The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.

If you have objections or additions to the text, please contact the chief editor of the Memory of Nations. (michal.smid@ustrcr.cz)

Otto J. Reich ()

Lo único que hace bien el comunismo es mantenerse en el poder

  • nació en octubre de 1945 en La Habana.

  • su padre judío llegó a Cuba desde Austria escapando de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

  • cuando la Revolución cubana empezó tornarse totalitaria, la familia se fue a Estados Unidos.

  • después de haber servido en el ejército estadounidense en Panamá estudió en la Universidad de Georgetown.

  • fue funcionario especializado para los asuntos latinoamericanos en las administraciones de varios presidentes de Estados Unidos.

  • en 2001 fue nombrado Subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental.

  • trabajó también como asesor en el sector privado.

Otto Juan Reich se considera a sí mismo cubano-americano, sin embargo, su origen es mucho más complejo. El padre de Otto J. Reich era judío de nacionalidad austríaca con raíces en el territorio de Bohemia. Cuando el ejército de la Alemania nazi invadió a Austria en 1938, decidió escaparse. Pasó por Suiza y Francia para finalmente embarcar en un barco portugués rumbo a La Habana, adonde llegó en 1942. Allí conoció a su futura esposa y la madre de Otto, una mujer cubana descendiente de españoles. “Es importante mencionar que en aquel momento los refugiados de Europa sí fueron recibidos en Cuba con brazos abiertos porque Cuba había tenido un episodio muy bochornoso: el del barco San Luis. Esto había sido una operación de propaganda de Joseph Goebbels quien hizo que al barco San Luis, cuando llegó a La Habana en 1939, no le fuera permitido anclar ni desembarcar a sus pasajeros, la mayoría de los cuales eran judíos europeos. El barco tuvo que regresar a Europa y tres cuartas partes de los pasajeros murieron en campos de concentración”.

El exilio al paraíso caribeño 

Su padre llegó completamente sin nada. Gracias al Comité de Asistencia Austriaco, formado por los austriacos que habían llegado a Cuba previamente y que habían logrado establecerse, pudo sobrevivir en la isla caribeña los primeros años. Le encontraron un cuarto en la casa donde vivía la familia de su futura mujer. “Él empezó a enseñarle francés y ella le enseñaba español. Los dos se casaron a fines del año 1942 y yo nací en 1945”. Desafortunadamente, su padre ya no logró que sus abuelos austriacos salieran de Europa y murieron a causa de la persecución nazi de los judíos durante la guerra. El padre de Otto J. Reich fundó en Cuba, junto con unos amigos, una fábrica de muebles que funcionaba lo suficientemente bien como para asegurarle a la familia una vida cómoda. “La fábrica empleaba a unos doscientos empleados. A mi papá le encantaba Cuba, él pensaba que había llegado a un paraíso”. 

Recuerdos de la infancia cubana 

 “Yo creo que todos tenemos la misma costumbre de recordar lo bueno. Mi infancia era vivir en un país muy agradable, teníamos una familia grande de la parte de mi madre. Era una familia típica cubana, tenía muchos primos y nos reuníamos siempre para los días de fiesta en la casa de mis abuelos. Era una casa muy modesta”. Así recuerda Otto su infancia, se acuerda de jugar mucho al béisbol y de las excursiones a la naturaleza los fines de semana. En cuanto a los tiempos del general Batista, comenta: “Batista era un dictador autoritario y hay una gran diferencia entre una dictadura totalitaria y una autoritaria. A mí no me gusta ninguna de las dos, pero las autoritarias normalmente dejan el poder más voluntariamente que las totalitarias”. Tal como muchas familias cubanas, también los Reich fueron a darles la bienvenida a los Castro cuando llegaron en enero de 1959 a la capital. “No teníamos la menor idea de lo que iba a hacer este señor”. Su padre, teniendo la experiencia con los dirigentes totalitarios de Europa, logró sospechar el riesgo que Fidel Castro podía representar para Cuba. Lo pensaba por el discurso de defensa que Fidel Castro pronunció en el juicio después del intento de asaltar el cuartel Moncada. “Mi papá me dijo que se le pararon los pelos porque el discurso que él oyó de Fidel Castro le recordaba tanto el discurso de Adolf Hitler. Es muy curioso porque la frase ‘la historia me absolverá’, que fue la última frase de la defensa legal de Fidel Castro, es exactamente la misma frase que había usado Hitler en su defensa cuando fue arrestado en Alemania en los años veinte en el famoso Golpe de Munich. Yo no creo que esto fuera coincidencia”.

Un segundo exilio: “mi papá tuvo que dejar dos veces todo lo que tenía” 

Una vez que Fidel Castro empezó a nacionalizar la economía, la fábrica de muebles del padre de Otto fue confiscada. Por ello, decidieron irse a Estados Unidos pero el proceso fue bastante largo. “Para eso hace falta una visa, se demoró varios meses porque ya habían cientos de miles de cubanos tratando de salir. A mi papá le dio un ataque de depresión muy fuerte, no podía hacer nada y estuvo en cama tres meses hasta que llegó el permiso de la Embajada de Estados Unidos. De pronto se le fue la depresión, se levantó y empezó a hacer los preparativos”. La familia salió de Cuba el 18 de julio de 1960. En este periodo ya se sentía un pánico. “Los padres llevaban a sus hijos al aeropuerto y los montaban en un avión sin saber quién los iba a recibir. Se creó el llamado programa Peter Pan a través del cual miles de niños cubanos llegaron a Estados Unidos sin acompañamiento. La Iglesia Católica de Florida se ocupó de albergarlos, pero eran tantos que el Gobierno de Estados Unidos estableció orfanatos”. La familia Reich salió en un barco de La Habana a Cayo Hueso en Florida. “En la bahía de La Habana había un barco ruso que tenía en la chimenea la hoz y el martillo. Me acuerdo que me dio una rabia enorme... que yo tenía que irme de mi país natal, mientras que los rusos habían llegado y se quedaban en La Habana”.

Una vez en Estados Unidos, la familia se estableció primero en Nueva York, pensando que aquí les resultaría más fácil hacer una nueva vida ya que no había la sobrepoblación cubana de Miami. Al principio, el padre de Otto vendía cosas de puerta en puerta y después de un tiempo se fue a trabajar con un amigo en una compañía de alquiler de carros en Carolina del Norte. Allí, en la universidad que lleva el mismo nombre de la ciudad, Otto se graduó como Licenciado en Estudios Latinoamericanos. Sobre la adaptación a una cultura nueva, comenta: “Siempre es difícil para un inmigrante adaptarse a un nuevo país, pero yo conocía bastante sobre Estados Unidos por los libros, por las películas y por los viajes que habíamos efectuado con nuestros padres. Tuve una ventaja en comparación con muchos otros cubanos. Para mi mamá fue muy difícil. Yo quería tener éxito, sobre todo por mis padres que habían sufrido tanto y lo habían perdido todo. Tenían cuarenta y pico y todo lo perdieron y no sólo lo material, sino los amigos. Mi papá tuvo que dejar dos veces todo lo que tenía”.     

Otto J. Reich en el servicio militar

Eran los tiempos de la Guerra de Vietnam cuando Otto terminó la licenciatura. Sintió entonces una obligación moral de incorporarse al ejército estadounidense para agradacerle así la posibilidad de refugiarse en este país. “La guerra no era muy popular, pero para mí esto era secundario. Yo quería servir a mi país. Por supuesto nadie quería ir a morir, pero salirse del servicio militar significa que van a llamar a otra persona, menos preparada, lo cual me parece muy injusto. Yo tenía mi título y podía aspirar a ser un oficial”. Entonces entró como voluntario, se graduó en la Escuela de Oficiales y lo trasladaron a Panamá. Su servicio culminó en 1969 y en aquel momento decidió continuar con sus estudios en la Universidad de Georgetown. Después de graduarse trabajó en el Congreso de Estados Unidos y posteriormente se trasladó a Miami. Junto con un amigo abrió una compañía de exportación-importación, pero por la falta de experiencia perdieron mucho dinero. “No sabíamos lo que estábamos haciendo y perdimos plata. Aprendimos mucho pero no ganamos mucho”. Empezó a trabajar en la Oficina para el Desarrollo de Florida. “Había mucho auge económico en los años setenta, la Florida se estaba convirtiendo en un centro financiero y comercial de América Latina”.

Cargos en la política estadounidense 

Otto se trasladó luego a Washington, ciudad que satisfizo su ambición de trabajar en la esfera política. Fue empleado por el Consejo de las Américas, creado para apoyar el desarrollo económico de América Latina por medio del sector privado. “En aquel momento el presidente era Jimmy Carter y yo me consideraba un demócrata, pero Jimmy Carter para mí era un presidente muy desafortunado en todo lo que era la política nacional y exterior. Las crisis me convencieron de que yo no podía seguir siendo un demócrata”. Posteriormente, se unió a la campaña de Ronald Reagan quien ganó en noviembre de 1980. Bajo su gestión Otto fue administrador de la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos para América Latina, manejando los programas de desarrollo económico para los países latinoamericanos. Entre 1983 y 1986 trabajó en una oficina creada por el presidente Reagan, llamada Diplomacia Pública, diseñada para explicarle al Congreso y a la prensa qué era lo que estaban intentando hacer. “Nos acusaban de apoyar a los escuadrones de la muerte en El Salvador, de apoyar a la gente que estaba matando a las monjas, mientras que lo que estábamos haciendo era lo opuesto. Queríamos fortalecer el centro democrático en Centroamérica”. El trabajo era exitoso y Otto J. Reich fue nombrado embajador en Venezuela desde mayo de 1986 hasta 1989. “Era otra Venezuela. Tenía problemas de desarrollo, por supuesto, pero era un país riquísimo. Había problemas de corrupción, pero nada comparado con lo que existe ahora”.

Fin de las misiones 

Terminada la misión en la embajada regresó a Washington y se reincorporó al sector privado como asesor de comercio exterior. En 1991 formó parte del equipo enviado por Estados Unidos a la Conferencia de Derechos Humanos en Ginebra. Fue la primera vez que la Comisión de Derechos Humanos decidió asignar a un relator especial para Cuba. “Los cubanos se pusieron furiosos”. En 2001, cuando George W. Bush ganó la presidencia, le fue asignado el cargo de Subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental. De allí pasó al Consejo Nacional de Seguridad y regresó al sector privado. “Ese trabajo me estaba causando demasiados problemas familiares. No tenía tiempo, son trabajos que ocupan doce o catorce horas al día”. Hasta el día de hoy (abril de 2019) Otto trabaja como consultor.

© Všechna práva vycházejí z práv projektu: Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation