The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.
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El exilio es el vivo ejemplo de una Cuba en libertad.
nacida el 26 de enero de 1945 en La Habana
en 1960, un año después de la Revolución victoriosa de Fidel Castro, su padre huyó a Miami debido a sus actividades contra el régimen, y toda la familia pronto se reunió en el exilio
en Miami, Sylvia inmediatamente comenzó a ayudar a los refugiados cubanos
en los años 70 se hizo agente inmobiliaria, se casó, tuvo tres hijos y no dejó de luchar por una Cuba libre
en 1994, fundó MAR por Cuba, que reúne a madres y mujeres cuyos hijos han sido víctimas del régimen cubano
también se estableció una asociación de pilotos civiles a principios de la década de 1990 para ayudar a los refugiados necesitados en el mar - Hermanos al Rescate
en 1996, dos de los tres aviones de Hermanos al Rescate fueron derribados por el régimen cubano en un operativo de rescate, Sylvia sobrevivió, pero perdió grandes amigos
durante su visita a Panamá, fue detenida durante 12 horas porque se colocó una flor en el busto de José Martí
sigue creyendo que Cuba algún día será libre
Českojazyčná verze textu následuje po španělské verzi:
“Estamos luchando como nunca. Vamos a continuar luchando como nunca. Hemos visto la farsa del supuesto cambio de mando en Cuba. Allí nada ha cambiado. Allí el dictador Raúl Castro sigue en control como primer secretario del Partido Comunista Cubano, órgano rector de la sociedad cubana”, declara Sylvia Iriondo en cuanto a la investidura del presidente Miguel Díaz-Canel.
Sylvia nació en enero de 1945 en el seno de una familia trabajadora de “clase media pujante, dinámica y bien extensa”, como ella misma describe. Desde pequeña, estudió en un colegio americano en La Habana, por lo que aprendió a hablar inglés. “En 1959 entraron en La Habana Fidel Castro y el grupo de rebeldes. La mayoría del pueblo cubano en aquel entonces celebraba y estaba de acuerdo con la promesa hecha por este grupo de instaurar de nuevo la Constitución de 1940, una Constitución de las más avanzadas del mundo”, recuerda Sylvia.
“Mi adolescencia, hasta los 15 años, transcurrió muy feliz y contenta. Desde ese día en adelante las cosas se suscitaron unas tras otras, veíamos que las cosas no eran lo que habían prometido. La mayoría del pueblo cubano aún apoyaba al régimen castrista en aquel momento”, narra Sylvia. “Recuerdo que, en los últimos años antes de la llegada de Fidel Castro al poder, la mayoría de los cubanos, cansados ya del actual gobierno encabezado por Fulgencio Batista decían que cualquier cosa sería mejor. Y la cualquier cosa ha estado imperando en Cuba y esclavizando al pueblo cubano durante casi seis décadas”, continúa.
Recuerda como de niños en aquel entonces escuchaban a sus padres hablar en silencio, bajito, veían sus caras de preocupación por los fusilamientos y percibían el adoctrinamiento en las escuelas. “En la calle veíamos como se engendraba una cierta animosidad entre unos cubanos y otros cubanos. Escuchábamos y veíamos las imágenes de cubanos contentos y jubilosos de que se hubiese intervenido tal o cual empresa… Fue un cambio muy profundo en lo que había sido nuestro pueblo, un pueblo fraternal hasta entonces y se convirtió en una lucha entre clases que nunca había existido en Cuba anteriormente”, describe Sylvia sobre el ambiente en los primeros años después del triunfo de la Revolución.
“Recuerdo los discursos eternos del dictador Fidel Castro, y como alzaba su ópera al decir que su Revolución era más verde que las palmas, que no era comunista”, recuerda Sylvia sobre el tiempo en el que la mayoría de los cubanos seguía creyendo en la Revolución. Pronto, Castro se declaró públicamente comunista, y “empezó el éxodo de los cubanos hacia el exterior”, narra. “Quiero aquí acotar que esa salida de Cuba en aquellos años por tantos cubanos que emprendían hacia el exterior no era para quedarse en el exterior, sino para salir de Cuba, para luchar con todos los instrumentos necesarios para reconquistar esa libertad que ese régimen había conculcado en nuestra isla”, subraya Sylvia.
“Así pues, un día, nuestros padres nos dijeron que mi padre saldría de viaje. Efectivamente así lo hizo en junio de 1960, con uno de mis hermanos. Nosotros no lo sabíamos en aquel entonces, pero papi estaba involucrado en la clandestinidad en Cuba con sus hermanos, y sus nombres habían salido por la radio de onda corta y ya pues estaban en peligro de ser descubiertos”, recuerda Sylvia. Para poder continuar en su trabajo, su padre y sus tíos tuvieron que exiliarse. Y pronto, en octubre del mismo año, salió desde el Aeropuerto Internacional José Martí también Sylvia con sus hermanas, para reencontrarse con su padre. Sentíamos dentro de nosotras un desasosiego, una tristeza, una incertidumbre de no saber cuándo volveríamos a lo que hasta entonces había sido nuestra vida, una vida muy feliz rodeada del amor de nuestra familia, del cariño entrañable de amigos sinceros y de muchas cosas lindas que vivimos en aquella patria que dejábamos ese día atrás para regresar, no para quedarnos fuera”, afirma Sylvia. Su mamá y sus últimos dos hermanos que quedaban en la isla lograron acompañar al resto de la familia en Miami dos semanas más tarde.
El padre de Sylvia se involucró inmediatamente en la lucha desde el exilio y fungía de jefe de operaciones en una base clandestina en los Cayos de la Florida y de capitán de uno de los barcos infiltrados bajo el Grupo de Transporte y Comando. Sylvia se involucró también. “Yo tenía 15 años, por lo cual tuve que decir que tenía más edad, mi primer trabajo fue como semivoluntaria en el comité de rescate internacional, Internacional Rescue Committee (IRC), que fue la primera agencia que abrió sus puertas en Miami para recibir y ayudar y brindar asistencia a las miles y miles de familias cubanas que llegaban por día sin nada cargados de esperanzas, cargados de fe pero desprovistos de todo”, recuerda Sylvia. Más tarde, empezó a trabajar en el Centro de Refugiados Cubanos. “Nuestra familia llegó a Miami como refugiados políticos, vinimos por una razón específica y esta razón marcó nuestra identidad”, describe, subrayando en todo momento que toda su familia estaba completamente convencida de regresar a su patria original algún día.
En su narración, se percibe una enorme empatía con todos aquellos cubanos que llegaban a Estados Unidos de América (EUA) con sueños y corazones rotos, sin fondos y muchas veces sin dominar el inglés. “Recuerdo haber escuchado testimonios de personas mayores que, con lágrimas en los ojos, se referían a su vida, esa vida que ya no estaba”, narra. “Obviamente nosotros que pensábamos que nuestro exilio sería una cuestión de seis meses, un año a lo sumo, se convirtió en año tras año de esperanzas, de frustraciones, de logros y de esfuerzos malogrados”, agrega.
Llegó el momento del fracaso de la invasión de bahía de Cochinos en 1961. “Pensábamos que esos valientes hombres que fueron a luchar por el rescate a la democracia en su patria tendrían la victoria, tendrían el éxito y el apoyo prometido de la cobertura aérea de EUA. Lamentablemente no fue así. Cuántas muertes, cuántos crímenes, cuántos asesinatos, cuánto dolor y sufrimiento se hubiera evitado si aquel puñado de hombres comprometidos con la patria, ese 17 de abril, hubieran podido revertir el daño que este régimen había ocasionado en Cuba y el que habría de ocasionar del cuál hemos sido testigos, a través de todos estos años”, describe con frustración Sylvia. Y con la misma frustración narra los hechos que llegaron pronto, en octubre de 1961, cuando “en un abrir y cerrar los ojos se negoció la promesa de que los americanos no ayudarían a invadir a Cuba”, comenta, refiriéndose a la Crisis de los Misiles.
“Obviamente, después de estos dos eventos trascendentales en nuestra historia, que hubieran podido cambiar nuestra historia, nos dimos cuenta de que a lo mejor esto no era para seis meses ni un año, que esto se iba a prolongar”, recuerda Sylvia. Describe cómo la vida de los cubanos exiliados estaba paralizada, que su regreso a la patria no iba a suceder a corto plazo, y que aparte de tener que continuar con sus actividades por Cuba, también había que echar para adelante. Sylvia se casó a la edad de 23 años y tuvo tres hijas, trabajaba en oficinas y de maestra de ballet en el estudio de baile fundado por su mamá. Y fue justo ahí, donde, cuando cayeron prisioneros los de bahía de Cochinos, presentaron el primer espectáculo cubano en Miami titulado Cuba llora, canta y baila a beneficio de los prisioneros políticos cubanos de bahía de Cochinos.
Más tarde, Sylvia se volvió a casar, con el ya difunto Andrés Iriondo, y llegaron a 37 años de matrimonio, teniendo un hijo. En 1994, Sylvia con otras mujeres cubanoamericanas, fundó la organización MAR por Cuba (Madres y mujeres contra la Represión). “Todas habíamos estado involucradas en la lucha a través de nuestras familias, padres, amigos, etc., pero decidimos en ese momento a raíz de tres eventos que íbamos a unir esfuerzos y voluntades y fundar nuestra organización”, narra Sylvia. El primer evento crucial fue el cambio de la política hacia los refugiados políticos cubanos; desde agosto 1994, la administración de Bill Clinton anunció que los cubanos ya no serían refugiados, sino migrantes. “Entonces a todos estos refugiados que salían de Cuba en frágiles balsas, en objetos flotantes etc., se les interceptaría en el mar y se les retornaría a la base de Guantánamo desde donde volverían a Cuba”, comenta Sylvia. El segundo evento fue cuando “un grupo de supuestos exiliados cubanos viajó a Cuba para una conferencia que se tituló La nación y la emigración. En esa conferencia una mujer cubanoamericana le dio las gracias al dictador Fidel Castro por lo que había hecho por su país, lo llamó maestro y fue algo sumamente bochornoso para nosotras como mujeres y madres que simbolizábamos hasta cierto punto el sufrimiento y el dolor de tantas madres que vieron a sus hijos asesinados o condenados a largos años de prisión”, comenta con indignación Sylvia. Y el tercer evento que Sylvia describe como desgarrador, fue el hundimiento del Remolcador 13 de Marzo, donde fueron “asesinados en una masacre 37 cubanos, hombres, mujeres y niños, incluyendo un bebito de seis meses”, narra Sylvia, los cuales intentaron escapar de la isla y cuando estaban a ocho millas de la costa cubana fueron interceptados por unos buques cubanos, hundiéndolos al mar, y dejando solo unos pocos supervivientes. “Ya cuando vimos y escuchamos esos testimonios y vimos esas imágenes, eso fue ya lo que hizo que nosotras nos conformáramos finalmente como una organización sin fines de lucro donde todas somos voluntarias, sin recibir ningún tipo de sueldo o subsidio”, afirma Sylvia. “El régimen, como todo lo que dice y proyecta como parte de sus campañas falsas propagandísticas, nos acusa, y a mí en lo personal de ser una gente de la CIA, de recibir un sueldo de X miles de dólares al año por mi labor en contra del régimen castrista, o del pueblo cubano como ellos lo llaman”, agrega. “Digo todo esto porque yo no soy la excepción. Esto es constante y normal de las mentiras que propaga y proyecta el régimen castrista para desacreditar, para neutralizar, para desvirtuar a todo aquel en la isla y en el exilio que se oponga a ese sistema de horror”, comenta Sylvia.
A principios de los años 90, en Miami se formó la organización Hermanos al Rescate, en la cual, pilotos voluntarios buscaban en avionetas civiles a aquellos cubanos que podían estar en peligro de muerte en el estrecho de la Florida, dado que intentaban escapar en objetos flotantes muy frágiles. “Se calculaba que de cada cuatro cubanos que intentaban salir de la isla, solamente llegaba uno a la tierra de la libertad. Los otros morían en el camino o eran comidos por los tiburones”, comenta Sylvia. “En estos vuelos semanales de Hermanos al Rescate, iban siempre una o dos voluntarias de MAR por Cuba y hacíamos también recogida de efectos básicos, el leche para los niños, el leche en polvo, cuestiones que necesitaban para hacerles un poco menos espantoso su internamiento en los centros de detención”, agrega.
“El 24 de febrero de 1996 salió uno de esos vuelos humanitarios en el estrecho de la Florida para salvar vidas de algunos cubanos que pudiesen estar ese día intentando escapar de la isla. Salimos de la base de Hermanos al Rescate a la una y pico de la tarde, el día estaba precioso, había un sol radiante, el mar totalmente en calma y muy pocas nubes en el cielo. Íbamos tres avionetas, eran como motocicletas en el aire. Los motorcitos están atrás y apenas se cabe dentro de ella. En esas tres avionetas, una estaba piloteada por Carlos Costa, piloto de Hermanos al Rescate, y llevaba a bordo a Pablito Morales, voluntario de Hermanos al Rescate, que había sido salvado en el estrecho de la Florida con anterioridad por Hermanos al Rescate, y que cuando vio las avionetas arriba de su balsa y vio la posibilidad de que iba a llegar sano y salvo, le había prometido a Dios que si él llegaba a tierra de libertad, él iba hacer por otros cubanos lo que Hermanos al Rescate había hecho por él. Otra de las avionetas, la piloteaba Mario Manuel de la Peña y con él iba a bordo Armando Alejandre. Y en la otra avioneta, eran tres en total, iba el presidente de Hermanos al Rescate, José Basulto, piloteándola, iba Arnaldo Iglesias, e iba mi esposo Andrés y yo como voluntarios”, narra Sylvia.
Y allí a plena luz del día sin previo aviso y en espacio aéreo internacional, bajo las órdenes de Fidel y Raúl Castro, despacharon aviones castristas y derribaron primero el avión piloteado por Carlos Costa con Pablo Morales a bordo e inmediatamente después el avión piloteado por Mario Manuel de la Peña con Armando Alejandre Hijo”, describe Sylvia sobre el ataque y derribo de dos de las tres avionetas de los Hermanos al Rescate, mientras que Sylvia y su esposo seguían todavía en el aire en la tercera avioneta. “Intentábamos frenéticamente establecer contacto con las dos avionetas con las que se había perdido el contacto, veíamos humo y Basulto nos miró diciéndonos: ‘nos van a tirar’. Recuerdo haberle preguntado sólo ‘¿cómo que nos van a tirar?’”, agrega Sylvia. Aquel día, bajo las órdenes de Fidel y Raúl Castro, el régimen asesinó a cuatro jóvenes que estaban en el aire intentando salvar vidas de cubanos, hecho, que Sylvia sigue denunciando en espacios internacionales.
“Los cubanos son personas trabajadoras e ingeniosas. El exilio cubano ha demostrado lo que puede hacer un pueblo en libertad. Efectivamente nuestro exilio ha sido una de las comunidades más exitosas de EUA. El crecimiento, las empresas, todo lo que se ha logrado a nivel del exilio y por parte de tantos exiliados demuestra precisamente lo que pudiese hacer Cuba, si Cuba fuese libre. Es un exilio que a pesar de todo y de todos y a pesar de todas las piedras que hemos encontrado en el camino todavía vive y todavía lucha y todavía tiene un compromiso con una causa y todavía mantiene su identidad de cubano y su amor por la patria que lo vio nacer. Me siento sumamente orgullosa de este exilio y vuelvo a repetirlo: este es el vivo ejemplo de una Cuba en libertad”, concluye Sylvia.
Česká verze:
Sylvia Iriondo se narodila 26. ledna 1945 v Havaně do rodiny, která patřila do průbojné střední třídy kubánské společnosti. Otec pracoval ve stavební firmě, matka připravovala televizní programy a měla školu kubánského tance. Sylvia vyrůstala v milujícím prostředí, její rodina se ve volném čase snažila věnovat nejen svým dětem, ale také charitativním akcím a pomoci lidem v nouzi. Když 8.ledna 1959 přišel Fidel Castro na Kubu, byl vítán, protože všichni věřili jeho slibům. Brzy ale zjistili, že Castro Kubu zotročuje a pochopili, že to nebude tak jednoduché. V ulicích přestal být klid, děti ve školách byly indoktrizovány, rodiče měli obavy z tehdejší politické situace. V červnu 1960 se Sylvie se svými sourozenci dozvěděla, že otec musí z ostrova odjet, byl zapojen v protirežimní činnosti a hrozilo, že by mohl být odhalen. Za pár měsíců za ním do Miami přicestoval zbytek rodiny. Mysleli si, že se za půl roku nebo rok na Kubu vrátí. Po několika letech ale začalo být jasné, že se do své rodné země zřejmě už nevrátí. Sylvia začala v Miami ihned pracovat, začala pomáhat kubánským uprchlíkům v nouzi a to v rámci Mezinárodního záchranného výboru a Programu pomoci pro kubánské uprchlíky. I když se Sylvia v Miami vdala, má tři děti a od 70. let je úspěšnou realitní makléřkou, nikdy nepřestala cítit povinnost bojovat za svobodnou Kubu. Její snaha, ale také okolnosti, vyústily v roce 1994 v založení organizace MAR (Matky a ženy proti represím na Kubě). Ženy v této organizaci reprezentovaly do určité míry matky, jejichž děti byly zavražděny, odsouzeny na mnoho let nebo byly nuceny utéct z Kuby. Mnoho osob zemřelo při útěku z Kuby na moři. Kubánským režim se nebál na takové lodě útočit a nechat je potopit. Díky organizaci MAR se kubánskému příkoří dostalo mezinárodní pozornosti. Zástupci organizace jsou zváni na významná shromáždění, dostávají prostor k předání svědectví a mohou plně hovořit o všech hrůzách, kterých je kubánský režim schopen. Požadují, aby byl kubánský režim prohlášen za nelegitimní a snaží se, aby se na Kubě konečně něco změnilo, protože od roku 1960 je Kuba stále stejné. To jediné, co se změnilo, je způsob boje a taktik, které ovlivnil konec studené války. Na začátku 90. let byl založen humanitární spolek civilních letců Zachraňujících bratří (Hermanos al Rescate), kteří monitorovali a pomáhali lodím s kubánskými uprchlíky v nouzi. Dne 24. února 1996 se kubánský režim pokusil jednu z takových záchranných akcí zastavit. Ve vzduchu byla 3 letadla, v jednom z nich seděla také Sylvia. Během letu byla 2 letadla sestřelena. Mezi posádkou byl mimo jiné také dobrovolník Pablo Morales, který se ke spolu přidal poté, co ho na moři zachránil. Pro Sylvii to byl hrozný zážitek a velká ztráta, na kterou nemůže dodnes zapomenout. Stále se snaží všemi možnými prostředky, aby byli viníci tohoto činu potrestáni. Sylvia během svého života dosáhla mnoha úspěchů a má za sebou mnoho skvělé práce, ale také negativní zážitek v podobě zatčení v Panamě na 12 hodin za to, že položila květiny k bustě José Martího. Vidí velkou inspiraci v postkomunistických evropských zemích a také vzor v příkladu Václava Havla. Nepřestává věřit, že Kuba jednou bude svobodná a věří, že silná kubánská komunita, která dělá maximum, toho jednoho dne dosáhne.
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Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)