martí a v Radiu República. V kubánských médiích se o něm občas zmiňovali jako o žoldákovi CIA. „Když vás nechválí vaši nepřátelé, je to vždycky dobré znamení.“ Julio je velkým znalcem dějiny kubánské katolické církve a její role v boji proti autoritářským režimům a diktaturám. „Doufám, že až bude jednou po všem, nebude mnoho lidí, kteří by mohli říci: ‚Jeden kněz mě napráskal policii.‘ Doufám, že mnohem více bude těch, kteří řeknou: ‚Jeden kněz mi pomohl sehnat léky, jiný mi dal jídlo a schoval mě u sebe, když mě pronásledovali.“ Obdržel také cenu za mystickou poezii. Přeje si, aby se na Kubě podařilo ustavit právní stát, ve kterém se budou respektovat lidská práva, a zavládne spravedlnost. „Doufám, že se toho dožijeme,“ končí své vyprávění.
[1] Hnutí 26. července (El Movimiento 26 de Julio) bylo kubánské guerillové hnutí odpůrců diktátorského režimu Fulgencia Batisty pod velením Fidela Castra.
[2] Kubánský vojenský velitel, prezident Kuby v letech 1940-1944 a diktátor v letech 1952-1959.
[3] Sovětský státník arménského původu, který byl politicky činný za éry Stalina a Chruščova. V letech 1926-1946 postupně vykonával funkce lidového komisaře pro vnitřní a zahraniční obchod, pro zásobování, pro potravinářský průmysl a pro zahraniční obchod.
[4] V roce 1961 vyhostil kubánský režim 131 kněží na lodi Covadonga do Španělska.
[5] Agustín Román byl významný kubánský exilový duchovní působící v Miami.
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Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)