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Llegué a la conclusión que, debido a quién yo era y a la historia de mi familia, que yo tenía que pelear por Cuba
nació el 7 de enero de 1943 en La Habana en una familia prominente con larga tradición militar
tuvo que salir de Cuba ya en la época de Batista a causa de una confrontación con las autoridades, a sus 16 años vivió en Inglaterra
rechazó la beca de la Universidad de Leningrado y estudió en Estados Unidos
se incorporó a los campamentos de entrenamiento para la invasión en la bahía de Cochinos, formando parte de los hombres rana
formando parte del Batallón 2 luchó varios días en la costa cubana. Posteriormente fue encarcelado 21 meses en El Príncipe
salió de la prisión en el marco de un canje efectuado por los gobiernos de Cuba y EE. UU.
llevó a cabo negociaciones para conseguir la libertad para otros presos
Česká verze příběhu následuje po španělské verzi:
“A medida que uno va creciendo, sobre todo emocionalmente, te das cuenta de que tú no eres un espectador, sino un participante. Yo personalmente llegué a la conclusión, debido a quién yo era y a la historia de mi familia, que yo tenía que pelear,” dice José Rafael Montalvo, veterano de la Invasión de Bahía de Cochinos[1].
Nació el 7 de enero de 1943 en La Habana en una familia prominente con una larga tradición militar. Su padre era pediatra y nieto de José Rafael Montalvo quien había sido uno de los principales personajes firmados bajo en Documento de Montecristi[2] junto con José Martí[3]. “Fue el primer miembro de una familia criolla habanera que ofreciera a sus hijos para pelear en la Guerra de Independencia[4]. Su hijo mayor, Rafael Montalvo se sumó a Antonio Maceo[5] en la fuerza libertadora. A mi bisabuelo los españoles lo mandaron preso a Ceuta por traidor,” cuenta. Más tarde, su tío-abuelo ascendió a general. Debido a estas circunstancias, la familia era siempre muy patriota. A pesar de no gozar de gran riqueza, la juventud de José fue muy feliz. “Vivimos en un país que era un paraíso, jugábamos en la calle, no había odio ni resentimiento” dice al respecto. Muchas de las amistades de esta época las mantiene hasta el día de hoy. Se formó en el Colegio de La Salle.
José tuvo que salir de Cuba por primera vez en 1958. “Un día volviendo de una fiesta a mi casa, de un patinaje, me encontré con un grupo del Servicio de Inteligencia Militar de Batista[6]. Estaban buscando unos vecinos. Me pararon, me interrogaron y me empujaron y cuando me empujaron yo les di con unos patines que llevaba,” cuenta. Después de las amenazas por parte de las autoridades se fue a Inglaterra, donde estudió durante un tiempo. Fue allí donde le cogió el momento histórico de la llegada de los combatientes guerrilleros de Fidel Castro a La Habana. “Tuve que dejar el colegio porque no se podían sacar dólares y me fui a trabajar. Tenía 16 años. Entonces trabajaba en un Fish n’ Chips de inmigrante ilegal y viví en una casa de prostitutas que era el único cuarto que encontré,” recuerda. A pesar de eso sostiene que la estadía en Inglaterra le ayudó a comprender como funcionaba un país civilizado. En mayo de 1959 volvió a Cuba. “Llegué a un país que había cambiado totalmente. Antes reinaba el amor y la armonía, pero el amor de los cubanos se había secado. Lo que reinaba era el odio y envidia, una cosa programada por el Gobierno,” dice. Se acuerda por ejemplo de los actos de repudio contra las Iglesias. José continuaba con sus estudios en el Colegio de La Salle y se graduó en 1960. Poco a poco venía el miedo de que Fidel Castro era un comunista. “Nosotros sabíamos lo que había pasado en Checoslovaquia, Hungría etc...” En aquella época se produjo una de las protestas de los estudiantes universitarios y José fue atacado por los policías. Empezó a aplicar para las universidades y entre otras fue aceptado a MIT[7] y Georgia Tech. Entonces, sus padres le dijeron que no tenían suficiente dinero para pagar los estudios en Estados Unidos. Le llegó también la oferta de una beca de la Universidad de Leningrado. “Mi padre me dijo: ‘Ven, que te estás yendo a Estados Unidos. Si vas a la Unión Soviética te vas a convertir en comunista,” describe. Su padre llamó al decano de la Georgia Tech y le había aceptado. Allí hubo un grupo de estudiantes cubanos y las discusiones entre ellos le llevaron a la decisión de participar en la invasión a Cuba.
Fue invitado a participar en el entrenamiento de los hombres ranas. Sin embargo, su padre se opuso a la idea de irse a pelear. Después de haber pasado tres días en un monasterio trapense, José insistió en su participación. Se fue a Miami para registrarse para los campamentos de entrenamiento. Tenía 18 años. “No me fui con miedo. Tenía un entusiasmo enorme de que iba a poder participar,” explica. Primero le incorporaron en el Batallón 5 y más tarde acabó en el Batallón 2. Aprendió a manejar las armas y se fue a Nicaragua. “Allí estaban los barcos, las lanchas y los aviones nicaragüenses, un ambiente bien movido. Se podía sentir el entusiasmo de ir a la pelea por todos lados,” recuerda. Sin embargo, añade que al mismo tiempo empezaron a llegar las preocupaciones. “Había un oficial de la CIA que le preguntamos qué íbamos a hacer cuando nos entren con sesenta mil hombres. Dijo que no nos preocupáramos. Cada vez que oigo “no se preocupen” se me erizan los pocos pelos que me quedan,” dice sonriendo. Durante el viaje hacia Cuba, todo el mundo se llenó aún más de patriotismo. No obstante, las dificultades llegaron ya en el momento del desembarque. “Teníamos que bajarnos por las sogas con cien libras arriba. Si te caías al agua...” Empezó el combate y los invasores consiguieron a tomar la playa inmediatamente. “Me tocó ir por casa a casa a pedir a los milicianos que se quedaran dentro.” El otro día llegaron los primeros aviones castristas que hundieron el barco Houston[8] y tumbaron varios aviones. “Fue bien dura esta mañana.” El Batallón 5 se hundió con Houston. “Hubo algunos que se lanzaron al agua con armamento y no salieron. Había muchísimos tiburones,” recuerda. Se quedaron en Playa Larga sin el Batallón que les iba a cubrir. Como no sabían precisamente donde iban a desembarcar y los planes se cambiaron varias veces, los soldados no conocían la geografía ni los caminos. “Éramos soldados que íbamos a tirar y ya. No podíamos participar a un nivel más alto que eso.” Más tarde se produjo un ataque contra ellos con artillería. “Fue probablemente la batalla más grande de la invasión. Entran con un batallón entero y con siete, ocho tanques y nos atacan.” Los invasores se defendían seis horas continuas y lograron parar el ataque por completo. “Nos quedamos durmiendo todos. No habíamos dormido dos días. En ese momento, la carretera entera estaba llena de cadáveres, lo más lejos que uno podía ver... de tanques destruidos, camiones, todo... O sea, el desastre para ellos había sido increíble,” explica. A pesar del éxito llegó la orden de retirarse. “Nosotros no lo podíamos creer, porque los habíamos parado, los habíamos zonado, bien zonado... no entendíamos por qué nos íbamos a retirar. Cuando empezamos a caminar hacia los camiones para retirarnos, empezamos a cantar el himno nacional cubano. Y fue muy, muy emocionante. Nos salían las lágrimas,” narra José. Perdieron Playa Larga y se fueron a Playa Girón donde continuaba la batalla. Durante todo el tiempo no había comida. La otra noche vino otro ataque aéreo y murieron otros compañeros de José. “Fue la noche de recordar a nuestros muertos y anticipar el día siguiente.” La pelea se convirtió en un combate en persona, de frente a frente. “Nos matamos mirándonos la cara.” La compañía de José sufrió muchas heridas. En aquel entonces vieron pasar dos aviones estadounidenses y les animó. Seguían creyendo que los norteamericanos les iban a ayudar. Sin embargo, esto no pasó. “Vinieron dos destroyers americanos cerquita de la orilla, podíamos ver como movían los cañones. De repente nos dan espalda y se van. Yo cogí un cabronamiento enorme.” Los soldados se dieron cuenta del abandono. Estaban entrando los tanques comunistas. “El plan mío era seguir vivo. El berrinche se me fue convirtiendo en una tristeza inmensa. Entrando en el monte esta tristeza se agravó, porque nos ametralla un avión fidelista. Estaba un grupo de campesinos con nosotros. A nosotros no nos dieron de la ametralladora, pero a un niñito de dos años lo atravesó un cañonazo de veinte milímetros, entonces un hueco de este tamaño. Eso pasó al lado mío. El padre lo recoge y lo veo destruido. Toda su vida se le había ido y eso para mí fue más triste que todo lo demás que había pasado allí,” recuerda.
José pasó dos días más sin comer ni beber y fue capturado. Le pusieron en un camión y le llevaron delante de Fidel Castro. “El teniente le dice: ‘Este es muy joven.’ Y Fidel dice: ‘Pero los jóvenes nuestros también pelearon.’ Y yo digo: ‘Qué pena que nos son lo suficiente hombres que tienen que usar niños para pelear.’ Se calló todo el mundo. El teniente me empujó y me sacó de allí,” describe el encuentro con el líder revolucionario. José piensa que el teniente le agradecía que no le hubiera matado antes en la batalla. Posteriormente trasladaron a los capturados a La Habana. Varios de ellos no sobrevivieron el viaje en las rastras. Fueron ocho horas sin aire y sin agua. José no dijo su nombre porque sus padres todavía estaban en Cuba. Durante un tiempo estuvo internado en el Palacio de Deportes y su padre hizo varios intentos de localizarle. “Allí siempre pasaba un hombre murmurando mi nombre. Yo no contestaba. Al final le pregunté qué quería. Me dijo que a mi padre le interesaba si yo estaba vivo...” Pasó por un hospital y acabó en la cárcel El Príncipe. José estuvo preso 21 meses. El presidio y el juicio fueron unas experiencias increíbles para él. “Nos unimos, la Brigada se unió de verdad. Todos los días teníamos el enemigo al frente. Todos los días lo debatíamos, desde por la mañana hasta por la tarde y a veces toda la noche también. Como quiera que pudiéramos les íbamos en contra. Nunca se nos cayó el espíritu en todo el tiempo que estuvimos en la prisión,” explica. Pensaba que no iba a salir nunca, pero gracias a las negociaciones efectuados por la diplomacia estadounidense al final llevaron a un pacto entre el gobierno de Estados Unidos y Cuba. José salió formando parte de un canje. A cambio de dinero, ropa y otras cosas pudo irse a Norteamérica el 23 de diciembre de 1962. Después del regreso quería volver a su vida anterior, sin embargo, los estudios no le despertaban mucho interés. Vivió con su novia y seguía estudiando en la Georgia Tech. Al mismo tiempo tenía tres trabajos para poder pagar los estudios. Se casó con su esposa, se graduó y el mismo día que se graduó nació su hijo. “Yo tenía tres trabajos, mi señora trabajó desde que llegamos allí hasta un día antes de que tuviéramos nuestro hijo. Fue una época muy sacrificada. Siempre digo que pasé más hambre que en la cárcel, porque en realidad no teníamos ni un centavo,” dice sonriendo. “Resumimos nuestra vida y no teníamos miedo a nada.” Se convirtió en un profesional muy exitoso y en los años 90 se jubiló.
[1] Invasión fallida de Cuba dirigida por la CIA y llevada a cabo por exiliados cubanos. La intención de la invasión era desencadenar una rebelión que derribara a Fidel Castro, cuyo régimen comunista era considerado una amenaza para los intereses de EE.UU. en la región. La arremetida comenzó con el bombardeo de bases militares cubanas; dos días después una fuerza de unos 1.500 hombres desembarcó en diferentes sitios de la costa, incluida la bahía de Cochinos. La rebelión nunca se concretó, la fuerza invasora fue rápidamente derrotada, y más de 1.100 hombres cayeron prisioneros.
[2] Documento oficial del Partido Revolucionario Cubano en el que se exponen las ideas en las que se basó José Martí para organizar la guerra de independencia cubana de 1895.
[3] Político y escritor cubano, destacado precursor del Modernismo literario hispanoamericano y uno de los principales líderes de la independencia de su país.
[4] La guerra comenzada en 1895 para la independencia de Cuba tuvo como consecuencias la guerra de los Estados Unidos con España y su transformacion en una potencia global al apropiarse de las colonias españolas en Asia y América en 1898.
[5] José Antonio de la Caridad Maceo y Grajales (1845-1896). Militar y patriota cubano.
[6] Fulgencio Batista Zaldívar (1901-1973). Militar y político cubano. Fue el presidente constitucional de Cuba de 1940 a 1944 y dictador de facto de 1952 a 1959, año en que fue derrocado durante la Revolución Cubana.
[7] El Instituto de Tecnología de Massachusetts (EE.UU.) es una de las universidades más prestigiosas del mundo.
[8] Uno de los principales barcos de las tropas invasoras.
Česká verze:
„Jak člověk dospívá, a to především emočně, postupně si uvědomuje, že není pouhým divákem, ale přímým účastníkem okolního dění. Já jsem v tomto období pod vlivem naší rodinné historie dospěl k rozhodnutí, že prostě musím jít do boje,“ říká José Rafael Montalvo, veterán Invaze v Zátoce Sviní[1].
Narodil se 7. ledna 1943 v Havaně do rodiny s dlouhou vojenskou tradicí. Jeho otec byl dětský lékař a vnuk Josého Rafaela Montalvy, jednoho z významných signatářů Manifestu z Montecristi sepsaného lídrem kubánského hnutí za nezávislost José Martím v roce 1895[2]. „Synové mého pradědečka se poté aktivně zapojili do boje za nezávislost Kuby. Můj dědeček, Rafael Montalvo, se připojil k vojsku pod velením Antonia Macea. Pradědečka poslali Španělé do věznice v Ceutě na africkém pobřeží. Označili ho za zrádce,“ vysvětluje. Další z jeho synů to dotáhl až na pozici generála. Díky tomu všemu v rodině panovalo velmi silné vlastenecké cítění, a přestože Josého rodiče nebyli nijak obzvlášť majetní, na své dětství vzpomíná velmi rád. „Kuba byla pozemským rájem. Mnoho času jsme trávili hrami na ulici. Nenávist a zášť pro nás byli cizí slova,“ popisuje radostné dětství. Některá přátelství z té doby se mu podařilo udržet až dodnes. Studoval na vyhlášené havanské instituci Colegio de La Salle.
José musel poprvé nuceně opustit Kubu už v roce 1958, ještě za vlády generála Fulgencia Batisty[3]. „Jednoho dne jsem se vracel domů z oslavy. Jezdili jsme tam na kolečkových bruslích. Před domem jsem narazil na skupinu agentů tajné policie. Hledali tam nějaké sousedy. Zastavili mě a začali se mě vyptávat. Poté do mě strčili a já jsem se po nich ohnal bruslemi,“ popisuje. Následovaly výhrůžky ze strany úřadů, které nechtěly nechat celý incident jen tak a doporučení, aby odešel ze země. Na základě těchto výhrůžek odcestoval do Velké Británie, kde nějaký čas studoval. A právě během jeho pobytu na britských ostrovech se Fidelu Castrovi podařilo vítězně vstoupit do hlavního města Havany. „Musel jsem přestat chodit do školy, protože najednou nebylo možné vybírat peníze z kubánských účtů. Bylo mi tehdy jen 16 let. Začal jsem pracovat v typickém anglickém fast foodu, kde se připravovala smažená ryba s hranolkami, a bydlel jsem v domě, který obývaly prostitutky. Nic lepšího jsem nenašel, vypráví pobaveně. I přesto ale zdůrazňuje, že v tomto období pochopil, jak by asi měla vypadat civilizovaná země. Na Kubu se vrátil v květnu 1959. „Vrátil jsem se do země, která neměla se starou Kubou nic společného. Dříve byla ve společnosti cítit dobrota a harmonie. To všechno bylo rázem pryč. Zavládla nenávist a zášť, kterou podporovala nová vláda,“ popisuje a vzpomíná například na tehdejší zastrašování církví. José pokračoval ve studiu na Colegio de La Salle a odmaturoval v roce 1960. V té době už začínal prosakovat možný příklon Fidela Castra ke komunismu. „My jsme si byli dobře vědomi toho, co se stalo v Československu, Maďarsku a v dalších zemích.“ Z tohoto období mu utkvěly v paměti studentské protesty násilně potlačované policií. Přihlásil se na několik univerzit a byl přijat i na americké MIT[4] a na univerzitu v Georgii. Současně obdržel nabídku stipendia od Leningradské univerzity. „Otec mi řekl: ‚Pojedeš do Spojených států, protože kdybys jel do Sovětského svazu, bude z tebe komunista.“ Nastoupil tedy na Technickou univerzitu v Georgii. Tam se seznámil se skupinkou dalších kubánských studentů a na základě hovorů s nimi se nakonec rozhodl, že se chce přímo účastnit invaze na Kubu.
Nejprve byl pozván na výcvik jednotky určené pro výsadek na pobřeží – tzv. frogmenů, neboli žabích mužů. S tím ale nesouhlasil jeho otec. José následně strávil tři dny mlčením a rozjímáním v cisterciáckém klášteře, po kterých se rozhodl, že se postaví proti otcovu stanovisku a přihlásí se k výcviku. Odjel do Miami, kde se zapsal. V té době mu bylo 18 let. „Neodcházel jsem tam se strachem. Byl jsem plný nadšení a chtěl jsem se účastnit,“ vysvětluje. Ve výcvikovém táboře se naučil zacházet se zbraněmi a odjel do Nikaraguy. „Tam byly připravené lodě, čluny a nikaragujská letadla. Všude spousta pohybu. Nadšení bylo cítit na každém rohu,“ vzpomíná. Současně se ale začaly objevovat i první pochyby. „Byl tam nějaký člověk ze CIA. Vždycky, když jsme se ho zeptali, kdy dorazí slíbené posily, odpověděl, že se nemáme ničeho obávat. Od té doby mi naskakuje husí kůže vždy, když mi někdo řekne, že se nemám ničeho bát,“ poznamenává s úsměvem. I přesto vládlo ještě během cesty na Kubu nadšení a patriotismus. Potíže se dostavily hned při vylodění. „Spouštěli jsme se na lanech s padesáti kily výzbroje na zádech. Jen si představte, co by se stalo, kdybychom spadli do vody…“ První bojové operace byly podle Josého poměrně úspěšné. Podařilo se obsadit pobřeží. „Poslali mě, abych chodil od domu k domu a říkal nepřátelským vojákům, aby zůstali uvnitř.“ Dalšího dne se ale objevily letadla Fidela Castra a začaly sestřelovat letadla a potápět lodě. „To byl tvrdý úder.“ Mnoho lidí se utopilo na lodi Houston. „Někteří naskákali s výzbrojí do vody. Všude se to tam hemžilo žraloky,“ vzpomíná. Na místě zvaném Playa Larga bylo další setrvání bez podpory ostatních jednotek obtížné. Vojáci navíc do poslední chvíle nevěděli, kde přesně se vylodí. Plány se několikrát měnily a vojáci často nebyli dobře obeznámeni s místním terénem. „Byli jsme vojáci a měli jsme prostě střílet. Na žádné důmyslnější akce nebyl prostor.“ Záhy začaly postupovat pro-castrovské oddíly. „Vypukla asi největší bitva za celou dobu. Zaútočili na nás s celým praporem včetně asi sedmi nebo osmi tanků,“ vypráví José. Invazní jednotka se bránila celých šest hodin a podařilo se jí zastavit postup nepřítele. „Když to skončilo, všichni jsme usnuli. Předtím jsme nespali dva dny. V tu chvíli byla celá cesta pokryta ležícími mrtvolami. Ležely, kam oko dohlédlo. Byly tam zničené tanky, nákladní vozidla… utrpěli obrovské ztráty.“ Navzdory tomu přišel rozkaz ke stažení. „Nemohli jsme tomu uvěřit. Vždyť jsme je zastavili. Byli obklíčeni. Nechápali jsme, proč se máme stahovat. Když jsme zahájili ústup, začali jsme zpívat kubánskou hymnu. Byly to velmi dojemné momenty. Vytryskly nám slzy,“ vzpomíná. Po ztrátě území Playa Larga se přemístili na poblíž ležící Playa Girón, kde pokračovaly boje. Celou dobu přitom neměli co jíst. V noci opět udeřilo castrovské letectvo a několik Josého kamarádů zemřelo. „Krátce jsme uctili jejich památku a chystali jsme se na další boje.“ Ty se odehrávaly tváří v tvář nepříteli. „Zabíjeli jsme se a dívali se přitom navzájem do očí,“ vzpomíná na válečnou vřavu. Mnozí Josého spolubojovníci utrpěli četná zranění. Na chvíli ještě spatřily americká letadla, což jim zvedlo náladu. Stále si mysleli, že Američané jim přijdou na pomoc. Jenže opak byl pravdou. „Viděli jsme i dvě americké lodě. Byli kousek od břehu, mohli jsme pozorovat, jak hýbou děly. Pak se najednou otočily a odpluly. Strašně mě to naštvalo.“ Vojákům začalo docházet, že byli ponecháni napospas osudu. Komunistické tanky přijížděly. „V tu chvíli jsem se soustředil jen na to, abych nějakým způsobem přežil. Opouštěl mě vztek a měnil se na hluboký zármutek. A to ještě nebylo zdaleka všechno. Když jsme šli do kopce, začalo po nás pálit letadlo. Společně s námi tam bylo i několik vesničanů. Nezasáhli nikoho z vojáků, ale dvouletého chlapce tam provrtala skrz naskrz střela o průměru dvou centimetrů. Stalo se to hned vedle mě. Otec ho sebral ze země a držel ho v náručí. Viděl jsem, že v tu chvíli se mu zhroutil celý svět. Bylo to to nejhorší, co jsem tam za celou dobu zažil,“ popisuje otřesný okamžik.
Uběhly další dva dny bez jídla a bez pití a José byl zatčen. Naložili ho do náklaďáku a vezli ho ukázat Fidelu Castrovi. „Důstojník řek: ‚Tenhle je velmi mladý.‘ A Fidel mu odvětil: ‚Naši mladí muži nasazují své životy také.‘ A já jsem řekl: ‚To je velmi smutné, že nejste natolik stateční, že za sebe musíte nechat bojovat děti.‘ Všichni ztichli. Důstojník mě popadl a odtáhl mě pryč,“ popisuje napjaté setkání s vůdcem Kubánské revoluce a dodává, že důstojník mu pravděpodobně zachránil, protože mu byl vděčný, že ho nezabil v předchozím boji. Poté ho převezli do Havany. Podmínky v nákladních autech byly otřesné. Osm hodin bez vody a čerstvého vzduchu. Několik lidí převoz nepřežilo. José tehdy neudal své pravé jméno, protože jeho rodiče byli v té době stále na Kubě. Otec se ho v zajetí snažil najít. „Když nás drželi v Havaně, procházel tam často nějaký člověk, který šeptal moje jméno. Neodpovídal jsem. Nakonec jsem se ho ale zeptal, co chce. A řekl mi, že můj otec se snaží zjistit, jestli je stále živý…“ Po několika dnech v nemocnici skončil José ve věznici El Príncipe, kde strávil celkem 21 měsíců. Sám je považuje za obrovskou životní zkušenost. „Obrovsky jsme se tam semkli. Nepřítele jsme měli neustále na očích. Stále jsme mezi sebou diskutovali, od rána až do večera a občas i celou noc. Vymezovali jsme se proti dozorcům všemi možnými způsoby. Nikdy jsme neklesli na mysli,“ popisuje. José si myslel, že už se z vězení dost možná nikdy nedostane. Díky jednáním mezi kubánskou a americkou vládou se ale nakonec stal součástí dohody, podle které mohli někteří vězni odcestovat do Spojených států výměnou za peníze, oblečení a další věci, které požadoval Fidel Castro. Dne 23. prosince 1962 odletěl. Po návratu do Spojených států se chtěl vrátit ke svému starému životu. Nicméně, studium už ho nenaplňovalo tolik, jako dřív. Žil se svou přítelkyní a chodil na univerzitu v Georgii. Aby zaplatil školné, musel mít současně tři různá zaměstnání. S partnerkou se vzali, José dostudoval, a přesně v den jeho promoce se jim narodil syn. „Měl jsem tři práce. Navíc moje paní pracovala od prvního dne až do dne, kdy porodila. Nebylo to vůbec jednoduché období. Vždycky říkám, že tehdy jsem měl hlad častěji, než ve vězení,“ poznamenává s úsměvem. „Nakonec se nám podařilo postavit se na nohy. Už jsme se nemuseli ničeho bát.“ José dosáhl velkých úspěchů v pracovním životě a na konci devadesátých let odešel do důchodu.
[1] 17. dubna 1961 dorazilo k břehům Kuby v Zátoce sviní 1400 kubánských exulantů, aby svrhli vládu Fidela Castra. Bez původně slibované americké letecké podpory akce skončila po třech dnech třemi stovkami mrtvých. Zbytek vojáků padnul do zajetí. Castrův režim posílil a vyhrotily se vztahy USA.
[2] Manifest z Montecristi obhajoval důvody pro boj za kubánskou nezávislost.
[3] Generál Fulgencio Batista y Zaldívar (16. ledna 1901 – 6. srpna 1973) byl kubánský voják, politik a diktátor. V letech 1933–1940 byl de facto vojenským vůdcem. Od roku 1940 do roku 1944, poté, co zvítězil ve volbách, byl kubánským prezidentem. Po úspěšném puči, kdy tři měsíce před volbami v roce 1952 se Batista za podpory armády opět chopil moci, zrušil volby a vládl Kubě až do převzetí moci ozbrojeným převratem skupinou vedenou Fidelem Castrem na přelomu let 1958 a 1959.
[4] MIT - Massachusetts Institute of Technology. Jedna z nejprestižnějších světových univerzit.
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Witness story in project Memoria de la Nación Cubana / Memory of the Cuban Nation (Eva Kubátová)