“Estuve a las seis de la mañana en la casa, me levanto un día y hay un socio allí que vende pan. Y me dice: ‘Oye, compadre, a ver que en la casa de tu hermano está tirada la policía.’ – ‘¿En casa de mi hermano?’ – ‘Sí, está la policía tirada allí, allí hay como dos o tres maquinitas allí.’ Voy a la casa de mi mamá y la digo que pasó así y así. Bueno, la cosa es que cuando llegamos allí la policía no nos dejó llegar. Había que estar a más de 50 metros. Veo como abrieron una puerta y empezaron a bajar todo. Sacaron la motorina, nevera… las cosas que ellos se llevaron fueron unas cuantas cositas. Ya después de eso mi cuñada me hace el recuento de cómo es que ocurre todo. Cinco de la mañana. Se levanta mi hermano que siente que están tocando la puerta. Pum, pum, pum. Cuando abre la puerta no fue que le dijeron nada, lo empujaron, lo empujaron y entraron como caballos en grupo adentro. (…) No enseñaron nada, ningún papel ni nada. Allí no había un presidente de CDR. Tú tienes que buscar a dos personas de CDR. Allí no buscaron a nadie de CDR. Se metieron pa’ dentro. (…) Se llevaron hasta desodorantes, perfumes. Te estoy hablando de lo mínimo. Mi cuñada dice que bajo la presión… hubo algunos papeles, ella no se acuerda de nada, imagínate… lo arrinconaron, los muchachos empezaron a dar gritos, compadre. (…) ‘Desde el momento de que ustedes le demuestren a mi hermano que él es culpable, claro, se lo pueden llevar. ¿Ahora no se lo han demostrado y pa’ qué ustedes se van a llevar esto? Pa tenerlo guardado. Pa’ poner a los muchachos a pasar trabajo.”
“Hoy vivo en malas condiciones… en malas, malas condiciones. Soy fuerte, mi mujer me apoya, mis hijos de cierta forma sonríen, porque son niños y yo trato de que la situación real no les afecte. Pero bueno, yo tuve que irme. Primero me fui para Varadero a ver qué inventaba… alejándome de la familia… y siempre he dicho que no es aconsejable alejarse mucho de la familia. Y mucho menos cuando vas a correr el riesgo que no sabes si lo resultabas. Esto no es bueno. Estuve un tiempo en Varadero, vi que era lo mismo con lo mismo. Y me fui de Varadero porque le cogí miedo a Varadero. (…) Cada hotel tiene su pedazo de playa. Y en ese pedacito depende de la luna de oficiales. Eso era como era su luna. Te veía y te decía: ‘¿Qué haces tú aquí?’ – ‘Me estoy bañando.’ (…) ‘Yo estoy bien, yo estoy en mi zona, donde puedo bañarme cuando te den las ganas, pero según ustedes la zona autorizada es esta. ¿Y ahora me están formando lío?’ – ‘Te vi hablando con esa extranjera…’ – ‘¿Pero ustedes no vieron que esta extranjera vino donde yo estaba? ¿Qué quiere, que le eche un puñado de arena en la cara? ¿Por qué razón?” - ‘Tiene que irse ahora mismo de aquí. Se va ahora mismitico de aquí.‘ - ‘Pero señor, hoy es domingo.’ Empezamos a ir entonces a La Marina (sala de música). Iba yo… a La Marina… a entretenerse. Nosotros entramos – ‘Ustedes son trabajadores del contingente. No.”
“Mi papá me daba cada quince días sesenta pesos. Sesenta pesos… Entonces yo llegaba a Santiago y en los horarios en los que no estaba estudiando me iba a Santiago, pa’ la ciudad, la misma ciudad, porque yo estudiaba en la carretera a Mar Verde, a la playa. Entonces yo me iba para comprar pasta cubana. La legendaria pasta cubana… que ahora nadie la conoce ya… y esto que era azúcar con harina con huevos. Pero bueno, yo la compraba a dos pesos, la picaba en mitad y la vendía por dos pesos en la escuela. Entonces compraba ya cuarenta, cincuenta pastas cubanas en un maletín, con los amigos míos que estudiaban conmigo también, y así. Era así que yo me defendía. Siempre me defendía así.”
“Bueno, a pesar de que ya son unos cuantos años, no te voy a decir que no lo recuerdo. Sí que lo recuerdo, es lógico, se pasó trabajo, bastante trabajo. Me recuerdo que mi padrastro tuvo que hacer magia, como aquel que dice. Fueron momentos… como mismo ahora. Entonces como le dije… llegaron los tiempos de harina. Y los tiempos de cambute, como aquel que dice, con la cáscara. Entonces sí, me lo recuerdo bien.”
No puedes obligar a la gente que haga lo que tú quieres
Lázaro Rafael Franco de los Ángeles nació el 1 de diciembre de 1984 en Guantánamo. Su madre le crió junto con el padrastro. Mientras tanto, el padre de Lázaro vivía separado de la familia y trabajaba como profesor en la Isla de Juventud. La familia tenía siempre problemas económicos y pasó trabajo sobretodo en los tiempos del Período Especial. Lázaro mostraba un talento empresarial desde adolescente. Mejoraba su situación por ejemplo revendiendo la pasta cubana a sus compañeros de la escuela. Una vez graduado del Instituto Politécnico de Metalurgia pasó al servicio militar y al final se quedó en el ejército durante ocho años. Entre sus aficiones más grandes pertenece la música. Desde la secundaria se perfilaba como cantante de la música urbana y después del año 2000 se volvió bastante popular. Sin embargo, no logró ningún apoyo por parte de las instituciones culturales y tuvo que irse a trabajar a Varadero, el destino turístico más popular de Cuba. Allí tuvo problemas con la policía y regresó a Guantánamo. Decidió montar una fregadera privada, pero no tuvo ningún permiso de las autoridades, por lo que sufrió abuso de los inspectores. Al final tuvo que cerrar su negocio y se fue a trabajar a La habana en la construcción. Recientemente su familia se vio afectada por el arresto de uno de sus hermanos que fue acusado sin ningún fundamento de una malversación, le fueron decomisadas sus pertenencias y sigue en la prisión por más de un año. Lázaro sigue viviendo en Guantánamo, lucha por la libertad de su hermano y mantiene su familia con tres hijos.