The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.
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Ellos no lo sabían, pero yo había descubierto toda la verdad. No iba a poder continuar con esa mentira tan grande
Nacido en marzo de 1958 en La Habana.
En 1974 es nombrado presidente de la Federación de Estudiantes.
Se negó a firmar la colaboración con la Seguridad de Estado, lo que le puso en la lista negra del régimen. Expulsado de la Unión de Jóvenes Comunistas.
Participó en el programa de Ayuda Mútua Económica en Checoslovaquia con la intención de escapar a algún estado capitalista.
Regresó a Cuba en 1981, trabajó en el Banco Nacional y en el Instituto de Radio y Televisión.
En 1987 intentó huir de Cuba en una balsa, posteriormente fue detenido y encarcelado.
Trabajó en el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, donde se dedicaba a denunciar las violaciones de los Derechos Humanos.
Rodolfo González González nació en marzo de 1958 en La Habana, Cuba. “Mis padres me criaron en el reparto de La Habana del Este. En esos años fui a la escuela primaria José María Reposo, y allí comencé... estamos hablando de los años 60... comencé como pionero. Me pusieron una pañuelita y gritamos cada día “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che. Y no sabíamos quién era el Che.” Posteriormente, la familia se mudó a La Habana Vieja, donde iba a la escuela secundaria Forjadores del Futuro. Rodolfo tuvo siempre muy buenos resultados académicos y terminó todos los años con las mejores notas. A consecuencia de ello fue escogido para ejercer la función de presidente de la Federación de Estudiantes de Enseñanza Media en 1974. “Tuve el primer paso en la vida pública provincial de La Habana, porque en ese año hubo una gran reunión por problemas que había con todos los estudiantes de enseñanza media. Y un dirigente principal del Partido Comunista de Cuba reunió a todos los presidentes de la FEEM de municipios de la provincia de La Habana, para decir que el trabajo era malo, que era pésimo. Y entonces, como siempre hace el régimen... y hace... atacaba a personas humanas. Y nos dijo a todos algunas palabras muy ofensivas, la más suave fue estúpidos. Y eso no me gustó, levanté la mano”.
Entre los años 1975 y 1978 participó en el servicio militar obligatorio. Allí fue elegido, junto con otras 30 personas, hijos de dirigentes importantes, para participar en algunas actividades vinculadas con el Ministerio del Interior. “Eso hizo que yo tuviera acceso a información privilegiada. Estuvimos todos en lo que se llama la Dirección de Seguridad Personal. Estas son las personas que usa el régimen para cuidar a sus dirigentes. La situación que yo tuve en el servicio militar me permitió tener acceso a la verdad detrás de todo lo que estaba pasando en Cuba”.Con todo eso, Rodolfo fue capaz de darse cuenta de las grandes diferencias entre lo que era la situación real de Cuba y lo que se decía, y también pudo comparar el nivel de vida de los que participaban en el régimen y las personas comunes. “Yo gozaba de algunos privilegios de los que nadie del pueblo podía gozar, siendo solo un recluta del servicio militar, pero en la especial situación que estaba preparándome para proteger a los dirigentes de la Revolución”. Sin embargo, en el momento de firmar la cooperación con la Seguridad del Estado, no obstante, se negó. Desde aquel entonces se encontró en la lista negra. Fue expulsado de la organización de la Unión de Jóvenes Comunistas y sancionado a tres meses de la prisión militar. “Me metieron en un calabozo oscuro, donde no hay nada. Aquello fue chocante para mí, porque yo tenía 16 o 17 años”. Posteriormente le mandaron a una obra de construcción y le encargaron los peores trabajos.
Una vez acabado el servicio militar, se enteró de la posibilidad de participar en el programa de Ayuda Mutua Económica. En Cuba logró hacer solamente algunos pequeños trabajos y entonces solicitó que se le diera el permiso de incorporarse en este programa.“El plan mío era irme de Cuba“. En Checoslovaquia vivió dos años en Chvaletice, donde había una planta termoeléctrica. “Me contaron todo lo que había pasado allí, en 1968, lo que hicieron con las mujeres checas los rusos. Me contaron las historias reales, lo que ocurrió en Praga. Yo me quedé consternado”. Durante su estadía en Checoslovaquia también surgieron algunos problemas con las autoridades cubanas a causa de la intención de bajarles las pensiones a los que participaban en el programa. Rodolfo se opuso a tal procedimiento y protestó en la Embajada de Cuba en Praga. No quería continuar más en este proceso y sabía que los cubanos que regresaban a la isla desde Praga iban de aviones que hacían escala en Montreal, Canadá. El plan era huir durante esa escala. Sin embargo, la custodia era total y eso no fue posible.
En 1981 regresó a Cuba. Las autoridades le amenazaban con que si hacía cualquier cosa contra el régimen, le harían la vida muy dura. Rodolfo firmó que no iba a hacer nada de eso y pudo incorporarse a la vida profesional. Solicitó trabajo en el Banco Nacional de Cuba y le aceptaron. “Mi vida cambió, porque allí conocí a gente muy buena”. Gracias a los contactos que tenía en el Banco Nacional pudo ingresar posteriormente al Instituto Cubano de Radio y Televisión. Después de un conflicto con el director del Instituto renunció. Sin embargo, ellos solo le cambiaron de lugar. “Crearon un departamento nuevo que se llamó algo como de investigar cuánto cuesta cada minuto en el aire de un programa de televisión. O sea, vigilar cada programa que tenía el Instituto de Radio y Televisión”. Entonces se interesaba también por el trabajo de producción, que le llamó bastante atención. En aquella época estaba planeando abandonar Cuba.
“Lo que hicimos fue marcharnos una noche de marzo de 1987, nos lanzamos al mar”. Sin embargo, cuando la balsa se encontraba ya cerca de los Cayos de la Florida, empezó una tormenta muy fuerte, y los tres, él y dos amigos suyos, fueron rescatados por un barco de carga ruso. “Yo no estaba de acuerdo, pero al final accedimos los tres. Tratamos de buscar la manera de engañarles para que no nos devolvieran a Cuba. Pero fue eso lo que hicieron”. El barco les llevó a la provincia de Matanzas, donde les esperaba la Seguridad de Estado, y les transportaron directamente a los calabozos. Estuvieron detenidos en el Combinado del Sur y en Agüica por la salida ilegal del país. Gracias al Comité Cubano Pro Derechos Cubanos, las autoridades se vieron obligadas a hacer ciertas concesiones con respecto a las visitas en las cárceles e incluso este comité consiguió liberar a Rodolfo, para que después de un año y medio pudiera continuar con su condena en prisión domiciliaria.
Rodolfo González empezó a trabajar con el Comité en mayo de 1988. Su función era la de encargado de los asuntos religiosos del Comité Cubano Pro Derechos Humanos. “Nos reuníamos con la alta jerarquía de la Iglesia. En aquella época era muy peligroso que se conociera cualquier contacto que tuviéramos, porque lo usaba inmediatamente la Seguridad de Estado”. Pasado algún tiempo se convirtió en vocero del Comité. “Era una posición que te obligaba a estar en contacto con todas las personas que entregaban las denuncias al Comité, de diferentes provincias y de todas las cárceles. Entonces por mis manos pasaban las denuncias que iban a ser entregadas a las Naciones Unidas”. Por lo tanto, se volvió un gran enemigo del Estado. Fue arrestado muchas veces y le vigilaban constantemente. Durante los arrestos sufrió de hambre. “Era una cantidad de alimentos para que no te murieras. Solamente para mantenerte vivo. Llegó el momento en que ya no podía caminar”. Estuvo preso prácticamente todo el tiempo desde 1992 hasta 1995. En la prisión de Agüica compartía la celda con dos asesinos. Desde las prisiones denunciaba los crímenes cometidos por el régimen contra los derechos fundamentales de los prisioneros.
En febrero de 1995 la Seguridad de Estado lo acompañó al aeropuerto de La Habana y finalmente pudo abandonar Cuba. Se fue a España, donde se reunió con varios antiguos presos políticos.
© Všechna práva vycházejí z práv projektu: Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation
Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)