The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.

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Ramón Santa Cruz Pacheco Cedeño (* 1939)

Una vez Raúl Castro me invitó a cenar en su casa. Yo no fui

  • nació en un pequeño pueblo llamado El Socorro en el oriente de Cuba

  • hijo de un cafetalero y una afrodescendiente

  • terminó los estudios de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios

  • abrió una pequeña fábrica para hacer mosaico, que luego le quitaron

  • se negó hacerse miembro del Partido Comunista

  • en Cuba después trabajó como administrador de una fábrica, en el aeropuerto de la Habana y clandestinamente como joyero

  • gracias a su mujer que tenía la ciudadanía española logró salir de Cuba con toda la familia

  • hace 30 años que reside con su familia en los Estados Unidos

La infancia en la época de gobierno de Fulgencio Batista

Ramón Santa Cruz Pacheco Cedeño nació en lo que en aquella época fue la provincia de Oriente, en un pequeño pueblo llamado El Socorro en Cuba. Su niñez la pasó luego en Santiago de Cuba donde su padre compró una casa. Como su padre era un hombre rico, vivía sin grandes problemas. “Mi papá fue el dueño de una finca cafetalera muy grande que en la realidad le daba empleo y trabajo a casi toda la gente del pueblito este. Y pues lo que todavía hacen los cubanos ya se hacía en aquella época. Él siendo un viejo ricachón cogió una muchachita y nos tuvo a tres, dos hermanas y yo. Durante mi niñez nunca tenía grandes problemas de comida ni nada de eso. Pero criándome con la familia de mi mamá que escasamente dos o tres sabían leer y escribir o sea que no me querían ni mandar a la escuela.” O sea, su padre casi tenía que obligarles a los que le criaban a Ramón que le mandaran a la escuela. Primero estuvo en una escuela privada y desde el sexto grado entró una escuela pública. Luego estudiaba cerámica en una escuela de artes y oficios.

Ramón tiene setenta y ocho años y por lo tanto puede contar no sólo sus recuerdos de la Revolución de los hermanos Castro y lo que pasó en Cuba después, sino que también nos cuenta algunos de sus recuerdos de la época del gobierno de Fulgencio Batista. “Batista no era un mal hombre, pero se fue rodeando de gente que querían enriquecerse muy rápido.” Ramón nació en una región rural y se recuerda de la manera cómo se aprovechaban los oficiales del régimen de Batista de su posición relativamente a los pobres guajiros. “Y entonces abusaban un poco y sobre todo del campesinado que no tenía nada que dar, pero como la guardia rural, los que se destacaban más en el campo, pues abusaban de los campesinos y el capitán si tenía una fiesta mandaba a que le mandaran un puerquito y esto y lo otro y no pagaban nada. Vivían quitándole al pueblo y en eso es en lo que se ceba la Revolución de Fidel Castro.”

La Revolución

Sin embargo, Ramón no cree que la Revolución sea algo que la población de la isla hubiera aceptado de una manera incondicional y rápida. Precisamente, al contrario. “Pero fíjate si con todo esto el pueblo de Cuba nunca aceptó ni va a aceptar jamás la Revolución de los Castro, que fíjate cuantos años estuvieron en la Sierra Maestra sin poder avanzar nada, todos escondiéndose y correteando de un lado pal‘ otro sin poder hacer nada.” Según Ramón fueron los ricos que vieron lo estancado que era el país a causa de todo el terrorismo y que entonces luego se pusieron a ayudar a la Revolución para quitar los oficiales corruptos del régimen de Batista. En realidad, según lo que nos cuenta Ramón, durante del gobierno de Fulgencio Batista a pesar de la pobreza de mucha gente, se vivía con bastante libertad y sobre todo: “se vivía mucho mejor que ahora, pero mucho mejor que ahora.” Inclusivamente cuando se oyó el tiroteo del Cuartel Moncada, la gente en Santiago de Cuba primero pensaba que se trataba de los fuegos artificiales ya que durante aquellos días fue la plena época de carnaval. Ramón tenía aproximadamente veinte años y no le interesaba nada la Revolución. Acabados los estudios de cerámica puso con la ayuda de su padre una pequeña fábrica de hacer mosaico.

Algunos recuerdos más de la Revolución de 1959

“Lo que más yo me recuerdo es la matanza que hicieron. Mataron una cantidad de hombres buenos y malos, no tenían diferencia. Lo que querían era meterle miedo al pueblo, para que vieran que ellos mataban. Es verdad se sembraron un terror.” Ramón explica que como los revolucionarios en realidad eran menos, tenían que basarse en terror para poder dominar. Otro factor importante era la relación del régimen con los obreros a quienes les daban muchas ventajas y así se empezó a derrumbar la economía.

Primeros conflictos con el régimen

 Un par de años después el gobierno empezó a intervenir en todos los negocios en Cuba y a Ramón le quitaron la fábrica. “Primero me dijeron que me iban a pagar lo que yo estimaba que valía aquello. Y yo dije: Va, yo no me voy a poner en contra de esto porque si yo digo que no, ¿a quién le voy a comprar los materiales si ellos son los dueños de todas las cosas? Ya no se podía casi conseguir las cosas.” Entonces le quitaron la fábrica y le dieron un trabajo de administrador de una fábrica grande en Santiago de Cuba. Allí se negó a hacerse un miembro del Partido Comunista ya que no le interesaba nada la política y luego iba cayendo en la jerarquía de la fábrica hasta que compró con la ayuda de su padre un camión y se volvió camionero de operadora de flete. También tenía un tallercito clandestino en que se dedicaba a la joyería. “Cada vez se fue cerrando más todo el tipo de negocio en Cuba.”

Aprovechando contactos dentro del régimen consiguió salir de Cuba con toda la familia

En aquella época se casó con su mujer Dalia y empezaron a formar familia. Luego se mudaron a La Habana aprovechando la brecha de dos meses en que el gobierno autorizó la compra y venta de casas. La casa la compró con la ayuda de un funcionario por unos 4000 o 5000 pesos. Ramón consiguió un trabajo en el aeropuerto José Martí en La Habana con la ayuda de su cuñado comunista que trabajaba allí y entonces vendió su camión. Relativamente a sus contactos con las personas de dentro del régimen, Ramón dice: “Yo tuve suerte con eso porque yo manejaba una situación que siempre tenía dinero. (…) Sabían que yo no era un revolucionario, pero me trataban, porque si íbamos a un lugar y venía una botella de Havana Club que ellos entraban, pero no tenían la plata para pagarla. La pagaba yo. En La Habana yo tenía ese tipo de amigos que estaban muy bien integrados en la Revolución y me ayudaban hasta ciertos puntos, en que yo iba con ellos a lugares a que ellos tenían acceso a comprar comida, porque había mercaditos en La Habana que estaban vedados para los pobres, para la gente del pueblo. Sin embargo, los coroneles, toda esa gente, podían ir a comprar con la moneda cubana allí lo que les diera la gana.” A pesar de que Ramón siempre supiera moverse de manera que le iba bastante bien económicamente, gracias a sus actividades clandestinas, por fin decidió salir de Cuba. Entre las razones más importantes fue la educación y el futuro de sus hijos. “Pero cada vez era más difícil en Cuba. (…) Querían gobernarte los hijos.” Lo hizo de siguiente manera: Como el padre de su mujer era gallego, ella también tenía la ciudadanía española. La Embajada de España le ayudó con los trámites para que pudiera salir junto con Ramón y sus hijos. Un conocido que estaba bien integrado dentro del régimen cubano también les ayudó, porque en cambio Ramón le dejó la casa que habitaban en La Habana. “Para quedar bien con mis amistades, les dije que se había muerto una tía de mi mujer en España y que íbamos a tomar la posesión de la herencia. Todo el mundo se quedó perfectamente conforme.”

La vida en los Estados Unidos

Ramón vive en los Estados Unidos más de treinta años. No podía trabajar de joyero porque tenía miedo de los asaltos y entonces trabajó primero en el aeropuerto de Miami. Luego puso una escuela de manejo de carros. Su mujer siguió trabajando como enfermera y sus hijos viven en los Estados Unidos. Ramón ya dejó de trabajar. “Vamos bien, no nos vamos a morir de hambre.” Mantiene poco contacto con sus familiares en Cuba. Tiene una tía vieja a quién le manda algún dinero para que pueda comprar comida. Desafortunadamente, la mayoría de sus familiares son informantes del gobierno.

© Všechna práva vycházejí z práv projektu: Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation

  • Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)