The following text is not a historical study. It is a retelling of the witness’s life story based on the memories recorded in the interview. The story was processed by external collaborators of the Memory of Nations. In some cases, the short biography draws on documents made available by the Security Forces Archives, State District Archives, National Archives, or other institutions. These are used merely to complement the witness’s testimony. The referenced pages of such files are saved in the Documents section.
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Yo siempre pensé que mi propósito era llegar a Cuba con mi rifle en la mano
nació el 27 de septiembre de 1936 en una familia de militares
después de la victoria de Fidel Castro conspiró contra el nuevo Gobierno
una vez en EE. UU, decidió entrar en los campamentos de entrenamiento para la invasión de la bahía de Cochinos
formó parte del Batallón 5 de Infantería
junto con otros brigadistas estuvo preso hasta el diciembre de 1962
regresó a EE. UU. gracias al canje efectuado por la Administración Kennedy
sirvió también en el ejército de EE. UU., hoy en día reside en Miami
Česká verze příběhu následuje po španělské verzi:
“Mi visión siempre ha sido la carrera militar,” resaltó Humberto López Saldaña varias veces durante la entrevista. Por ello no es de sorprender que haya decidido unirse a los un poco más de mil hombres que se lanzaron a la peligrosa aventura que entró en la historia como de la Invasión de la bahía de Cochinos.
Humberto Saldaña nació 27 de septiembre de 1936 en la ciudad de Cárdenas situado en la provincia de Matanzas, en la costa norte de Cuba, a unos 150 kilómetros de La Habana. En aquel entonces, su padre era militar. “Me crié en el ambiente militar”, explica tal vez el primer motivo que influyó en su posterior decisión de convertirse en un soldado. Los traslados de su padre que sirvió en el ejército en varios lugares distintos llevaron a la familia a mudanzas ocasionales. “Una de las veces vivíamos en San José de los Ramos. Allí fue la primera vez que fui al colegio. Después vivimos dos años en Varadero y más tarde en Cárdenas,” describe la trayectoria de la familia. En Cárdenas iba al colegio dirigido por sacerdotes españoles de los cuales algunos habían peleado en la Guerra civil española. “Aquello era muy estricto.” Humberto se graduó en el año 1956 en Ciencias en el Instituto de Cárdenas. “Siempre recuerdo que quería venir a estudiar a Estados Unidos. Pero mi padre no quiso,” cuenta. Entonces optó por la carrera de Ingeniería civil en la Universidad de La Habana. Sin embargo, ya no tuvo tiempo para terminar su carrera.“Era una mañana del diciembre del año 1957, estaba en una clase de química. Y entonces apareció un funcionario que incluso era uno de los amigos míos y dijo: ‘La clase se va a suspender, porque Fidel Castro acaba de desembarcar por Oriente.’ Este fue el último día que se daba la Universidad. Cuando la abrieron de nuevo en 1959, ya no fui,” cuenta cómo la historia acabó con sus estudios universitarios.
Humberto recuerda que las tensiones entre los partidarios de ideas e ideologías diferentes no siempre habían sido tan agudizadas como después de la llegada al poder de Fidel Castro. “Me críe en el ambiente de un militar de la República. Pero tenía amigos y nos respetábamos. Yo iba a la casa de Echeverría. Conocí a José Antonio Echeverría[1]. Recuerdo que había una palma enfrente de su casa y nosotros allí conversando…” Se casó en 1958 y cuando Fidel Castro entró victoriosamente a La Habana, vivía en Varadero. “Pusimos la televisión y estábamos viendo todo aquello que estaba ocurriendo.” Como la atmósfera en la sociedad cambió bruscamente, su padre, antiguo militar del régimen de Batista[2], tuvo que esconderse y pronto después, el mismo año de la Revolución, murió. “Nuestro grupo de amigos nunca hemos sido simpatizantes de Castro. Nos empezamos a organizar en grupo. Conversamos con mucha discreción y con mucho cuidado. Estábamos trabajando ya, conspirando. Estábamos haciendo actos de sabotaje. Era extremadamente peligroso en aquella época hacer estas actividades en Cuba,” narra Humberto su rápida involucración a las conspiraciones contra el nuevo Gobierno. “Regamos el fósforo vivo en una tienda. Hizo bastante daño... Esa época era una época de terror. Muchas personas dicen que en 1959 hubo una explosión de alegría. Realmente yo no veo así. Había un ambiente de amenaza. Tú no podías ir al cine ya en el año 1958. Amenazaban con que iban a poner bombas.” Dentro de poco, la cuenta bancaria de la familia era confiscada, al igual que la casa que arrendaban y Humberto decidió irse a Estados Unidos. Eso era en abril de 1960. “Solo el hecho de salir de Cuba representaba que eras desafecto al régimen de Castro,” explica por qué en vez de salir por Varadero, tuvo que ir a La Habana, donde no lo conocían. Fue a la embajada americana donde trabajaba una tía suya y consiguió una visa turística. Llegó a Miami, donde ya había estado su hermano. Pasó por varias casas de familiares y amigos de la juventud que también se fueron a Estados Unidos. Decidió entrar en los campamentos de entrenamiento que preparaban voluntarios para invadir a Cuba. “Estuve trabajando unos meses hasta que llegó el momento cuando me inscribí. A poco tiempo me llamaron y salí para los campamentos. El grupo mío salió en febrero de 1961,” concretiza.
La primera parte del entrenamiento tuvo lugar en una base estadounidense en Louisiana y duró más o menos un mes. Después se trasladaron a Guatemala. Humberto y su grupo constituyó en Batallón 5 de la Infantería. Mientras que el campamento de entrenamiento en Louisiana era de aquellos que se veían en las películas. “Cuando llegamos a Guatemala, era muy diferente. Las personas se vestían diferentemente, eran más esqueléticos, algunos no afeitados. Pero pronto nosotros estábamos así también.” Acabado el entrenamiento, el grupo fue a Puerto Cabezas en Nicaragua, donde ya estaba preparado el barco Houston en cuyo borde Humberto se dirigió junto con sus compañeros hacia Cuba. “Demoramos casi tres días navegando hasta que llegamos a la costa de Cuba en la mañana del 17 de abril. Una de las razones para que la invasión fuera en abril era que en mayo deberían haber llegado los MIG rusos. En la mañana llegamos a la bahía de Cochinos, como era el plan de los batallones 2 y 5.[3] Las lanchas para el desembarco eran de aluminio con motores fuera de 40 caballos. Fue muy lento el desembarco,” describe las primeras complicaciones que más tarde se iban acumulando para desembocar en un fracaso total de la invasión. Según Humberto, una gran parte del fracaso se debió a la actitud del entonces presidente de Estados Unidos, J. F. Kennedy. “Él realmente no era una persona idónea para este momento histórico,” comenta la decisión del presidente de suspender los ataques aéreos contra la aviación castrista. “Los aviones nuestros también salían de Nicaragua y no podían estar encima de Cuba más de treinta minutos.” Debido a las circunstancias nuevas el plan de tomar la playa y establecer un Gobierno allí no pudo resultar exitoso a pesar de que el batallón de Humberto había hecho algunos avances en el principio de la operación. El barco Houston fue quemado. Humberto y su grupo lucharon hasta su arresto el quinto o sexto día, cuando fue capturado por las fuerzas de Fidel Castro. “Nos ponen entonces en una de las rastras para llevarnos a La Habana. Los milicianos me gritaban: ‘Dame el pantalón, dame las botas.’ Entonces trajeron otra rastra y dicen que nos bajemos y nos montemos en la otra. Yo dije de aquí no me voy a bajar, se llevan mi pantalón y botas como souvenir.” Para algunos de los compañeros de Humberto, las rastras resultaron fatales. “La otra rastra es la que llenaron y cerraron herméticamente. Murieron nueve de los hermanos nuestros. Por el camino nos gritaban: ‘Paredón, mercenarios!” La rastra les llevó al Palacio de Deportes en La Habana. “Muchos estaban enfermos y heridos. Yo tuve varios problemas con los oídos,” recuerda. Pasado casi un mes, les trasladaron al Hospital Naval, donde se quedaron otro mes, para luego ser trasladados directamente a la prisión “El Príncipe”.
Humberto fue encarcelado hasta el diciembre de 1962, cuando se efectuó un canje que llevaron a cabo los negociadores estadounidenses. Los brigadistas fueron liberados en cambio de dinero, ropas, medicamentos etc.[4] “Las condiciones en “El Príncipe” eran bien malas. En la galera donde estaba yo solamente había un baño para 150 hombres. Lo mío era el piso. Luego nos trajeron literas. Había un tanque de agua que abastecía la galera. A veces había ratas dentro del tanque. Eso causaba una enorme descomposición estomacal. A mi mamá y a mi señora las desnudaban en la visita,” describe aquellos meses. “El juicio era una patraña por completo. Hasta tal punto que el abogado defensor nos pide la pena de muerte. Así que se lo pueden imaginar… Nos abstuvimos de declarar,” dice al respecto del juicio. Humberto recuerda, que una vez liberados, durante el camino hacia el punto de partida, la gente les gritaba de nuevo. Sin embargo, ahora los gritos eran distintos: “Regresen otra vez!’ Cuánto cambió la opinión tan solo en dos años…”
El 25 de diciembre regresó a Estados Unidos. Se reunió con sus familiares. Sin embargo, no abandonó la vida militar. Se incorporó en las filas del ejército estadounidense. “Más de 300 de los brigadistas liberados fuimos al ejército de EE. UU. Tuvimos el entusiasmo de esta visión, ese afán de luchar por Cuba que todavía hoy en día, después de 70 años lo mantenemos también.” Acabado su servicio en el ejército vivió en Miami y trabajó en el aeropuerto por varios años. Posteriormente, como había estudiado Ingeniería civil, trabajó en Miami como inspector de edificios. Hoy en día es jubilado y actualmente es director del Museo de la Bahía de Cochinos en Miami. Se siente muy orgulloso de todo lo que le tocó vivir.
[1] Fue un líder estudiantil y nacional revolucionario cubano. Cayó en un combate que se dio depsués de una operación guerrillera en La Habana 1957.
[2] Fue un militar, dictador cubano y el presidente constitucional de Cuba de 1940 a 1944. Ddictador de facto de 1952 a 1959, año en que fue derrocado durante la Revolución Cubana.
[3] Para el Batallón 2 de la Infantería, véase la historia de Humberto Díaz Argüelles
[4] Según Humberto, los negociadores quedaron en 60 millones de dólares en ropa y medicamentos que brindaron sobre todo empresas estadounidenses.
Česká verze:
„Vždycky jsem chtěl být u armády“, zopakoval Humberto López Saldaña hned několikrát během našeho rozhovoru. Není proto velkým překvapením, že se rozhodl připojit k o něco málo více než tisícovce mužů, kteří se vrhli do nebezpečné vojenské operace. Ta vstoupila do dějin pod označením Invaze v Zátoce sviní.
Humberto López Saldaña se narodil 27. září 1936 ve městě Cárdenas v provincii Matanzas. Cárdenas se rozkládá přímo na severním pobřeží Kuby, přibližně 150 kilometrů od hlavního města Havany. Jeho otec byl voják. „Vojenské prostředí na mě mělo velký vliv,“ vysvětluje Humberto okolnosti svého dětství, které pravděpodobně hrály roli při jeho budoucím rozhodnutí stát se také vojákem. Jeho otec v rámci vojenské služby často převelovali na různá místa a rodina se tak několikrát stěhovala. „Bydleli jsme ve vesnici San José de los Ramos. Tam jsem poprvé nastoupil do školy. Pak jsme se přestěhovali do Varadera a později do Cárdenas,“ popisuje Humberto místa, na kterých s rodinou pobývali. V Cárdenas chodil do katolického lycea, na kterém působili i španělští kněží se zkušenostmi ze Španělské občanské války. „Tam panoval opravdu velmi přísný režim,“ vzpomíná. V roce 1956 maturoval na Gymnáziu v Cárdenas. „Toužil jsem odejít studovat do Spojených států amerických. Jenže můj otec byl proti.“ Nakonec se tedy přihlásil na Havanskou univerzitu, kde si vybral obor stavební inženýrství. Ten už ale nikdy nedokončil. „Jednoho rána roku 1957, měli jsme zrovna přednášku z chemie, přišel do místnosti zaměstnanec univerzity, se kterým jsem se dobře znal. Řekl: ‚Přednášky se pozastavují, protože Fidel Castro se vylodil na východě země.‘ To bylo naposledy, kdy jsem byl na univerzitě. Když pak znovu otevřeli v roce 1959, už jsem tam nenastoupil,“ vypráví o tom, jak dějinné události z ničeho nic přerušili jeho univerzitní studia.
Humberto si dobře vzpomíná na to, že před nástupem Fidela Castra k moci nemusely být odlišné názory na politické směřování země bezpodmínečně překážkou pro mezilidské vztahy. „Já jsem byl vychován mezi vojáky republiky. Nicméně měl jsem mnoho přátel a vzájemně jsme se respektovali. Chodil jsem do domu Echeverríových a znal jsem se s José Antoniem. Bydleli pár bloků od nás a u palmy před jejich domem jsme spolu několikrát hovořili…“ V roce 1958 se oženil a když Fidel Castro se svým revolučním vojskem vítězně vstoupil do Havany, bydleli ve Varaderu. „Pustili jsme si televizi a dívali se na to, co se tam dělo.“ Jelikož společenské klima se náhle a prudce změnilo, jeho otec, v té době už bývalý příslušník Batistova vojska, se musel uchýlit do ústraní a nedlouho poté zemřel. „V mém okruhu přátel se směrem, který nastolil Castro, nikdo nesouhlasil. Začali jsme se organizovat. Hodně jsme probírali politickou situaci, ale potají. Brzy jsme se začali podílet na sabotážích. V té době to bylo velmi nebezpečné,“ vypráví, jak se záhy po revoluci ocitl na straně bojovníků proti nové vládě. „Jeden obchod jsme zlikvidovali bílým fosforem. Udělalo to velkou neplechu… Byla to doba teroru. Mnoho lidí tvrdí, že v roce 1959 všichni strašně moc jásali. Já jsem to ale viděl jinak. Bylo to spíše dost napjaté. Už v roce 1958 člověk nemohl jít do kina. Členové guerrilly vyhrožovali bombovými útoky.“ Netrvalo to dlouho a rodinný bankovní účet byl zmražený. Stejně tak se znárodnil dům, který pronajímali jiným lidem. V dubnu 1960 se Humberto rozhodl pro odchod do USA. „Už jen to, že jste chtěli odejít, jasně naznačovalo, jak se na Castrův režim díváte,“ vysvětluje, proč si k odletu místo blízkého Varadera, kde ho všichni znali, vybral Havanu. Na americkém velvyslanectví pracovala jedna z jeho tetiček a právě tam si sehnal turistické vízum. Pobýval u různých známých z mládí, kteří také odešli do USA. Když se pak naskytla možnost nastoupit do výcvikových táborů připravujících Kubánce na invazi, jeho další směřování bylo jasné. „Pár měsíců jsem pracoval a pak jsem se rozhodl přihlásit se. Chvíli poté mě povolali a já jsem vyrazil do tábora. Moje skupina odcestovala v roce 1961,“ upřesňuje.
První část vojenského výcviku probíhala na americké základně ve státě Louisiana a trvala přibližně měsíc. Následoval přesun do Guatemaly. Humberto a další vytvořili 5. pěší prapor. Zatímco výcvikový tábor v Louisianě připomínal ty z filmového plátna, „v Guatemale to bylo o poznání jiné. Uniformy byli jiné, lidé byli vychrtlejší a některým narostly dlouhé vousy. Zakrátko jsme na tom byli ale všichni stejně.“ Po skončení výcviku se skupina přesunula do přístavu Puerto Cabezas v Nikarague, kde už kotvila loď Houston, na jejíž palubě se Humberto spolu s ostatními vypravil vstříc kubánským břehům. „Plavba trvala téměř tři dny. Dopluli jsme 17. dubna v brzkých ranních hodinách. Jeden z důvodů, proč se invaze uskutečnila v dubnu, byla očekávaná dodávka ruských stíhaček MIG v květnu. Druhý a pátý pěší prapor se měl dostat na břeh na hliníkových člunech s malými motory o výkonu čtyřicet koní.[1] Byla to velmi pomalá akce,“ popisuje první komplikace, které se postupně kupily a nakonec vyústily v totální selhání celé operace. Podle Humberta sehrálo velkou roli také rozhodnutí amerického prezidenta Kennedyho[2], který upustil od plánu vyslat americké stíhačky, které měly původně pomoci zneškodnit kubánské letectvo. „V té chvíli by bylo lepší, kdyby byl prezidentem někdo jiný,“ myslí si Humberto. Naše letadla startovaly z Nicaraguy a nemohli strávit v kubánském vzdušném prostoru kvůli palivu více než půl hodiny.“ Kvůli změnám v původním plánu na obsazení pobřeží a vyhlášení samosprávy nemohl prapor postupovat způsobem, který by zajistil úspěch invaze. Loď Houston shořela a po pěti nebo šesti dnech boje nakonec Humberta a další zajalo kubánské vojsko. „Pak nás chtěli převést do Havany. Vojáci na mě křičeli: ‚Dej mi svoje kalhoty, dej mi svoje boty!‘ Připravili další transport a chtěli, abychom se přesunuli. Řekl jsem, že nikam nepůjdu, protože když vylezu, seberou mi kalhoty a boty a odnesou si je jako suvenýr.“ Někteří z členů invazního vojska transport do Havany nepřežili. „Po cestě zahynulo devět našich mužů. Po cestě na nás lidé pokřikovali: ‚Žoldáci, na popraviště s vámi!‘ Mnoho z nás bylo zraněných. Já jsem měl potíže s ušima,“ vzpomíná. Až po dalším měsíci je převezli do nemocnice, kde strávili další měsíc. A odtamtud už směřovali rovnou do vězení „El Príncipe“.
Ve vězení byl Humberto do prosince roku 1962. Na svobodu se dostal díky výměně, kterou se podařilo uskutečnit americkým vyjednavačům. Za propuštění zadržených vojáků dostala kubánská vláda mimo jiné peníze, oblečení a léky.[3] “Ve vězení panovaly příšerné podmínky. V mojí chodbě byl jediný záchod pro 150 lidí. Zpočátku jsem spal na podlaze. Pak nám přinesli postele. Byla tam také nádrž na vodu. Několikrát v ní plavaly mrtvé krysy. Mnoho z nás trpělo žaludečními problémy. Moje matka s manželkou se museli svlékat donaha, když mě chtěly přijít navštívit,” popisuje Humberto. „A soud? Tak to byla totální fraška. Došlo to tak daleko, že náš obhájce pro nás navrhoval trest smrti. No jen si to představte… Kolektivně jsme se rozhodli, že nebudeme vypovídat,” přibližuje soudní proces. Také si vzpomíná, že když se přesouvali na místo odletu do Spojených států amerických, lidé na ně opět pokřikovali. Tentokrát už to ale byla o poznání jiná hesla. „Vraťte se!‘ Je zajímavé, jak se smýšlení lidí změnilo za pouhé dva roky…“
Humberto přiletěl zpět do Spojených států amerických 25. prosince 1962, kde se sešel se svými příbuznými. Jeho působení u vojska ovšem ještě zdaleka nekončilo. Nastoupil totiž do americké armády. „Více než 300 osvobozených členů Brigády 2506 později narukovalo do americké armády. Ta touha osvobodit Kubu nás neopouštěla. A dnes, po 70-ti letech, je to úplně stejné.“ Poté, co ukončil své působení v armádě, pracoval Humberto na letišti v Miami a také kontroloval statiku budov. Dnes je v důchodu a je současným ředitelem Muzea Invaze v Zátoce sviní v Miami. Na to, co prožil, je velmi pyšný.
[1] Pro další popis špatných podmínek viz Humberto Díaz Argüelles. Stejně tak pro vyprávění z pohledu příslušníka 2. pěšího praporu.
[2] Nastoupil v lednu 1961. Stal se obětí atentátu v roce 1963. Během jeho vlády byla provedena neúspěšná invaze v Zátoce sviní, proběhla Karibská krize a byla zahájena výstavba Berlínské zdi.
[3] Podle Humberta vyjadnavači dohodli výměnu zajatců za oděvy a léky v hodnotě 60 milionů dolarů. Většinu materiálu poskytly americké firmy.
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