The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.
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La libertad de Cuba no es patrimonio de nadie
nació el 20 de septiembre de 1964
su familia era comunista y luchó contra Batista
1989-1991 luchó en misiones cubanas en Angola
1996 se unió a la oposición contrarrevolucionaria
1999 primer encarcelamiento
1996 fundó el Movimiento Opción Alternativa
2001 presidente del Movimiento por la Democracia y la Libertad de Cuba
2003 condenado a 20 años de prisión, excarcelado después de 7 años
casado con dos hijos que residen en los EE.UU.
su esposa Berta Soler es líder del movimiento Damas de Blanco
Ángel Moya Acosta nació el 20 de septiembre de 1964 a una familia cubana que había contribuido a hacer la Revolución en el año 1959. Su padre era combatiente contra Batista, el opositor de Fidel Castro, y su mamá era igualmente “abrazadora de las ideas del comunismo”. La infancia de Ángel no era nada fuera de lo común, con sus amigos hacía travesuras en el campo y cabalgaba en caballos. Su vida entonces no mostraba señales de que Ángel fuera a tener opiniones políticas diferentes a las de su familia. De hecho, hizo incluso un curso militar de 5 años en Santiago de Cuba, después del cual formó parte del ejército en Matanzas y de la reserva militar oficial de Cuba.
En 1989, Ángel entró voluntariamente a la misión en la República Popular de Angola, donde pasó los siguientes dos años. Revela en la narración de sus recuerdos no sólo el conflicto como tal, en el cual habían participado unos 500,000 soldados cubanos, ya que la base militar tenía siempre alrededor de 50,000 soldados en armas, pero recuerda también el proceso del reclutamiento: “Yo fui preparado para disparar y para matar, si se presentaba la ocasión,” resume Moya su dedicación como militar.Sin embargo, “muchos de los que fueron reclutados, no sabían a qué se iban a enfrentar. Algunos fueron presionados por el régimen, otros fueron de aventureros, pero la inmensa mayoría fue a cubrir sus necesidades materiales que el régimen de Cuba no resolvía - como ropa, zapatos, electrodomésticos... Recordemos que un cubano que venía a Angola y tenía una lavadora, gozaba de un privilegio,” cuenta Moya sobre la situación de los cubanos que no muy ha cambiado desde aquel entonces, o al menos desde el punto de vista de apoyo por parte del régimen.
Mano en mano con las necesidades materiales que menciona Ángel, entonces iba el comercio ilícito, saqueo y otros tipos de actividades ilegales. “Todos esos 13 años que estuvieron los cubanos en Angola, siempre hubo contrabando, negocio ilícito, candongueo y trueque con la población angolana.” Según narra Ángel, el conflicto militar en Angola y la presencia de las tropas cubanas, fue algo de lo que el régimen castrista no hablaba. Recuerda que las aldeas que rodeaban la base, eran objetivos militares del bombardeo, lo cual obviamente no iba a despertar simpatías entre el pueblo cubano. Tampoco el hecho de que el dinero que iba a ser invertido en las mejoras de las poblaciones angolanas, “fue invertido en compra del equipamiento militar”, según recuerda Ángel. “Hablo de estas cosas, porque son cosas de las que el régimen cubano no habla,” resume Ángel su rol de narrador.
Y aunque Moya resume que su cambio final de opinión sobre el régimen cubano llegó hasta escuchando la Radio Martí más tarde, se puede notar un leve cambio de rumbo ideológico ya en su narración sobre Angola, donde recuerda su conflicto interno entre la realidad angolana, en comparación con el discurso oficial gubernamental, cuando Cuba por fin dio de saber a sus ciudadanos sobre la presencia de sus tropas en el conflicto angolano. Una parte de este cambio, fue cuando se dio cuenta, en qué condiciones vivía entre tanto su familia, igual que numerosas familias de sus compañeros de combate: “El régimen se ocupó sólo de mandarles tu salario, si es que trabajabas. Pero cuando regresaste, la encontraste mal, o peor. El régimen no se encargó en su inmensa mayoría de resolver esa situación.” Así iba cambiando la opinión de Moya sobre el régimen de Fidel Castro, aunque como él mismo dice, “todavía creía en la Revolución”. Sin embargo, el cambio final no iba a tardar mucho más por aquel entonces.
Ángel, igual que casi todos los cubanos, escuchaba la Radio Martí. Originalmente lo guiaba su deseo por la música rock, y poco a poco “de una forma u otra estaba en sintonía con Radio Martí, porque casi todo el mundo lo oía”. Y así, paulatinamente, le iba entrando la visión real sobre el régimen cubano, acompañada con los tonos musicales que tanto anhelaba oír. De repente se iba dando cuenta sobre la situación de los presos políticos, lo cual se iba juntando con la realidad que le describía su propio hermano que había estado preso. Al principio, Moya no se lo podía creer: “No, eso es imposible, la Revolución Cubana no les pudo hacer eso a los presos,” decía. Sin embargo, la información le llegaba de varios lados y parecía ser verdadera y cierta: “O sea que había algo ahí que no jugaba con los famosos principios que defendían la Revolución Cubana.” Fue el inicio de Moya – opositor.
“Empecé a tomar conciencia de la situación en Cuba, del tipo de régimen que estábamos viviendo, que no era un régimen para nada diseñado para salvaguardar, proteger y mejorar la vida de los cubanos, sino que era un régimen que estaba diseñado para, aplicando todo tipo de política y métodos represivos y no represivos, mantener el sistema este, a toda costa. Mantenerse Fidel Castro en el poder, todo el tiempo que la vida le permitiera en aquel momento,” narra Moya, y añade: “Yo soy de los que entraron en la oposición por conciencia. A mí nadie me dijo: ‘Ven para acá, a la oposición, vamos a hacer oposición.’ Yo entro en la oposición contra el régimen cubano por conciencia.” Fue en 1996 cuando se unió Ángel a la oposición, y sorprendentemente, su madre que antes había sido partidaria del comunismo, “también empezó un proceso de metamorfosis” y lo apoyó plenamente, igualmente que sus hermanos, “sin ningún tipo de cuestionamiento”.
Por aquel entonces ya llevaba casi 15 años con Berta Soler, hoy en día su esposa y líder del movimiento ciudadano “Damas de Blanco”. Conoció a Berta en 1982 en una fiesta popular, como dice, “hasta el día de hoy, permanecimos juntos en las buenas y en las malas.” Juntos tienen dos hijos. “Caray… En medio de todo esto, mis hijos fueron creciendo. Cuatro veces fui a prisión por razones políticas, la última fue en 2003. Y mis hijos, por supuesto, que fueron creciendo en medio de esta situación del activismo mío a favor de los derechos humanos, de denuncia al régimen cubano. Porque muchas de las denuncias las elaboraba ahí en mi casa, aquí en La Habana. Y oían las conversaciones los hijos míos. De chiquitín comenzaron a ir a las prisiones, nosotros, Berta y yo, sutilmente, los engañábamos en el sentido para no hacerles ningún daño psicológico. ‘Tu papá está en una escuela y no puede verlos por ahora…’, por ejemplo.” Hoy en día, sus hijos residen en los Estados Unidos, adonde los enviaron para protegerlos del posible daño que les podría hacer el régimen cubano. “Porque si bien no eran opositores, pero sí eran hijos de opositores activos contra el régimen cubano. Es un derecho de los padres, proteger a los hijos, y nadie puede quitarnos ese derecho, así que los mandamos a los Estados Unidos. Pero nos quedamos luchando,” resume conmovido.
Moya, al principio de su carrera de opositor, intentaba esconder sus actividades ante su esposa, sin embargo, cuando lo empezaron a citar en las procuradurías y Berta notaba que “andaba en algo extraño”, tuvo que revelarle la verdad. Y las “buenas y malas” en su matrimonio, el cual está siendo constantemente acompañado por las fuerzas del gobierno cubano, las resume a secas, diciendo “nos hemos acostumbrado a esta situación”. Cuando Ángel entró por primera vez a la prisión en 1999 por razones políticas, Berta se quedó fielmente a su lado y “asumió esa situación con firmeza y con dedicación” durante los nueve meses que duró su primera privación de libertad.
Hablando de las prisiones, Moya agrega que “nunca le ha faltado nada en la prisión”, y eso gracias sobre todo a los exiliados cubanos. “Si tienes apoyo de los hermanos de lucha, la resistencia es total, hasta el final. O sea, no es limitada la resistencia. Esperan de ti como preso político, que tú te mantengas,” resume Moya. Sin embargo, no es lo mismo contar en meses que contar en años. Y exactamente esa sorpresa amarga se llevó Moya, junto con otros 75 opositores del régimen cubano,[1] en el año 2003, cuando fue condenado a 20 años de prisión por actividades contrarrevolucionarias. “Yo nunca pensé que el régimen cubano nos iba a imponer este alto precio por la libertad de Cuba, de 20 años…,” narra pensativo lo que marcó la historia de Cuba de principios del siglo XXI como la tal llamada “Primavera negra de Cuba”.[2] “Fidel Castro de forma taimada, de forma cínica, además de imponernos esas altas sanciones de privación de libertad, no conforme con eso, nos mandó a cumplir sanción en lugares lejos de nuestras regiones de nacimiento. O sea, a la gente de Occidente, nos enviaron para el Oriente. A la gente del Oriente, los enviaron al Occidente. Y a la gente del centro, los enviaron a ambas partes. Para también castigar a las familias. Para también desmoralizar a las familias. Para también quebrar la resistencia de las familias. Pero no lo logró. En realidad, no logró quebrar a la familia de ninguno de nosotros.”
De hecho, en rasgos generales, las familias de todo el Grupo de los 75 se mantuvieron muy cercanas, apoyando la causa de los prisioneros políticos y siguiendo luchando por la democracia en Cuba: “Nacen las Damas de Blanco, luchando por la liberación de nosotros, cada domingo, y días entre semana también, hasta que lo consiguieron. El régimen sabe que sí lo consiguieron. Aunque otras personas, quizás, no les den ese mérito a las Damas de Blanco, el régimen cubano sí está claro y está consciente, que, por primera vez, y por presión interna, se libera a un grupo importante de presos políticos.”
Cuando Moya recuerda los momentos más impactantes, en primer lugar, menciona cuando todos los del Grupo de los 75, sin haberse puesto de acuerdo, rechazaron la propuesta de Raúl Castro de ser liberados, que llegó a sus oídos en el 2010. “Ninguno de nosotros aceptó ese tipo de propuesta de Raúl Castro. Y no nos pusimos de acuerdo. Y le demostramos al mundo entero que éramos inocentes. Porque preferíamos seguir presos ante esa propuesta deshonrosa que hacía públicamente Raúl Castro. […] Fue uno de los momentos que más me impactó y uno de los momentos, que más alegre me sentí. Cuando supe que nadie había aceptado, eso para mí fue tremendo. Tre-men-do,” recuerda con una enorme emoción la solidaridad entre los presos políticos.[3] “Había presos políticos que estaban enfermos, y yo no podía permitir por cuestiones de conciencia, salir en libertad primero, mientras que esos presos continuaran de prisión,” recapitula sus propias razones para rechazar la propuesta de Castro.
Aparte del momento de rechazo global de aquella propuesta, en segundo lugar, si bien puede haber numeración alguna, definitivamente pertenece “la resistencia y la valentía de esta mujer”, dirigiéndose a la esposa de Moya, Berta Soler. Justo ella estuvo en los meros inicios del movimiento ciudadano de Damas de Blanco[4], luchando por la libertad de su esposo y de docenas de presos más. Y todo eso, a pesar de que “la mayoría de las Damas de Blanco no habían tenido ni vínculo, ni conocían nada cerca de la política. Sin embargo, el amor a la familia, y el deseo de ver a sus familiares en libertad, las llevó a resistir contra el régimen,” como recuerda Moya, todavía más conmovido.
Hoy en día, Ángel Moya está “excarcelado”, lo cual no es lo mismo que “libre”. Después de siete años de prisión, “podíamos por fin regresar a nuestra casa, el lugar, de donde nunca nos debió de sacar el régimen de ahí,” recuerda. Sin embargo, el régimen, aunque los soltó de la prisión, no los liberó de la condena, por lo cual sigue pendiente y amenazadora. Moya, encima de ello, no puede salir al extranjero hasta el 2023 ya que no había cumplido con toda su condena. Y, al contrario, los que aprovecharon la “libertad” y se exiliaron, no pueden regresar a Cuba, porque corren el riesgo de volver a la prisión.
Como el objetivo principal de esa práctica del régimen cubano de meter a la prisión a sus opositores, Moya nombra el hecho de “desalentarlos, con el objetivo de humillarlos, con el objetivo de romper la familia, o sea las relaciones familiares, con esos objetivos… Con el objetivo incluso de asesinarlos a mano de otros presos, sea por indicaciones de ellos, de amedrentarlos, de dejen la lucha, de que abandonen el país. O sea, que dejen el activismo. Y son activistas de derechos humanos [que] no han aceptado ninguna proposición y propósito del régimen. Y como el último remedio, o como última alternativa, el régimen cubano se ve en la obligación de llevar a estos activistas a prisión.” Después de haber experimentado eso mismo cuatro veces, Moya resume que sus estadías en las prisiones definitivamente fortalecieron su carácter: “He tomado más compromiso en la lucha contra el régimen cubano, y por supuesto ha fortalecido mi moral y mi espíritu.”
Cuando se le pregunta a Ángel Moya sobre su visión de Cuba, responde una vez más de manera plenamente democrática: “En Cuba, esté el gobierno que esté, siempre va a haber opositores. Si en los países democráticos los hay, por lo tanto, en la dictadura, va a haber permanentemente oposición.” Hoy en día, los activistas optan por pacifismo, pero Moya de ninguna manera pretende decirles a otros cómo deben hacerlo: “Yo soy de los que digo: la libertad de Cuba no es patrimonio de nadie. Todo cubano tiene el derecho de escoger el método de lucha que estime conveniente.” Y la lucha de Moya, justo al lado de su esposa Berta, escogió quedarse. Como bien dijo: “Nos quedamos, Berta y yo, en Cuba, luchando… Hasta el sol de hoy.”
[1] El tal llamado “Grupo de los 75”. Véase https://es.metapedia.org/wiki/Grupo_de_los_75.
[2] Más información sobre la Primavera Negra de Cuba aquí: https://es.wikipedia.org/wiki/Primavera_Negra_de_Cuba.
[3] Declaración del Grupo del año 2010 sobre la intención de continuar la lucha pacífica por una Cuba democrática, véase https://elpais.com/diario/2010/03/10/opinion/1268175611_850215.html.
[4] Para más información sobre las Damas de Blanco y Berta Soler, véase su entrevista en Memory of Nations.
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Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)