The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.
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Ya no me queda nada más que perder. Lo único que me queda es seguir luchando en Cuba hasta la muerte
nació el 7 de noviembre de 1955 en Mayarí Arriba, Cuba
durante su infancia vivió en Palma Soriano en la finca cafetalera llamada “La Región” que heredó de su abuelo
a los 15 años se apuntó a la Columna Juvenil del Mar (organización de futuros pescadores), la cual el Gobierno utilizaba como fuerza de trabajo en la zona de Camagüey
1971 - 1975 estudió en la Academia Naval, La Habana, Cuba
1975 - 1997 trabajó como cocinero de la marina cubana
en 1998 trabajó por cuenta propia en Palma Soriano de cocinero, lo cual le trajo problemas legales
con base en problemas legales surgidos con base en trabajar por cuenta propia, empezó a reunir a los trabajadores con situación similar, preparando un documento con requisitos y derechos para este tipo de trabajadores
después de 2012, tuvo que entregar el permiso de trabajador por cuenta propia en Palma Soriano y salió buscar nuevas oportunidades a La Habana
hoy vive en La Habana, trabaja como cocinero y sigue luchando por los derechos del pueblo cubano
Česká verze příběhu následuje po té španělské:
“Ya no me queda nada más que perder. Lo único que me queda es seguir luchando hasta la muerte”, menciona el cocinero y luchador por los derechos del pueblo cubano Pablo Moya Delá.
Infancia en la finca cafetalera
Pablo Moya Delá nació el 7 de noviembre de 1955 en Mayarí Arriba, en la República de Cuba. Sus padres nunca se casaron y vivían en la finca cafetalera llamada “La Región” que les había dejado su abuelo paterno. Hasta sus 15 años ayudaba a su padre en esta finca. A partir de mediados de la década de 1970, el Gobierno cubano empezó con las reformas económicas y la confiscación de las tierras y fincas de pequeños agricultores cubanos[1]. Después de esta intervención agraria gubernamental le quedó a la familia Moya sólo un pedacito de tierra, ya que la mayor parte de sus posesiones le fue entregada al Estado. De su infancia en esta finca Pablo recuerda: “Cada vez se ponía del mal en peor […] la vida se ponía muy dura“. En este momento, Pablo decidió tomar otro rumbo, y se alistó a la convocatoria Columna Juvenil del Mar, una organización que reunía a futuros pescadores y que fue oficialmente fundada en 1970. “Era como la fuerza de trabajo que utilizaba el Gobierno en la zona de Camagüey”, rememora Pablo. Allí trabajaban día y noche y de allí, las autoridades iban midiendo la forma de trabajar de los pescadores, y si se trataba de un buen trabajador, lo sacaban para darle más educación, y si era un trabajador mediocre, ahí se quedaba trabajando. Pablo considera que él sí era bueno, porque lo sacaron y lo llevaron a escuela de la marina en San Felipe y de allí lo pasaron para Venezuela, a la provincia venezolana de Ciego de Ávila. Allí estuvo ejerciendo como jefe de brigada en la marina cubana. De allí lo llamaron de vuelta a La Habana para estudiar en la Academia Naval, dónde entre los años 1971 y 1975 tomó el curso como cocinero.
La vida en el barco
Terminando sus estudios en 1975 lo incorporaron al servicio en el barco que rondaba cerca del Golfo de Guanahacabibes en Cuba, que se dedicaba a cargar pertrechos (insumos militares) para los cubanos que estaban en la guerra en Angola[2]. Él y sus compañeros no contaban con la preparación militar, eran solo tripulantes que dejaban la carga en el muelle. “Para poder trabajar para la flota marinera cubana, había que ser comunista obligado”, dice Pablo. “Las reglas e instrucciones eran bastante duras. Por ejemplo, llegando a la costa, nadie podía estar en la cubierta. Todos tenían que estar en su camarote y en caso de que los atacaran, la instrucción era armar zafarrancho a bordo y huir en los botes que tenían designados. Cuando llegaba el barco, se esperaba de 20 millas fuera de la bahía y el capitán esperaba para que le dieran la instrucción y llegaban los buzos o un barco transportador”. Durante el periodo de la guerra de Angola, Pablo realizó tres viajes a África. Durante su trayectoria marinera entre los años 1975 y 1997 recuerda haber viajado bastante y menciona haber ido al menos a unos diez países, sin entrar en más detalle, y haber ganado un buen sueldo: “El salario que cobraba como cocinero eran 236 pesos mensuales, aparte se acumulaban durante los seis meses y se cobraba al regreso de expedición. Teníamos que hacer muchos trámites para poder cobrarlo, pero en estos tiempos era [mucho] dinero”, señala Pablo. Pero fuera de eso, no tenía otras ventajas. A pesar de que durante de sus viajes al extranjero podían tener acceso a prensa independiente o por ejemplo incluso a comprar carros extranjeros, estas ventajas les eran prohibidas a los marineros de bajo rango. En los años 1980, durante un viaje de su flota que lo llevó a las costas de España, llamó su atención una revista en la cual el presidente cubano de aquellos tiempos Fidel Castro estaba ubicado entre los diez millonarios más grandes del mundo. Pablo quería compartir la revista con su compañero, pero en este momento lo vio el Secretario de Partido el cual por casualidad estaba a bordo del barco. Por haber pasado esta revista a bordo, Pablo fue sancionado a seis meses de privación de libertad por el mero hecho de haber pasado esta revista al barco. Pablo también recuerda, que en una ocasión compraron carros en Canadá, pero por órdenes del Gobierno tuvieron que arrojarlos al mar. En otra ocasión, en 1978 lograron ingresar carros a bordo, pero finalmente el Gobierno se quedó con ellos. Los únicos que podían pasar autos a Cuba eran el capitán y el jefe de máquina. Algunos lograron pasar un auto por medio de un escrito bien elaborado que convenció al Gobierno cubano, pero Pablo menciona no haber tenido esta posibilidad nunca. En caso de que los tripulantes querían pasar cualquier cosa extranjera a La Habana, tenían que lidiar con la Aduana y pagar su tributo, aunque fuera un refrigerador o ropa. Pablo oficialmente trabajó para la marina cubana hasta el año 1997, pero todavía un año más tarde, en 1998, realizó un viaje más con su capitán en un barco privado. Sin embargo, a partir de ahí, su vida en el mar definitivamente terminó.
Trabajo por cuenta propia
Después de regresar de su último viaje, Pablo se fue para el Oriente de Cuba para buscar un trabajo nuevo. De repente recibió un telegrama por parte de las autoridades cubanas, que lo ubicaba laboralmente en el sector de agricultura. A Pablo se le hizo bastante extraño, y, por lo tanto, se fue de regreso a La Habana para averiguar a qué se debía dicha situación. Incluso intentó volverse a alistar a la marina. Sin embargo, la situación era difícil y para poder alistarse, se requería un pago a una empresa llamada Selemar con sede en La Habana. Pablo pagó dicha contribución, pero le fue informado que ni podía alistarse y tampoco le podían entregar su expediente laboral que lo acreditaba como antiguo trabajador de la marina cubana. Sin los documentos correspondientes, Pablo ya no pudo presentarse en el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social de Cuba para poder pedir un empleo de forma oficial, lo cual le conllevó muchas preocupaciones. Al no ser posible participar en el mercado laboral oficialista, Pablo decidió buscarse la vida como cuentapropista. Hay que agregar, que el cuentapropismo no es realmente una cosa plenamente oficial en la República de Cuba, no se puede ejercer de manera absolutamente libre, y está sujeto a continuos controles por parte del Estado. En el otro lado, la realidad cubana dicta que sí se permite emitir un permiso o patente de cuentapropista, pero en el otro lado no hay de dónde sacar el producto para poder trabajarlo de forma de negocios particulares. “Era como ofender al sistema”, menciona Pablo sus inicios y problemas en el ámbito de cuentapropismo. Si los agentes gubernamentales lo encontraban comprando en el mercado negro ya que de forma oficial no se podía conseguir “materia prima” para poder estarla revendiendo como cuentapropista, se metía en problemas y le darían una multa. De hecho, él fue multado exactamente por eso unas cuatro veces. Acerca de esta experiencia recuerda: “En la tienda en frente compré cuatro cajitas de camarón no pelado y preparé la comida de este camarón. Llegó un inspector y me reclamó este plato”, comenta Pablo y agrega que además fue multado 500 pesos. “En otra ocasión obtuve la multa de 1,500 pesos por tener un pedazo de queso pegado en la mesa, porque los inspectores estaban sospechando que estoy comercializando el queso”, narra Pablo.
La lucha por los derechos de los cuentapropistas
La experiencia del queso lo motivó a empezar a hablar con la gente que sufría de una situación laboral similar a la de Pablo. Pronto, Pablo empezó a redactar textos sobre este problema y a motivarse para reunir a más cuentapropistas para poder exigile cambios al Gobierno. Finalmente, al mismo Gobierno le presentó una serie de requisitos de cuentapropistas reunidos en su alrededor, para poder trabajar sin restricciones, multas u otros obstáculos puestos en el camino justo por parte del mismo Gobierno. Pablo se puso a estudiar detalladamente la Constitución de 1976 y la anduvo consultando con un abogado. Según su abogado, su documento estaba bien preparado y analizado y con eso empezó la lucha por los derechos de cuentapropistas. En 2012, Pablo reunió nuevamente a los cuentapropistas para iniciar todavía más unidos una lucha contra el Gobierno. “Todos [los cuentapropistas] estaban totalmente reprimidos, ya que era muy peligroso [ejercer su trabajo de forma separada a los trabajos oficiales proporcionados por el Gobierno cubano] y todos estaban perdiendo mucho dinero”, dice Pablo. Por aquellas fechas del 2012, Pablo logró reunir a unos 50 trabajadores – cuentapropistas. Cuando se reunieron, llegó gente de Gobierno y el cuerpo represivo de la Seguridad del Estado. Más tarde aquel mismo día, cuando la gente empezó a firmar el documento destinado a ser presentado al Gobierno, esto causó un alboroto y finalmente también enfrentamiento físico entre los trabajadores y el personal del Gobierno. Trascurridos unos minutos, la gente se disipó y Pablo se quedó solo. Llegó de vuelta una patrulla y lo informaron que debía presentarse en las oficinas para una aclaración de hechos. Allí, los agentes de la policía, le dijeron que, si seguía reuniendo a los cuentapropistas, lo considerarían como uno de los líderes contrarrevolucionarios más reaccionarios, recuerda Pablo. Desde aquel entonces, Pablo está siendo constantemente perseguido por el Gobierno y la Policía del Estado. El Gobierno le decomisó todos sus bienes. Al final quedó sin nada, pero sigue dispuesto a seguir luchando hasta la última consecuencia que le vaya a traer su intención de mejorar la situación de los cuentapropistas cubanos: “Ya no me queda nada más que perder. Lo único que me queda es seguir luchando hasta la muerte”, resume Pablo, que en su juventud era militante comunista y se pasó décadas enteras trabajando por el régimen en su marina, pero ahora se quedó sin nada, y mucho menos apoyo por parte del régimen al que le había dado todo. Y ya no le quedan ni sus ideales originales.
[1] Más información acerca de las reformas económicas y la colectivización en Cuba encuentra aquí: https://www.researchgate.net/publication/271810136_El_desarrollo_agrario_en_Cuba_reformas_economicas_y_colectivizacion
[2] La guerra por la independencia de Angola (1975-1991) fue un conflicto bélico en el que Cuba participó con sus tropas y terminó en la independencia de Angola. Más información sobre la intervención de Cuba en la guerra en Angola (también conocido como La Operación Carlota) encuentra aquí: https://www.lainformacion.com/espana/Operacion-Carlota-campana-Fidel-Castro-Angola_0_975503016.html.
„Už nemám co ztratit. Jediné, co mi zbývá, je až do smrti bojovat,“ říká kuchař a bojovník za práva kubánského lidu Pablo Moya Delá.
Dětství na kávové plantáži
Pablo Moya Delá se narodil 7. listopadu 1955 v Mayarí Arriba na Kubě. Jeho rodiče nebyli nikdy oddáni. Společně žili na kávové plantáži zvané „La Región“, kterou jim přenechal jeho dědeček z otcovy strany. Až do svých 15 let pomáhal otci na farmě. V polovině 70. let začala kubánská vláda s ekonomickými reformami[1] a konfiskací pozemků a farem malých zemědělců. Zemědělská reforma se dotkla i Pablovy rodiny. Zůstal jim jen malý kousek půdy, většina jejich majetku byla předána státu. Život na farmě nebyl pro Pabla nikdy jednoduchý. „Postupně se to zhoršovalo a zhoršovalo […], život se stal velmi těžkým,“ vzpomíná. Proto se rozhodl změnit směr a přihlásit se do organizace Mladická základna moře [Columna Juvenil del Mar] založené v roce 1970, která sdružovala budoucí rybáře. „Sloužila jako pracovní síla, kterou vlády využívala v oblasti Camagüey,“ vzpomíná Pablo. Pracovali zde ve dne v noci a autority poměřovaly výkon rybářů. Pokud někdo pracoval dobře, vzaly ho z prací a poskytly mu další vzdělání. Pokud byl průměrným pracovníkem, zůstal pracovat v organizaci. Pabla nejspíš za dobrého pracovníka považovali, protože ho vzali do námořní školy v San Felipey a následně do venezuelské provincie Ciego de Ávila. Zde sloužil v kubánském námořnictvu jako vedoucí brigády. Později byl odvolán zpět do Havany ke studiu námořní akademie, kde mezi lety 1971 a 1975 absolvoval kuchařský kurz.
Život na lodi
Po dokončení studia v roce 1975 byl zařazen do služby na lodi poblíž zálivu Guanahacabibes u Kuby, která měla na starost vojenské zásoby pro Kubánce bojující v Angolské válce. Pablo ani jeho společníci neměli vojenský výcvik, byli pouze členy posádky vykládající náklad. „Abyste mohli pracovat pro kubánskou námořní flotilu, musel jste být povinně komunistou,“ přiznává Pablo. „Pravidla a pokyny byly dost přísné. Například, při příjezdu k pobřeží nemohl být nikdo na palubě. Všichni museli být ve svých kajutách a v případě, že by na nás zaútočili, bylo nařízeno na palubě rozpoutat rvačku a uprchnout na předem určených člunech. Loď po připlutí čekala 20 mil od zátoky a kapitán čekal na pokyny. Poté dorazili potápěči nebo přepravní loď,“ vzpomíná na předem dané postupy nakládek a vykládek. V době války v Angole[2] podnikl Pablo celkem tři cesty do Afriky. V letech 1975 až 1997 v rámci námořní kariéry hodně cestoval, navštívil minimálně 10 zemí a za práci dostával dobrou odměnu. „Plat, který jsem jako kuchař bral, činil 236 kubánských pesos měsíčně, hromadily se během šesti měsíců a vybraly se po návratu z expedice. Museli jsme vyřídit hodně žádostí, abychom si je mohli vybrat, ale v té době to bylo dost peněz,“ vysvětluje Pablo. Kromě toho ale neměl žádné další výhody. Navzdory tomu, že během svých cest do zahraničí měl přístup k nezávislému tisku nebo i teoretickou možnost koupě zahraničního automobilu, byly tyto výhody nízko postaveným námořníkům zapovězeny. V 80. letech během plavby jeho flotily kolem pobřeží Španělska upoutal Pablovu pozornost časopis, který řadil tehdejšího kubánského prezidenta Fidela Castra mezi deset nejbohatších milionářů na světě. Pablo chtěl časopis ukázat svému kolegovi, v ten moment ho ale viděl tajemník vládní strany, který byl zrovna náhodou na palubě. Za to, že vzal Pablo tento časopis na palubu, byl odsouzen k šesti měsícům odnětí svobody. Při jiné příležitosti si koupili auta v Kanadě, ale na příkaz vlády je museli hodit do moře. V roce 1978 se jim podařilo jiná auta dostat až na palubu, nakonec je ale zabavili vládní úředníci. Jediný, kdo si na Kubu mohl dovézt auto, byl kapitán a vedoucí strojovny. Některým námořníkům se podařilo získat auto pomocí dobře připraveného dokumentu, který přesvědčil kubánskou vládu, Pablo však tuto možnost nikdy neměl. „Pokud chtěli členové posádky dovézt do Havany cokoliv z ciziny, museli jednat s celními orgány a zaplatit daň, ať už to byla lednička nebo oblečení,“ vzpomíná Pablo. Nakonec pro kubánské námořnictvo pracoval oficiálně do roku 1997, o rok později ještě podnikl poslední cestu se svým kapitánem na soukromé lodi. Po této plavbě však jeho život na moři definitivně skončil.
Práce na vlastní pěst
Po návratu z poslední cesty se Pablo vydal na východ Kuby hledat novou práci. Po nějaké chvíli obdržel od kubánských úřadů telegram, že byl přidělen na práci v zemědělství. Pablovi to připadalo díky jeho kariérní historii podivné, a proto se vrátil do Havany, aby zjistil, o co jde. Zde se pokusil vrátit se k námořnictvu. Situace ale byla složitá a v rámci odvodu bylo nutné zaplatit poplatky havanské společnosti s názvem Selemar. Pablo požadovaný poplatek zaplatil, byl však informován, že nemůže narukovat a že mu ani nemohou dát záznam o zaměstnání, který by ho akreditoval jako bývalého pracovníka kubánského námořnictva. Bez příslušných dokumentů se nemohl dostavit na kubánské Ministerstvo práce a sociálního zabezpečení [Ministerio de Trabajo y Seguridad Social] k oficiální žádosti o práci, což v něm vyvolalo další obavy o svou budoucnost. Jelikož mu nebylo umožněno hledat práci na oficiálním trhu, rozhodl se živit jako osoba samostatně výdělečně činná. Být OSVČ není na Kubě zcela legální a nelze tuto činnost vykonávat svobodně. Navíc podléhá neustálým kontrolám ze strany státu. Práce OSVČ obsahuje i další problémy. Na jednu stranu je povoleno vydávat osvědčení nebo patent k samostatně výdělečné činnosti, na druhou stranu není kde získat daný produkt, aby jej bylo možné zpracovat k soukromým obchodům. „Bylo to jako urážet systém,“ mluví Pablo o svých začátcích a problémech jako OSVČ. Pokud ho vládní agenti nachytali při nákupu na černém trhu, protože oficiálně nemohl primární surovinu pro prodej získat, dostal se do problémů a byl pokutován. Pokutu dostal celkem asi čtyřikrát. „V obchodě přes ulici jsem koupil čtyři krabičky neloupaných krevet a vařil z nich. Přišel inspektor a hotové jídlo ode mne požadoval,“ vzpomíná Pablo a dodává, že od inspektora dostal pokutu 500 kubánských pesos. „Při jiné příležitosti jsem dostal pokutu 1500 pesos za to, že jsem měl na stole kousek sýra. Inspektoři měli podezření, že chci sýr prodávat,“ popisuje absurdnost celé situace.
Boj za práva živnostníků
Zkušenost se sýrem motivovala Pabla k tomu, aby začal mluvit s lidmi, kteří na tom s prací byli podobně. Začal se problematice OSVČ věnovat hlouběji, v první řadě psaním textů o tomto problému. Nastudoval si Ústavu z roku 1976 a konzultoval ji s právníkem. Představil mu společný soubor požadavků dalších OSVČ, kteří se do boje za změnu podmínek také zapojili. Hlavním požadavkem bylo, aby mohli pracovat bez omezení, pokut a dalších překážek kladených jim režimem. Právník označil dokument za kvalitně zpracovaný a tak začal oficiální boj za práva OSVČ na Kubě.V roce 2012 Pablo znovu osoby samostatně výdělečně činné shromáždil s cílem zahájit boj proti vládě v ještě větší jednotě. „Všichni [OSVČ] byli zcela utlačováni, jelikož to [vykonávat svou práci odděleně od oficiálního zaměstnání poskytovaného kubánskou vládou] bylo příliš nebezpečné,“ vysvětluje. Pablovi se podařilo sjednotit asi 50 osob. Na jejich setkání ale přijeli lidé z vlády a represivní Státní bezpečnosti. Později téhož dne, když účastníci začali podepisovat dokument určený pro kubánskou vládu, došlo k rozruchu a nakonec i k fyzické konfrontaci mezi OSVČ a vládními pracovníky. Po několika minutách potyčky se lidé rozprchli a Pablo zůstal sám. Během chvilky se vrátila policejní hlídka a informovala ho, že se má dostavit na policii kvůli podání vysvětlení. Tam mu policisté řekli, že pokud bude ve shromažďování OSVČ pokračovat, budou ho považovat za jednoho z nejvíce reakcionářských kontrarevolučních vůdců. Od té doby je Pablo neustále pronásledován vládou a státní policí. Vláda zabavila veškerý jeho majetek. Nic mu nezbylo, ale i nadále je ochoten pokračovat v boji až do té doby, dokud nedojde k zlepšení situace kubánských OSVČ. „Už nemám co ztratit. Jediné, co mi zbývá je až do smrti pokračovat v boji,“ shrnuje Pablo, jenž byl v mládí členem komunistické strany a desítky let v námořnictvu pracoval pro režim. Teď mu však nic nezbylo, natož podpora režimu, kterému vše vydal. „Už nemám ani své původní ideály“, uzavírá rozhovor.
[1] Více o ekonomických reformách a kolektivizaci na Kubě (v šj) na: https://www.researchgate.net/publication/271810136_El_desarrollo_agrario_en_Cuba_reformas_economicas_y_colectivizacion
[2] Angolská válka za nezávislost na Portugalsku (1961 – 1975) a následně občanská válka v Angole (1975-2002). Kuba v konfliktu nasadila svá vojska po boku vojsk SSSR
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Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)